Un pequeño paraíso al alcance de la mano es lo que se encuentran los valencianos que deciden pasear por los Jardines del Real, o Viveros como también se le conoce. Lugar de recreo en el que poder dar un paseo bajo el sol de Valencia, disfrutar del buen tiempo con los niños o admirar los diferentes rincones que se pueden encontrar en el jardín más emblemático de la capital del Turia.
Viveros siempre ha estado ahí, es de esas cosas a las que no se le da importancia pero que al que llega de fuera le maravilla. Si miramos estos jardines con ojos de niño podemos disfrutar de su historia, se remonta a época musulmana, descubrir los más de 2.769 ejemplares arbóreos y 167 especies botánicas diferentes, construcciones y esculturas emblemáticas y ruinas que hablan de una época grandiosa. Además de espacios donde los más pequeños pueden disfrutar del parque y corretear libremente sin peligro.
Fueron los sultanes de Valencia los que levantaron una almunia en una zona de huertos cerca de la ciudad pero el esplendor le fue llegando con el paso de las diferentes dinastías que fueron reinando. En el que se podían disfrutar del Palacio Real y de sus maravillosos huertos con bellos juegos de agua, plantas, frutos... según cuentas las crónicas de la época. A pesar de su valor, a principios del siglo XIX fue destruido pues se consideró una amenaza para una ciudad en lucha con el ejercito francés. En su lugar y con las ruinas se construyeron dos 'montañas' conocidas como las montañas de Elio.
En el recinto destaca el paseo de las palmeras de la entrada desde el Llano del Real, con ejemplares excepcionales como la alineación de Washingtonias filiferas, uno de los más largos; también se puede con
templar la gran Jacaranda mimosifolia y el impactante Podocarpus macrophyllus frente a la Alquería de Canet. Además de numerosas esculturas y la Rosaleda del doctor López Rosat.