De los gestos a los hechos del Govern de la Nau

Situar a València en el mapa europeu o l’aposta per la transparència en la gestió són algunes de les pautes que han marcat al Govern de la Nau

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Las elecciones municipales del próximo 26 de mayo pondrán a examen el trabajo realizado por el Govern de la Nau en estos cuatro años de legislatura, que han estado marcados no solo por el cambio en materia de movilidad que ha experimentado la ciudad, sino también por el esfuerzo por situar a València en el mapa europeo, así como por la apertura de espacios públicos y la transparencia en la gestión del Consistorio.

“Lo primero que hicimos fue abrir las puertas del Ayuntamiento de València y, por supuesto del balcón que, en la época del PP, parecía un palco VIP”, aseguraba Joan Ribó, alcalde de València y candidato por Compromís para revalidar cargo, en el debate electoral emitido en la televisión autonómica À Punt.

Una medida significativa de lo que iba a ser la gestión del Govern de la Nau. Más de medio millón de visitantes ya han pasado por el balcón de la Casa Consistorial, pero también por el resto de las dependencias municipales accesibles a la ciudadanía, como el Salón de Cristal, el Hemiciclo o el Museo Histórico Municipal. Sin embargo, lo realmente importante es el trasfondo de esta medida: la apuesta por la transparencia.

Desde 2016, momento en el que se lanzaba, desde la concejalía de Transparencia, la campaña “Somos claros”, con el objetivo de dar a conocer a la ciudadanía dónde podían encontrar toda la información relacionada con la gestión municipal, hasta 2019 con la campaña de información sobre cómo funciona el Consistorio por dentro, el por qué de los diferentes cargos y cómo se ejecuta cada tarea, el Ayuntamiento de València ha hecho una gran apuesta por cambiar hacia un modelo de gestión más transparente.

Para ello, no solo se ha reforzado el personal especializado, sino que se ha ido incorporando, al portal de transparencia, información relevante como el uso de los coches oficiales. “El Gobierno municipal es un gobierno de transparencia para que todos puedan saber, a través de las páginas web, qué es lo que hacemos, lo que nos gastamos y dónde vamos. Es la mejor herramienta contra la corrupción”, apuntaba el concejal de Gobierno Interior, Sergi Campillo.

Y así ha sido. Frente a los grandes macroproyectos y frente a los escándalos de corrupción que empañaban la imagen de València, el Govern de la Nau ha apostado por actuaciones consensuadas con la ciudadanía. ¿Cómo? A través de los presupuestos participativos Decidim VLC.

Con un presupuesto que ha ido incrementando años tras año -actualmente se encuentra en 8 millones de euros -, estos presupuestos participativos han evolucionado para facilitar a la ciudadanía que exponga qué proyectos quiere para mejorar València y dar la oportunidad al resto de personas a secundar o no las actuaciones propuestas. De Decidim VLC han salido múltiples carriles bici, zonas ajardinadas, zonas deportivas, pero también proyectos que cambiarán la manera de entender el centro de la ciudad, como es la peatonalización de la Plaza del Ayuntamiento, y que todavía está pendiente el proceso participativo para definir mejor esta iniciativa ciudadana.

En definitiva, y como explicaba la concejala de Participación Ciudadana, Neus Fàbregas, “se busca crear una València mucho más amigable y sostenible”, pero contando con la opinión de los principales afectados: los vecinos y vecinas de la ciudad.

El gobierno de Ribó reduce a más de la mitad la deuda heredada

La época del despilfarro y del endeudamiento de las arcas municipales, que llevaron a la ciudad de València a tener que entrar en el Plan de Ajuste, ha llegado a su fin. Cuatro años después, el panorama valenciano ha cambiado considerablemente. Y es que el Govern de la Nau ha conseguido reducir a más de la mitad la deuda heredada por el Gobierno del PP, pero también se ha logrado que València salga, tres años antes de lo previsto, del Plan de Ajuste que limitaba la gestión municipal y, entre otras restricciones, impedía decidir el destino de las inversiones municipales.

En 2012, el Real Decreto 4/2012 obligó a las administraciones locales que tuvieran “facturas en el cajón” a contratar préstamos para hacer frente a sus deudas. València tenía 183 millones de estas facturas “opacas” en su Presupuesto, por lo que tuvo que solicitar un crédito al ICO y entrar en el Plan de Ajuste. Posteriormente, y tras el cambio en el gobierno del Ayuntamiento en 2015, “las cuentas se han reconducido, se han saneado, y podemos dejar atrás un Plan, al que nos llevó el anterior gobierno de la derecha, que llegó a endeudar a los valencianos en casi 1.000 millones de euros (un 135% del valor del presupuesto municipal)”, recordaba, entonces, el Alcalde de València.

València en el mapa europeo

Con la declaración de las Fallas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, en noviembre de 2016, por salvaguardar las artes y los oficios tradicionales y por ser expresión de creatividad, València comenzaba a situarse en el foco europeo. Sin embargo, han sido otros muchos proyectos los que han conseguido que nuestra ciudad sea ya una ciudad de referencia.

La transformación de la movilidad sostenible, que tantos reconocimientos ha cosechado en tan solo dos años, o el nombramiento de València, en 2017, como capital mundial de la alimentación sostenible han contribuido a cambiar la imagen que se tenía de València.

Pero la rueda ya no para, y València ya cuenta con su propio Centro Mundial de la Alimentación Urbana Sostenible (CEMAS) que, de manera permanente, y junto con la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) trabajarán para impulsar y difundir todas las iniciativas relacionadas con las buenas prácticas alimentarias en las zonas urbanas, mientras se pone en valor los productos de nuestra tierra.

Y es que, en tan solo cuatro años de cambio, València ya puede presumir de ser una de las ciudades con mayor reconocimiento en su esfuerzo por cuidar la salud y conseguir cambios alimenticios en la sociedad.

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