Fallero Mayor y Coordinador

Cada vegada més falles canvien els seus estatuts i inclouen debats d'actualitat com a igualtat de gènere

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La falla Borrull-Socors, en Extramurs, inicia las Fallas de València de 2019 con unos cambios relevantes. “Tras cuatro meses de trabajo y un comité específico, la falla decide abrir a los hombres la representatividad e integrar en las cortes de honor a hombres y mujeres”, relata el comunicado de la falla. En otras palabras, será la primera falla en reconocer la posibilidad de tener un Fallero Mayor de forma no simbólica y, por tanto, no estar ese título limitado a las mujeres. Desde la falla consideran el cambio “necesario en el contexto histórico y social, y en coherencia con la forma de sentir, hacer cultura y hacer Falla de Borrull-Socors”, aseguran. Es una más de muchas fallas que, por una razón u otra, deciden desmarcarse de la línea general.

“Todo comenzó en los 80”, arranca Pep Romero. Él es el coordinador, “ que no presidente” de la Falla Arrancapins. En una calle paralela a Àngel Guimerà, Arrancapins es una falla conocida, desde sus inicios, por ser pionera en asuntos sociales, de género y de crítica. La figura de la Fallera Mayor en la falla es, hoy, inexistente: “La historia es muy simple. Las chicas de la falla propusieron eliminar la figura. Se votó y se eliminó”, cuenta Romero. De eso hace ya más de 20 años.

Por norma general, la figura de la Fallera Mayor en las comisiones acarrea un importante desembolso económico. No sólo con el alquiler y compra del vestido de fallera, sino con cenas o fiestas organizadas en las propias fallas. Por ello, en ocasiones, este cargo tiene una doble limitación: mujeres y con dinero.

Sin presidentas

Fallas las hay de todo tipo; las que defienden estas costumbres como tradición y las que lo tildan de algo arcaico por actualizar. De momento estos cambios no están recogidas en el reglamento de la JCF. Sólo un Congreso Fallero de los presidentes y presidentas de València pueden modificarlo. De momento no son mayoría. Igual que tampoco son mayoría las presidentas de comisiones. Según el informe “Análisis de las Fallas de València desde una perspectiva de Género”, sólo un 12% de las fallas tiene presidenta y no presidente. En las categorías más altas -Sección Especial y Sección Primera A-, además, no hay ninguna. La Falla Arrancapins, en esto, también fue pionera: Vicenta Miralles fue la primera presidenta desde la Segunda República.

El cargo de Fallero Mayor como figura interna, es decir, "no oficial" de cara a la Junta Central Fallera (JCF), sí es más común. Es el caso, por ejemplo, de la falla Blanquerías. Es, además, de la minoría de fallas con presidenta, Gloria Martínez Amigó, Fallera Mayor de València en 2008. Fue en junio cuando dieron a conocer su nuevo Fallero Mayor, y las críticas no tardaron en llegar. De la misma manera le ocurrió en octubre a la falla Borrull-Socors, que se hizo eco en los medios por demandar este cambio "por igualdad constitucional". El machismo y una defensa sesgada de la tradición se manifestó en las redes sociales en contra de esta iniciativa. "Se trata de adaptar" las fallas "a lo que pide la sociedad actual", aseguran desde la falla.

https://twitter.com/SalcedoJosel/status/1056133909686161408

Otra figura tradicional cuestionada es el Presidente. En teoría, este cargo significa ser la voz cantante de la Comisión Fallera, por encima incluso de la Fallera Mayor, que es quien la representa. En la realidad, cada vez más decisiones se toman en conjunto. En Arrancapins, por ejemplo, ya no existe. “Aquí todo se lleva a la asamblea y ahí se decide todo. No tenemos ejecutiva”, cuenta Romero. Esto, sin embargo, tampoco está recogido en el reglamento de la JCF y, por imperativo legal, deben señalar una persona como tal.

Las Fallas son una fiesta con cientos de años de historia, puede que miles. "Son una fiesta pagana", asegura el Coordinar de Arrancapins. Las fiestas populares siempre han sido una expresión cultural de la forma de ser de una sociedad y las fallas siempre lo han sido. Desde el estudio "Análisis de las Fallas desde una perspectiva de Género" señalan que la fiesta "crea sociedad" y forma parte activa de la estructuración de esta. Por ello tratarla como una excepción y no corregir desigualdades puede ser un error. "Las fiestas son una manifestación social y cultural de contenido simbólico que refleja, sumamente condensada, la realidad social donde se desarrolla, y aquello que ocurre en la fiesta tiene importantes implicaciones en todos los ámbitos sociales. Por ello es importante la intervención para construir sociedades más justas", concluye.

 

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