"Es un reto ver qué pensaban los valencianos hace 30 años y qué piensan ahora"

Josep Ramon Lluch y Anaïs Ordóñez nos explican cómo El Retrovisor pone de relieve el choque y la conexión entre generaciones sobre temas de actualidad

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El Retrovisor, en À Punt, con Anaïs Ordóñez y Josep Ramon Lluch
El Retrovisor, en À Punt, con Anaïs Ordóñez y Josep Ramon Lluch

Tras varias semanas en antena, El Retrovisor se ha consolidado como una de las propuestas más originales de las noches de sábado en À Punt: un talk show en directo que recorre 35 años de archivo audiovisual para confrontarlo con las miradas de diferentes generaciones y entender cómo ha cambiado – o no – la sociedad valenciana. El veterano Josep Ramon Lluch y la periodista Anaïs Ordóñez conducen este viaje intergeneracional que combina debate, testimonios y participación del público.

Hablamos con ellos para descubrir cómo están viviendo esta experiencia televisiva y qué está revelando este regreso al pasado reciente de nuestro país.

¿Cómo es ponerse al frente de un programa como El Retrovisor, con esa fórmula que combina archivo histórico y debate social?

Josep Ramón Lluch: Para mí, 27 años después de la última vez que dije en este mismo plató – el número 1 de la antigua Canal 9 de RTVV – “Bona nit”, volver a hacer un programa con elementos como son un tema de interés, de actualidad, expertos que aportan información y documentación pública en representación de la sociedad valenciana y testimonios que explican sus historias en primera persona… es un reto. 

Significa tener la oportunidad de saber qué piensa la sociedad valenciana sobre temas de interés. Y también es un reto personal: comprobar si no estoy “oxidado” y si todavía soy capaz de conducir un programa con ritmo, con interés y que resulte atractivo a los ciudadanos.

Anaïs Ordóñez: Para mí también es un reto, porque lo que tratamos de hacer en este programa es contraponer opiniones: ver qué pensaban los valencianos hace 30 años sobre un tema concreto y volverlo a abrir ahora, para confrontar puntos de vista y observar cómo ha cambiado la sociedad valenciana. Lo hacemos poniendo voz, cara y rostro a los protagonistas, que son los valencianos, y también tirando del archivo. 

Sí, es un reto, sobre todo porque son tres horas de programa en directo, que cada noche nos llevan hacia un lugar diferente; en función de lo que cuentan los testimonios, el programa cambia. Pero está siendo muy interesante y muy curioso, porque nos sorprende comprobar cómo temas que preocupaban en los 90 continúan preocupando más de 30 o 35 años después. Es complicado, sí, pero también muy enriquecedor

Interactuáis con los espectadores y también a través de las redes sociales, ¿cómo es esta interacción?

Josep Ramón: En los últimos 25 años, la televisión ha cambiado mucho. Una de las principales transformaciones ha sido la aparición de las redes sociales y esta interacción directa, inmediata y diversa con la ciudadanía, que puede participar a través de múltiples canales. En los años 90, la única manera era el teléfono. Ahora también lo tenemos, pero el WhatsApp. Ahora son mucho más directas y permiten una conversación mucho más plural, porque toda la comunidad que está en redes participa y coparticipa de las opiniones. Somos conscientes de que ahora hay una posibilidad de interacción con los televidentes mucho más intensa y directa.

Anaïs: Además es muy divertido, porque es lo que te decía al principio: hacer un programa en directo que no está guionizado ni tiene una escaleta estricta hace que nunca sepas cuándo te sorprenderán. En tres horas intentamos hacer muchas cosas. No es exactamente un programa de debate, ni un programa de testimonios y entrevistas, ni tampoco un show de entretenimiento; coge un poco de todo para crear un formato más dinámico, abierto y amable, que conecta con el público. A mí me gusta mucho la parte de las entrevistas, porque los testimonios son los verdaderos protagonistas, las personas que vienen al plató a contarnos su experiencia. Pero también la participación del público está siendo sorprendente: damos un teléfono para que la gente envíe testimonios por WhatsApp o nos llame para futuros programas… y no esperábamos que la gente quisiera entrar en directo un sábado por la noche para contarnos su caso, denunciar una situación o incluso explicar que no encuentra trabajo

Entre los temas que tratáis, muchos generan un choque generacional, ¿qué es lo más divertido?

