La huerta y el agua, raíces de la ciudad de València

La Taula per la Partida lucha por proteger y dinamizar la huerta de Campanar-Benimàmet, la extensión de tierra cultivada más grande del término municipal de València

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Huerta de Campanar-Benimàmet
Huerta de Campanar-Benimàmet

La historia de la ciudad de València no se puede entender sin su vinculación a la huerta y, por supuesto, al agua que la riega. Muchas han sido las generaciones que han trabajado la tierra como sustento de vida, y de ella han salido productos que hoy son reconocidos internacionalmente. La huerta valenciana forma parte del paisaje urbano de la ciudad, pero también ha marcado la identidad de todo un pueblo. Concretamente, entre los barrios de Campanar y Benimàmet encontramos el terreno de huerta más grande del término municipal de la ciudad de València. Una red de vecinos y entidades la trabajan, la cultivan y, sobre todo, la defienden.

Han sido muchos los peligros que han amenazado y siguen amenazando a la huerta, pero la concienciación ciudadana por proteger y conservar un espacio de tierra que no solo contribuye a mitigar los efectos del cambio climático, sino que es fuente de alimentación, continúa creciendo. Precisamente, con ese ánimo de dinamización, revitalización y promoción de la huerta valenciana nace la Taula per la Partida, un proyecto impulsado desde la Asociación de Vecinos y Vecinas de Campanar que lucha por conservar la Partida de Dalt, l’Horta de Campanar-Benimàmet.

“Este proyecto ha ido creciendo, poco a poco, con la adhesión de nuevas entidades, comercios, colegios, vecinos en general que se han querido sumar a esta iniciativa reivindicativa de nuestra huerta”, explica Pep Benlloch, presidente de la asociación vecinal de Campanar. “En estos momentos, no solo llevamos a cabo acciones con los comedores escolares o con los establecimientos que consumen los productos de nuestros agricultores, donde instalamos una placa en la que se constata que ‘Aquí hay productos de la huerta de la Partida de Dalt’; sino que, además, con las ayudas de la Concejalía de Participación del Ayuntamiento de València, hemos organizado eventos como la Festa de la Carxofa, que ya es todo un éxito, o Massa per a la Carabassa, donde ponemos en valor el consumo de productos de kilómetro cero”.

Pep Benlloch, presidente de la Asociación Vecinal de Campanar
Pep Benlloch, presidente de la Asociación Vecinal de Campanar

Y es que como bien señala Benlloch, “tener huerta es como tener una despensa a tu alcance, del campo a la mesa, más directo no puede ser. Por eso, yo me pregunto, ¿por qué tenemos que consumir productos de fuera si aquí, en nuestra propia ciudad, tenemos alcachofas, cebollas o lechugas?”. 

Sin huerta, no hay vida

Regular los precios de compra en el campo sigue siendo una de las asignaturas pendientes. “Hicimos en mayo de 2020 un estudio y mientras la cebolla se estaba pagando a los agricultores entre 0,08 y 0,12 € el kilo, en los grandes supermercados estaba entre 0,20 y 0,59 € y, además, procedían de Nueva Zelanda. ¿Cómo se entiende eso? Estaban provocando que las cebollas tuvieran que ser tractoradas porque el hecho de arrancarlas y envasarlas suponía aumentar las pérdidas de los agricultores. Creo que para el consumidor esto no tiene ninguna lógica”.

Sin embargo, pese a las dificultades, la mentalidad del agricultor no es la de dejar perder la tierra. “Plantan y se arriesgan, pero tenemos que tener claro que sin huerta, no hay vida y, por eso, es deber de todos y todas y, por supuesto, de las administraciones, protegerla”. 

Desde la Taula per la Partida ya han podido comprobar que esa tendencia está cambiando. “La conciencia del consumo de proximidad no existía antes”, pero el hecho de que, cada vez, más personas jóvenes se animen a trabajar la tierra – muchos de los agricultores de la Partida de Dalt están por debajo de los 50 – y a consumir productos procedentes directamente de la huerta están consiguiendo que iniciativas como esta, que recibió el Premio de Innovación Sostenible del Ayuntamiento de València, tengan una gran repercusión.

