La fosa 128 desentierra secretos

Després de sis mesos de treball, s’han exumat 107 cossos de la fossa 128 de Paterna, una de les més grans del País Valencià

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De un lado para otro carga y descarga carretillas de arena bajo un sol potente de finales de octubre. Daniel Galán va casi todos los días al Cementerio de Paterna desde que comenzó la exhumación de la fosa común 128, en la que estaba enterrado su abuelo Miguel. Tras seis meses de trabajo, el 23 de octubre el equipo de ArqueoAntro hizo la última cata para confirmar que ya no quedaban cuerpos en esa fosa tan peculiar de la que se han rescatado 107 personas y ahora, cuenta Daniel, solo queda esperar los resultados del ADN para cerrar la herida que tanto sufrimiento ha causado a las familias.

Pero todo este camino comenzó mucho antes de la exhumación."No llegué a conocer a mi abuelo y de pequeño me preguntaba por qué tenía abuelo y abuela por parte de mi madre, pero solo abuela por parte de padre. Me dijeron que había muerto en la guerra pero crecí y me di cuenta de lo amplio que puede ser eso. Cuando fui al cementerio entendí que le habían fusilado y estaba en una fosa común", cuenta el torrentino Daniel Galán.

A sus 61 años, confiesa que este ha sido siempre un tema tabú en su familia y que a su padre le costaba mucho sacarle las palabras. Sin embargo, comenzó a estudiar con detalle cómo había actuado el franquismo en la Guerra Civil y en la dictadura para saber qué podía haber pasado con su antepasado.

"Empecé a ver que los familiares de víctimas se movilizaban para abrir las fosas comunes cuando aún no había subvenciones a través de rifas y actividades. Al final me pregunté por qué no podría hacer yo lo mismo con mi abuelo", cuenta. Fue así cuando, tras conocer a Miguel Mezquida, arqueólogo y fundador de ArqueoAntro, y a Matías Alonso, coordinador del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica (GRMH), decidió comenzar con el proceso.

No obstante, no fue fácil. Confiesa que el primer problema es que "hay una desinformación total porque no hay una documentación oficial veraz". De esta manera, explica que él tuvo la suerte de saber que su abuelo estaba en la fosa 128 a través de una amiga de su abuela y porque así lo indicaba el Registro Cementerial, pero muchas otras personas no saben ni dónde están las víctimas ni la fecha en que les mataron.

Así, para recibir subvenciones de la Diputació de València, explica, creó la página de Facebook "Represaliados Paterna-Exhumación fosa 128" para buscar familiares y en 2016 constituyó la asociación, que actualmente agrupa a treinta familias. El paso decisivo llegó en 2017, cuando la institución le otorgó 200.000 euros para la exhumación.

Una fosa rodeada de singularidades

El equipo multidisciplinar de Mezquida, ArqueoAntro, es junto con PaleoLab el que actualmente trabaja en la exhumación de fosas comunes del Cementerio de Paterna, en el que se calcula que podría haber cerca de 70. Sobre el terreno trabajan antropólogos, arqueólogos, restauradores, antropólogos y médicos forenses, así como documentalistas con experiencia en exhumaciones y en la Guerra Civil, particularmente.

A pesar de la experiencia de varios años trabajando en grupo y en otras líneas relacionadas, Miguel Mezquida destaca que la 128 es una fosa con peculiaridades con la que han podido descubrir un poco más de cerca de qué forma se operaba a la hora de sepultar los cuerpos fusilados.

En concreto, explica que normalmente a los 4 o 4,5 metros se acaban las sacas (es decir, grupos de fusilados) pero en esta pasaron veinte días hasta que hallaron los primeros restos. "Yo creía que los habrían llevado al Valle de los Caídos, porque sabemos que ha habido exhumaciones clandestinas", explica Galán. Además, lo más habitual es que entre una saca y otra haya una capa de tierra y de cal, pero en este caso los profesionales se toparon con una capa de cemento entre la primera y segunda capa.

La fosa era, por tanto, mucho más profunda que las abiertas hasta el momento, hasta llegar a los 6,5 metros. En ella se preveía encontrar cerca de 120 cuerpos procedentes de Jaén, Murcia, Caudete de las Fuentes, València o Granada divididos en cinco sacas, pero finalmente apareció una sexta saca con once cuerpos. Por otro lado, de ella han salido dos de las 19 mujeres fusiladas en la Guerra Civil, las primeras que se han exhumado del País Valencià. En total, se han rescatado los restos de 107 personas, indica Mezquida.

"Es el último lugar en el que estuvo vivo"

El presidente de la asociación Represaliados Paterna-Fosa 128 acude cuando puede a ayudar al equipo de antropólogos y arqueólogos, que actualmente trabajan en la fosa 112, aunque menos que antes. El 18 de octubre salieron los últimos cadáveres y el 23 se acabó definitivamente el trabajo, coincidiendo con la fecha de fusilamiento de Miguel Galán.

78 años antes y tras tres o cuatro meses en la cárcel de Requena y un año en la Modelo de València, el alcalde pedáneo del Balneario de Fuentepodrida fue asesinado en el paredón de España. Este era el campo de tiro del cuartel de Artillería, que con la llegada de la Guerra pasó a ser el lugar donde 2.238 personas de todo el país fueron asesinadas, primero por los soldados de remplazo y luego por guardias civiles, explica su nieto. El lugar con más fusilamientos fue la tapia del Cementerio del Este de Madrid, con 2.400.

"Me gusta ver la fosa, pero este sitio es mi debilidad porque es el último lugar en el que estuvo vivo. El 22 de octubre de 1940 nos envió una carta de despedida desde la cárcel. Imagínate saber que te iban a matar". Según Galán, le acusaron de auxilio a la rebelión pero la realidad es que no había hecho nada, simplemente era alcalde por Izquierda Republicana. "Hay una serie de documentos que le imputan para dar legalidad a algo tan ilegal como es la muerte de una persona inocente".

Por ello, considera que debería dignificarse el paredón en el que aún se observan los impactos de bala, así como el "Camí de la sang", el camino que sube hasta el cementerio y que los camiones regaban de sangre cuando llevaban los cadáveres a las fosas comunes. A veces incluso, destaca, bajaban al pueblo y recorrían la Calle Mayor (también conocida como "Carrer de la sang") para demostrar qué eran capaces de hacer. "Esa era su heroicidad", dice.

Daniel Galán denuncia, así, que es el Estado quien debería responsabilizarse de ello y no los propios familiares. Por este motivo, para él la reciente creación de la Oficina de Atención a las Víctimas de la Represión durante la Guerra Civil y el Franquismo es necesaria y se debería haber hecho antes. "Es una parte de la historia que se ha vetado y todo el mundo debería recuperar a las víctimas. Ninguno de ellos eligió estar ahí", sentencia Galán.

Ahora, el presidente y el resto de familiares de la fosa 128 tendrán que esperar los resultados del ADN para saber si sus familiares están entre los cuerpos rescatados en los últimos seis meses de trabajo. Con incertidumbre pero esperanza, Daniel imagina a su padre o a su tío "como locos" al conseguir sacar a Miguel de esa fosa silenciada durante casi 80 años. "Yo solo quiero dignificarle, porque llevamos la misma sangre", concluye.

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