Anaïs: Creo que lo divertido es justamente eso: invitar a generaciones diferentes y jugar a comparar qué piensan los boomers, qué piensan los millennials, o las generaciones más jóvenes. Enfrentar diversas perspectivas nos enriquece mucho. Por ejemplo, hemos hablado del colectivo LGTBIQ+. Ver qué piensa una persona de 60 años y contrastarlo con el punto de vista de la gente joven muestra cómo hemos evolucionado, afortunadamente, en muchos aspectos. En otros nos sorprende comprobar que todavía queda mucho trabajo por hacer. Es genial tener dos realidades sobre la mesa y aprender los unos de los otros. Josep Ramon está descubriendo cosas que desconocía, como el lenguaje actual, y yo estoy aprendiendo mucho de nuestro pasado reciente. Es un formato donde todos estamos en contacto y confrontamos opiniones para ver cómo han cambiado las generaciones.

Josep Ramón: Exacto, cuando planteé el formato, partí de un hecho: en el año 92, en el primer Carta Blanca, planteé la pregunta "¿quién no trabaja es porque no quiere?". Y reflexioné que, si ahora hiciéramos la misma pregunta, las respuestas serían muy similares. A partir de ahí, planteamos otros temas como el del colectivo LGTBIQ+, como ha comentado Anaïs, o también el tema de Franco. En el año 92 ya lo tratamos. Ahora, 50 años después de su muerte resulta que el 20% de los jóvenes entre 18 y 24 años, según el CIS, dicen que no ven mal un régimen autoritario y que Franco hizo cosas buenas. Esto demuestra que nuestra generación, la de los boomers, no ha sido lo suficientemente pedagógica: una dictadura nunca puede ser mejor que una democracia, por imperfecta que sea. Y esto causa perplejidad.

Josep Ramón, mirando la situación actual, ¿qué tema crees que habría sorprendido más a los jóvenes de hace 25 o 30 años?

Por ejemplo, cuando hablamos de sexo –será el programa 4–, creo que se sorprenderán de cómo ahora se habla de este tema en la televisión de una manera mucho más desinhibida. Y quizás ahora, curiosamente, somos más conservadores en algunos aspectos y hay cosas que no se podrían decir. 

Y desde tu perspectiva Anaïs, ¿qué temas preocupan hoy a los jóvenes valencianos que quizás los boomers o los millennials no entenderían del todo?

De lo que llevamos hasta ahora, me ha sorprendido que en el primero, dedicado al trabajo, las preocupaciones son las mismas que en los 90. El precio de la vivienda, por ejemplo: entonces era mucho más barato, pero aún hoy preocupa que parezca imposible independizarse o comprar una casa.

En cambio, en temas como el del segundo programa, dedicado al colectivo LGTBI, sí que se ve evolución. Figuras como las personas trans o intersexuales, que antes eran tabú, ahora están más presentes y socialmente aceptadas

También tenemos previsto hablar de las nuevas formas de relacionarse, como Tinder, que serían impensables para generaciones anteriores. Y, por desgracia, hay temas como la violencia contra las mujeres que continúan preocupando tanto como antes.

Josep Ramón, ¿crees entonces que las ideas de los boomers chocan con las de la generación Z o hay más similitudes de las que pensamos?

Hay similitudes. En el primer programa, hablando de “quién no trabaja y por qué”, rescatamos imágenes de los 90 de un joven que se quejaba de que sus padres lo tenían más fácil para encontrar trabajo y comprar una vivienda. Eso hace 33 años. Y ahora un joven dice exactamente lo mismo. Y probablemente dentro de 25 años, también. Es sorprendente: problemas que no se han solucionado y continúan en bucle.

