Desde el Ayuntamiento de València se elaboró un catálogo de protección de aquellos rótulos que forman parte del patrimonio cultural e histórico de la ciudad con tal de potenciar su conservación. A día de hoy, ya son 304 las placas con valor patrimonial incluidas en dicho catálogo, muchas de ellas declaradas Bienes de Relevancia Local.
La Concejalía de Patrimonio y Recursos Culturales remitió a todos los servicios municipales implicados la documentación pertinente para evitar el deterioro de estas placas, que han sido categorizadas según la fecha de instalación, el taller donde fueron realizadas y las características de sus materiales, para agruparse en nueve tipologías diferentes.
El catálogo ha sido realizado por el divulgador y docente Luis Fernández Gimeno, a quien se le adjudicó el contrato para llevar a cabo el estudio preliminar sobre las placas con valor patrimonial. Lo que se pretende es conservarlas en su ubicación original o, en su sustitución, en los almacenes de patrimonio histórico.
Localización y origen de los rótulos
Muchas de las placas son anteriores a la década de 1940 y están hechas de cerámica. Sin embargo, los rótulos más antiguos que se han incluido datan del último tercio del siglo XVIII y pueden visitarse en la plaça de la Mare de Déu y en la calle del Salvador. Sobre su origen se sabe que se elaboraron en una fábrica de cerámica de la calle Mossén Femades y se caracterizan por estar escritos con letras azules mayúsculas y minúsculas sobre fondo blanco.
Del mismo taller que las anteriores son una treintena de rótulos más distribuidos por el distrito valenciano de Ciutat Vella, con su origen en el segundo tercio del siglo XIX, como los de Gobernador Viejo, Conde del Real, Trinitarios, Trinquete de Caballeros o Zurradores, entre otras.
Del último tercio del siglo XIX se conservan alrededor de cincuenta placas, localizadas mayoritariamente en Ciutat Vella, pero también algunas en los barrios de Botànic, la Roqueta y Benimaclet, como en la Plaça de Benimaclet, calle Cadires, Benificència o Pes de la Farina, entre otras. Estas se elaboraron en la fábrica de San Carlos, con letras negras sobre barniz blanco y presentan una alternancia en el punto final, en ocasiones cuadrado y en otras redondo.
Otro grupo son las que se crearon en el primer tercio del siglo XX, que suponen otras 50 placas en Extramurs, Ciutat Vella, Eixample y las zonas más antiguas de Patraix, Creu Coberta y Poblats Marítims. Estos se distinguen por ser letras blancas sobre fondo azul con el propósito de mejorar la visibilidad y la lectura. Ejemplos de ellas son las placas de las calles Abastos, Amadeo de Saboya, calle de les Dames, Félix Pizcueta o Micalet, entre otras.
Desde principios del siglo XX proliferan una trintena de azulejos sin uniformidad de distintos materiales y cuyo objetivo era dar a conocer al personaje por el cual se situan en esa ubicación. Esto ocurre con las placas de las calles Almela i Viver, Botànic, Cavanilles, Cervantes, doctor Landete o Guillem de Castro.
De la uniformidad de principios del siglo pasado se pasará al grupo de rótulos instalados en 1937, con más elaboración, y que provenían de la sección de Bellas Artes del Sindicato Único de Profesiones Liberales de la CNT. De estas solo se conservan 5 de las 19 que consta que se instalaron, y son las de las calles Borriana, Císcar, Joaquín Costa, Jordi Joan y Roger de Lloria.
Durante los primeros años del franquismo, en la década de 1940, la Escuela de Artes y Oficios elaboró 183 placas para ensalzar las calles y personajes más destacados. Tan solo un tercio de estas se conservan en la actualidad, además de presentar el escudo franquista o de la ciudad de València.
Sin duda, las placas más extendidas son las que se colocaron entre 1940 y 1970, de cerámica y con letras blancas sobre fondo azul.