Acequia que riega la huerta de Campanar-Benimàmet
Acequia que riega la huerta de Campanar-Benimàmet

Aun así, sigue existiendo otra gran amenaza contra la que este grupo de entidades y asociaciones luchan: los proyectos urbanísticos. Primero, en 2014, la exalcaldesa de València Rita Barberá impulsó un Plan General de Ordenación Urbana en el que se proyectaba una autopista que atravesaba toda la huerta de Campanar-Benimàmet hasta el hospital de Quart de Poblet. “Conseguimos presentar 25.000 alegaciones y lo bloqueamos, pero ya estaba redactado y muchos de los terrenos vendidos a los grandes empresarios”.

Ahora, sus miradas se centran tanto en el acceso norte de Mislata – “están estudiando alternativas, pero estaremos pendientes para que no afecte a ningún tramo de huerta” – como en el proyecto del parque acuático que la empresa Rain Forest, la misma que gestiona Bioparc, quiere construir en los terrenos de la Alquería del Rey. “Sabemos que desde el Ayuntamiento de València nadie está por la labor de este proyecto que supondría 500.000 litros de agua diarios extraídos de la bolsa de agua de reserva de la ciudad, y más en plena lucha contra el cambio climático”, asegura el presidente de la asociación vecinal de Campanar.

Como alternativa, la Taula per la Partida han presentado el proyecto ‘La façana de l'horta’, que plantea la generación de una barrera verde – desde Bioparc a través de Pío Baroja y por la parte de Maestro Rodrigo – que gane espacio urbano de calidad para uso ciudadano con carriles bici, zonas de descanso, merenderos, huertos urbanos, juegos infantiles de agua y hasta una zona de equipamientos rurales y agrarios con un depósito de agua para la carga de tractores que facilite el trabajo en el campo.

Asimismo, proponen la restauración del conjunto de alquerías del Pouet, donde se integra también la Alquería del Rey, para transformarlos en espacios culturales, como un centro de interpretación de la huerta. Pues como apunta Benlloch, “no podemos permitir dejar a la ciudad sin esas reservas de agua que, además, afectaría de manera directa a la huerta y, por tanto, a las cosechas en épocas de sequía. Nosotros ya sabemos lo que significa, no podemos permitir volver a dejar a la huerta sin agua”.

Sin agua, no hay huerta

La supervivencia de la huerta valenciana no se puede entender sin su relación con el agua. “Es esencial para mantenerla viva”. Por eso, desde hace mil años, el Tribunal de las Aguas no solo vela por ella, sino que imparte justicia en el regadío valenciano. Heredada de los tiempos de al-Ándalus y declarada, en 2009, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es considerada la institución de justicia más antigua de Europa que, todavía, a día de hoy, sigue en activo

Constituido por los síndicos de las ocho acequias de València – Quart, Benàger-Faitanar, Tormos, Mislata, Mestalla, Favara, Rascanya y Rovella – el Tribunal de las Aguas ha resistido, inamovible, al paso del tiempo. “Ni la València foral, ni el centralismo de nuevo cuño borbónico, ni las Cortes de Cádiz de 1812 restaron jurisdicción a este tribunal que, pese a los años, sigue siendo reconocido ya no solo por el pueblo valenciano, sino por la Constitución española de 1978, nuestro Estatuto de Autonomía, la UNESCO y otros organismos internacionales”, explica Jose Alfonso Soria García, actual presidente del tribunal.

Juicio del Tribunal de las Aguas
Juicio del Tribunal de las Aguas

Funciona ahora igual que hace mil años”. Siguiendo lo marcado por viejas ordenanzas, transmitidas por vía oral desde tiempos de los árabes, y escritas desde principios del siglo XVIII, el presidente y sus vocales se reúnen, cada jueves, a las doce del mediodía, en la puerta de los Apóstoles de la Catedral de València para dirimir los conflictos del agua.

Síndico-presidente y vocales se ven ayudados en su trabajo por la figura del Guarda de la Acequia, encargado de que el agua llegue a todos según su turno de riego y comunicando las infracciones cometidas para que éstas sean denunciadas y juzgadas ante el Tribunal de las Aguas, una institución con potestad sobre el conjunto de las acequias de la ciudad, pero, sobre todo, con una autoridad moral, que se traduce en el respeto que se tiene a sus sentencias, pues nunca ha sido necesario acudir a la jurisdicción ordinaria para el cumplimiento de las mismas.

Una valiosa institución que no solo mantiene viva la historia de la ciudad de València, sino que sabe cuán de importante es el agua para que las costumbres y tradiciones valencianas continúen perennes pese al paso del tiempo.

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