El Gobierno de España ha presentado, este mes de enero, en Consejo de Ministros, la Estrategia Nacional de Alimentación, el documento de referencia para los próximos años en materia de alimentación del país que, como se apuntaba desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se iba a elaborar siguiendo un proceso participativo junto con las organizaciones que trabajan para cambiar el modelo actual de consumo apostando por uno más sostenible y saludable.
Sin embargo, desde CERAI (Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional) se han sumado a las quejas de organizaciones como Greenpeace España, WWF o CECU (Federación de Consumidores y Usuarios), entre otras, ante la imposibilidad de participar en la elaboración de esta estrategia que asienta las bases del presente y futuro alimentario del país. “El ministro Planas ha priorizado un proceso cerrado y rápido, con el único objetivo de adelantarse a las propuestas políticas de Europa en vez de un proceso constructivo y realmente participativo”, denuncian.
Pero, ¿qué importancia tiene la Estrategia Nacional de Alimentación y de qué manera afectará a la huerta valenciana? De todo esto hablamos, hoy, con Jorge Cavero, director de CERAI.
“Básicamente, la Estrategia Nacional de Alimentación tiene como objetivo garantizar un suministro constante y seguro de los alimentos a la población española. También alineándola con que haya un sistema de producción que sea sostenible ambientalmente, socialmente, viable económicamente, que sea rentable y también que sea accesible para el conjunto de la población; y que vaya acompañada a reforzar las comunidades rurales y fomentar hábitos de alimentación saludable. Es una estrategia que, desde la perspectiva de la sostenibilidad de las zonas rurales, de la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, es clave porque intenta proponer políticas que articulen el modelo de alimentación con los modelos de producción y, por tanto, la territorialización y el arraigo en los territorios rurales. Es una estrategia, digamos, multiimpacto”.
¿Qué aspectos debe incluir esta estrategia que consideráis fundamentales?
Nosotros preparamos una serie de propuestas, entre ellas, relacionadas con el concepto de seguridad alimentaria ligada a lo que reconoce la FAO, es decir, que todas las personas, en todo momento, tienen que tener acceso físico y económico a alimento seguro y nutritivo para satisfacer sus necesidades y preferencias alimentarias; pero también que se fomenten modelos que aseguren la territorialización de los alimentos, la sostenibilidad y la viabilidad económica, porque sabemos que cada vez será más difícil la importación de alimentos por la crisis del combustible. Por tanto, apostamos por un modelo en el que la producción cada vez sea más local con dietas sostenibles y sanas que, en nuestro caso, con la dieta mediterránea en un elemento clave.
Y en este punto, la compra pública, que está en manos de todos los organismos políticos, debe regirse por una serie de criterios, como el apoyo de los productos locales, que no solo contribuirá a la revitalización de la economía local, sino también a reducir el impacto ambiental.
Entonces, teniendo en cuenta la huerta valenciana, ¿esta estrategia, bien planteada, podría suponer un impulso para la agricultura?
Sí, claro. En la Comunitat Valenciana, tenemos el privilegio de tener diversidad a nivel de producción de hortalizas, pero también de carne de pequeña dimensión y de pesca. La idea es fomentarlo para que se alinee lo que producimos con lo que consumimos, alejándonos de modelos de alimentación de un consumo más proteico, más cárnicos, es decir, de un modelo importado y, como ya está pasando, de modelos de consumo tropicalizados. Entonces, sí, son medidas que de alguna manera van orientadas a fortalecer nuestro sistema productivo local y nuestro territorio.
Porque lo que está claro es que el sistema actual de consumo no se podrá mantener a largo plazo…
Exacto. No podemos decir que el sistema no funciona porque alimenta, pero tenemos que darnos cuenta que tiene importantes efectos colaterales. Por ejemplo, la huella de importación está en torno a 10 millones de hectáreas en España y 10 millones de hectáreas en otros países, que significa que son territorios que están destinados a alimentarnos a nosotros, no a alimentar a esos países, pero también que detrás de ellos hay procesos de deforestación y de migración de personas, porque son modelos de producción intensivos, con poca mano de obra.
Estamos continuamente hablando de la situación de las zonas rurales en el territorio español, en el territorio valenciano, pero cuando se hacen estas políticas hay herramientas para favorecer una revitalización y una recuperación, ya que estamos hablando de creación de empleo, estamos hablando de reducción de dependencia de combustibles, que va a ser un elemento clave a futuro… En definitiva, hablamos de alternativas que son de aplicación y de impacto directo en nuestras economías locales.
Las 10 claves del futuro de la alimentación según expertos
Y en esta línea, la última edición del informe Fooduristic’25, realizado por KM ZERO Food Innovation Hub con el apoyo de Valencia Innovation Capital, resume en diez puntos las claves del futuro de la alimentación proponiendo medidas concretas para transformar la cadena de valor. Estos son:
- Alimentos para todos en un mundo sin hambre: la fragilidad de las cadenas de suministro ha quedado expuesta por factores como el cambio climático o los conflictos geopolíticos. Se deben solucionar disfunciones como que se desperdicien el 30 % de los alimentos producidos.
- Regenerar el suelo para garantizar una mejor alimentación: la agricultura regenerativa tendrá un papel crucial para restaurar los suelos y asegurar tanto las fuentes de alimentos como la biodiversidad. Un tercio de los suelos utilizados para la agricultura están degradados y cada año se pierden 5.2 millones de hectáreas de cultivo.
- El agua es el oro del siglo XXI: la gestión hídrica eficiente en la agricultura será esencial para mitigar la crisis climática y garantizar la seguridad alimentaria. La agricultura consume el 70 % del agua dulce global con eficiencias de riego de apenas el 40-50 %.
- Estandarizar criterios para una descarbonización eficiente: el sistema alimentario genera el 35 % de las emisiones globales, pero también es una poderosa palanca de cambio hacia la sostenibilidad global. Será esencial estandarizar la medición de la huella de carbono derivada de la producción alimentaria para aspirar a transformar con éxito la totalidad del sistema.
- La comida alargará la vida y mejorará el bienestar: la malnutrición y la sobrealimentación son caras opuestas de un mismo problema: una dieta deficiente. Las consecuencias de las dietas no saludables en el mundo ya tienen un coste de 76 mil millones de dólares anuales en asistencia sociosanitaria
- Transformar el desperdicio en oportunidad: el desperdicio alimentario es una paradoja: mientras 900 millones de personas pasan hambre, 1.000 millones de raciones de comida diarias son desperdiciadas, produciendo entre el 8 % y el 10 % de las emisiones globales.
- Desvelar el coste real de los alimentos: incluir los costes ambientales y sociales en el precio de los alimentos será fundamental para fomentar decisiones más conscientes entre los consumidores.
- Entornos que favorezcan mejores decisiones de consumo: se necesitarán políticas y entornos urbanos que hagan más accesibles y atractivas las buenas elecciones alimentarias, evitando los “desiertos alimentarios” o áreas donde el acceso a alimentos frescos y nutritivos es limitado.
- Educación alimentaria como catalizadora del cambio: la educación alimentaria será clave para transformar hábitos de consumo y mejorar la salud. Se calcula que los niños que reciben educación alimentaria en la escuela tienen un 30 % menos de probabilidad de desarrollar obesidad.
- Dirigir capital hacia soluciones de impacto: la inversión en startups e innovaciones que prioricen la sostenibilidad y el impacto positivo marcará el sistema alimentario.