Jaime I: el fin de una conquista y el inicio de un Reino

El 9 d’octubre se celebra l’entrada del rei en la ciutat de València després de derrotar a les tropes musulmanes

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La liberación de la ciudad de València cumple 780 años. Un día como hoy, en 1238, las tropas del rey musulmán Zayyan ibn Mardanish (también conocido como Çaén) fueron derrotadas tras años de asedio y luchas en las ciudades limítrofes de la capital levantina, que fue rendida a una de las figuras más importantes de la historia de la Comunidad Valenciana: Jaime I de Aragón. Es su entrada en la ciudad como Rey Conquistador, hace ya casi ocho siglos, lo que celebran los valencianos y valencianas cada 9 de octubre.

Hijo de Pedro II el Católico y María de Montpellier, sus primeros años de vida resultaron difíciles debido a la pronta muerte de sus padres, tras la que fue entregado como rehén a Simón de Montfort, enemigo de Pedro II. Su reinado comenzó tras su liberación en 1214 por orden del Papa Inocencio III y estuvo marcado por constantes enfrentamientos con la nobleza aragonesa.

En las Cortes de Tortosa de 1225 proclamaría por primera vez la necesidad de emprender la reconquista contra el Islam, que convertiría en su máxima prioridad durante los años posteriores de su mandato, uno de los diez más largos de la historia.

La conquista

Una vez asentado en el trono y tras la conquista de las islas -Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera-, el joven rey empezó en 1232 con la toma de las poblaciones del norte del Levante que le encaminaría hacia la victoria en la ciudad de València. ¿Su táctica? Matar de hambre al enemigo. Ocupó puntos estratégicos como Morella, Peñíscola y Burriana, donde se repartía la mayoría de alimentos de la zona, y de esta forma la mayoría de enclaves dependientes se rindieron a las tropas aragonesas sin necesidad de batalla previa.

Así, Jaime I obtuvo el control de ciudades como Almenara, Museros, Bétera, Paterna o Silla, consiguiendo rodear las murallas de València. Fue entonces cuando el rey de Tunís (Túnez) acudió al rescate de los musulmanes enviando 12 galeras y 6 tarifas a la costa del Grau para defender la capital. Ante esto, el monarca aragonés decidió instalarse en un campamento entre las naves de Tunís y las tropas de la ciudad, por lo que el ejército naval no llegó a desembarcar y terminó marchando a Peñíscola. Atacaron la localidad pero perdieron la batalla, provocando que huyeran de la zona.

En uno de los enfrentamientos el rey de Aragón recibió el disparo de un ballestero en la frente por acercarse a ayudar a sus tropas, que estaban siendo víctimas de una emboscada. Este episodio pasó a la historia como otra de las leyendas que han rodeado la vida de Jaime I, ya que según cuentan el monarca se retiró a sí mismo la saeta que le había atravesado el hueso del cráneo. Lo cierto es que la flecha nunca llegó a atravesar el casco y solo le quedó una llaga como consecuencia del ataque.

La última batalla de la contienda se produjo en el Portal de la Boatella, en la vía San Vicente. El rey Çaén le otorgó la ciudad de València a cambio de un salvoconducto a Cullera, donde más tarde sería también vencido. El 28 de septiembre de 1238 se firmaba la rendición de la ciudad y el 9 de octubre Jaime I efectuaba su entrada oficial por la puerta del Temple camino de la mezquita principal, que se convertiría en catedral. Muchas más victorias se sumarían a las hazañas del monarca aragonés, que falleció tras sesenta y tres años de reinado.

Una vida con numerosos amores y amplia descendencia

Respecto a su carácter, Jaime I era descrito como un rey de fuerte personalidad. Destacaban su generosidad, sentido del honor y religiosidad, fruto de la crianza y educación entre caballeros templarios, aunque también era considerado un mujeriego, ya que mantuvo varias relaciones amorosas.

De su primer matrimonio con Leonor de Castilla nació Alfonso, que se erigió como sucesor de la Corona de Aragón hasta su muerte en 1260. Del segundo enlace, con Violante de Hungría, tuvo cuatro hijos y cinco hijas. De los varones Pedro, que le sucedería en Aragón, València y el condado de Barcelona; Jaime, que heredaría Mallorca, y Fernando y Sancho, que fallecerían antes que su padre. Las hijas fueron Violante, casada con Alfonso X de Castilla; Constanza, casada con el infante don Manuel, hermano de Alfonso X; Sancha, que murió como peregrina en Tierra Santa; María, que fue religiosa, e Isabel, casada con Felipe III de Francia.

Fuera del matrimonio, el monarca engendró cuatro hijos ilegítimos: Fernando Sánchez de Castro, Pedro Fernández de Híjar, Jaime de Jérica y Pedro de Ayerbe.

"Els Furs": la identidad de un pueblo

En el año 1261 Jaime I juró ante las Cortes Valencianas los fueros de València, que supuso la constitución del Reino de València como estado soberano. Esta fue la primera manifestación en la Península Ibérica (y la segunda en Europa) de un texto legislativo, basada en las antiguas instituciones del derecho romano.

Así pues, desde el siglo XIII el antiguo Reino de Valencia contó con una completa ley basada en el más moderno derecho de la época, que en gran parte, aunque con transformaciones, perdura en la actualidad en el derecho español y europeo. Este se desarrolló en los siglos posteriores a través de nuevos cuadernos de "furs" promulgados por las Cortes Valencianas. Esta evolución normativa favoreció a su vez el comercio y la cultura, lo que provocó grandes avances económicos y culturales en el siglo XIV, considerado el Siglo de Oro Valenciano.

Tras la batalla de Almansa (1707), el rey Felipe V derogó "Els Furs" y València pasó a ser una provincia del reino de España. Sin embargo, se mantuvieron por la vía de la costumbre un número importante de instituciones jurídicas, con lo que puede decirse que el derecho foral valenciano no desapareció por completo. Casi tres siglos después y con la llegada de la democracia, el territorio valenciano se constituyó en Comunidad Autónoma, y tras la reforma del Estatuto de Autonomía en 2006, la Generalitat adquirió amplias competencias para la conservación, desarrollo y modificación del Derecho Foral Civil Valenciano, recuperando así el espíritu de "Els Furs Valencians".

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