Entonces Anaïs, si tuvieras que discutir con Josep sobre un tema de juventud versus experiencia, ¿cuál elegirías para ganar el debate?

¡Qué pregunta más interesante! Por ejemplo, en temas como el sexo creo que los jóvenes podemos aportar un punto de vista más abierto, con una educación sexual más avanzada y menos tabúes que antes. Lo mismo pasa con el feminismo, el amor en la era de Tinder o las nuevas paternidades. En todos estos temas actuales, creo que podría tener ventaja en un debate con Josep.

Josep Ramón, personalmente, ¿cómo ha sido volver a tu casa?

Piensa que presenté cuatro temporadas de Carta Blanca del 92 al 95, y dos temporadas de Parle vostè, hasta el 98. No había vuelto a decir “Bona nit” en un plató de un programa presentado por mí desde entonces. He hecho programas y he sido productor ejecutivo, pero siempre detrás.

Volver al plató ha sido como un pellizco de emoción. Explicar a los jóvenes cómo era nuestro mundo – que a veces les parece de la era de los diplodocus – y contrastarlo con la visión que tienen ellos ahora. Ese contraste es el motor que hace que el programa tenga interés.

Y para ti Anaïs, ¿qué supone, personal y profesionalmente, formar parte de un programa como El Retrovisor?

Para mí es un reto, porque es un cambio absoluto. Vengo de hacer deportes y de estar en informativos, presentándolos de lunes a viernes. Cuando me lo propusieron, fue un reto, pero también un proyecto muy bonito que me ha permitido ponerme al día en temas de actualidad que, por el ritmo cotidiano, quizás no podía profundizar.

Es un formato muy diferente: abierto, tres horas en directo… Un cambio total de registro que, personalmente, está siendo un gran aprendizaje y me ilusiona mucho. Y también estoy muy bien acompañada: Josep Ramon es un animal televisivo y hace las cosas mucho más fáciles.

Ya por último, si alguien todavía no ha visto El Retrovisor, ¿por qué debería verlo?

Josep Ramón: Es un programa de verdad, que refleja el espíritu de la sociedad valenciana del 2025, con sus puntos fuertes y los aspectos más controvertidos; un programa de verdad porque las personas que vienen explican sus opiniones y quieren que sean contrastadas, que el programa sea plural, diverso, en valenciano y que refleje la realidad de nuestra sociedad.

Frente a otras ofertas con presupuestos millonarios, platós enormes y grandes artificios, nosotros apostamos por la proximidad y por hablar de lo que nos interesa como valencianos. Además, me acompaña Anaïs, que es la encarnación perfecta de la generación millennial: tiene 30 años, es una extraordinaria profesional de À Punt, presentadora de deportes, y nos complementamos muy bien. A mí me enriquecen sus puntos de vista y creo que hacemos un tándem que representa el espíritu del programa: boomers, millennials y generación Z, no enfrentados, sino dialogando cara a cara.

Anaïs: Sé que es sábado, una franja complicada, y que la televisión ha cambiado mucho: mucha gente ya no la mira como antes, y conseguir audiencias es difícil. Pero creo que el programa es una oferta diferente, en valenciano, y que no estamos acostumbrados a ver. Los invitados y entrevistados que han venido al plató nos dicen que es muy interesante y que se les pasa rapidísimo. Es una manera de estar al día de temas de actualidad y de participar en ellos: los protagonistas son las personas, ya sea en el plató o desde casa.

No es la típica tertulia de sábado por la noche, que quizás muchos jóvenes encontrarían aburrida. Tiene el punto de zapping, encuestas en la calle, un tono más amable… Es un proyecto hecho con mucho cuidado y mucho cariño para reconectar con los valencianos y las valencianas. Y están todos invitados: pueden participar, enviar opiniones, entrar en directo… Queremos que los protagonistas sean ellos.

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