Con la llegada del mes de septiembre se cumple el primer aniversario de una efeméride que pasará a ser recordada en la historia de las Fallas de València. Y es que el 1 de septiembre de 2021 la capital del Turia celebraba las que seguro serán las Fallas más especiales y excepcionales que se recuerden, una semana de actos que salía por primera vez del calendario de marzo debido a la crisis sanitaria.
De este y más temas de actualidad fallera hemos hablado con Carlos Galiana, concejal de Cultura Festiva del Ayuntamiento de València.
Se cumple el primer aniversario de unas Fallas especiales y atípicas, las vividas en septiembre de 2021. Si echamos la vista atrás, ¿cómo las recuerda?
Como unas Fallas históricas, especiales, muy esperadas y muy trabajadas por parte de todo el mundo fallero y las administraciones. Han pasado muchas cosas durante este año y casi nos hemos olvidado que en ese momento aún íbamos con mascarilla, había muchas restricciones, íbamos con mucho cuidado con los contagios, mirábamos los datos de Sanidad cada día… Una Fallas muy complejas. Un año después pienso que todas las partes implicadas lo hicimos muy bien.
Las Fallas son una fiesta de encuentro, de participación, de contacto entre personas, de juntarse en los casals… Unas situaciones que chocan con unas restricciones sanitarias.
Era un momento muy complicado. Por ejemplo, teníamos un coordinador Covid en cada comisión que se encargaba de velar por el cumplimiento de la normativa vigente, teníamos las mesas separadas, restricciones en interiores… Con todo ello, 15 días después no hubo una subida de contagios, las Fallas de septiembre no fueron un foco de contagios masivo. Había una idea en el aire de que se tenían que salvar estas Fallas y era necesario hacerlas por todo el tejido económico que envuelve la fiesta.
En este sentido, cabe destacar la gran responsabilidad mostrada por el colectivo fallero. Las Fallas fue la primera gran fiesta en volver a una relativa normalidad ya el pasado mes de marzo en el conjunto del Estado, y se cumplió con las expectativas.
Fue la primera fiesta en clausurarse y la primera en volver. Las Fallas de septiembre, como hemos hablado, fueron positivas y teníamos ese aprendizaje para encarar las de marzo, que pese a las restricciones aún vigentes, tuvieron ya una relativa normalidad. La gente tenía muchas ganas, tras dos años sin celebraciones, y el mundo fallero siguió cumpliendo con la normativa y dando ejemplo.
La llegada de la COVID-19 ha hecho evolucionar la fiesta, con algunos cambios que parece que han llegado para quedarse, como el nuevo horario de la cremà de los monumentos o las mascletaes en barrios.
De cualquier crisis se debe sacar alguna cosa positiva. Por ejemplo, el horario de la cremà se avanzó debido al toque de queda y gustó mucho a la gente. Sin embargo, el cambio de horario de la ofrenda no cuajó, pero sí otra iniciativa como las mascletaes por barrios, que desde este Gobierno siempre hemos intentado descentralizar como hemos hecho con la cultura u otros espectáculos. Si algo positivo nos ha dejado la pandemia es cómo se ha enfrentado a ella el mundo fallero: hemos ido todos a una. Por ejemplo, alrededor del 93% de los presidentes votó a favor de las Fallas de septiembre.
Tras todo lo vivido, pensar que van a llegar unas Fallas normales, como deseamos y esperamos todos, da tranquilidad a nivel personal y de equipo. Queremos disfrutar, reencontrarnos y abrazarnos sin miedo
Todos en una misma dirección.
Era una unión que hacía falta y todos los estamentos nos pusimos en la misma dirección: quemar los monumentos porque los artistas falleros necesitaban continuar; había que hacer ofrenda porque los indumentaristas y los floristas tenían que trabajar; había que hacer espectáculos pirotécnicos para ayudar al sector… Fue difícil para todos los sectores y para aquellos oficios y trabajadores que se ven y que no se ven y que forman parte de la Cultura Festiva, ya que de un día para otro se para el mundo cuando lo tenías todo preparado. Todos nos pusimos de acuerdo y pienso que este espíritu se mantiene. La pandemia, además, nos ha dejado la lección de que de un día para otro todo puede cambiar.
Las Fallas de 2023 están ya en marcha y se han celebrado actos como el Sopar de la Punxà o la Batalla de Flors. ¿Cuál es el balance de estas celebraciones?
La Batalla de Flors fue el último evento que quedaba sin hacer tras dos años. Con él toda la Cultura Festiva de la ciudad ha vuelto a la normalidad. Ha sido como una conquista, como una victoria, porque poco a poco han ido volviendo todos los actos, haciéndonos enfocar el futuro con más optimismo.
También se conocen ya cuáles serán los monumentos municipales de 2023. Los últimos años han sido fallas reivindicativas con respecto a la salud mental o al cambio climático y este año apelan más a las emociones. Por una parte, los artistas falleros Ceballos y Sanabria firmarán el monumento infantil con ‘Valencians en dansa’ mientras que Marina Puche y Manolo García Lleonart proponen ‘Cardioversió valenciana’. ¿Cómo ve estas propuestas?
Son dos fallas muy adecuadas para el momento actual. La infantil, además de la danza valenciana, homenajeará al sector cultural, a todo aquello que dejamos de hacer durante la pandemia bajo dos artistas falleros que son sinónimo de éxito. El monumento grande apela a las emociones, a sentirse orgulloso de ser valenciano, de la fiesta, con un monumento participativo. Son dos fallas perfectas para reencontrarnos en 2023 con una fiesta ya completa.
Hablando de las emociones, ¿cómo afronta las Fallas de 2023 Carlos Galiana?
Es el final de un camino. Tras todo lo vivido, pensar que van a llegar unas Fallas normales, como deseamos y esperamos todos, da tranquilidad a nivel personal y de equipo. Queremos disfrutar, reencontrarnos y abrazarnos sin miedo.