¿Por qué el mes de febrero es bisiesto cada cuatro años?

Cada cuatro años, febrero añade un día más a su mes, pasando de durar 28 a 29 días desde hace varios siglos

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Calendario del mes de febrero de 2024
Calendario del mes de febrero de 2024

Probablemente lo hemos vivido tantas veces, que ya nos hemos acostumbrado. Pero no es lo 'normal', al menos en València (y en casi en todo el resto del mundo). El mes de febrero es el único mes del año que consta de menos días que los demás, 28. Pero esto no es lo único inusual. Y es que cada cuatro años, se le añade un día más y pasa a tener 29 días, lo que se llama año bisiesto.

Y ese precisamente, es el caso de 2024, que es año bisiesto y tiene 366 días de año, no 365 como los años anteriores. Pero, si el resto de meses suelen tener entre 30 y 31 días, ¿Por qué hay una reducción de días en febrero? ¿Y por qué se le añade un día más cada cuatro años? ¿No sería más fácil que todos los meses tuvieran los mismos días?

Explicación del año bisiesto

A lo largo de la historia, la humanidad ha ido adoptando varios tipos de calendarios hasta llegar al que tenemos actualmente que es el gregoriano, instaurado por el Papa Gregorio XIII, en el siglo XVI. Este tipo de calendario sustituyó al juliano, que tenía como base el egipcio, que acabó generando muchos problemas con la cantidad de meses del año y las estaciones que se sucedían en él.

Imagen del sol con altas temperaturas
Imagen del sol con altas temperaturas

Con el gregoriano, el que usa la mayor parte del mundo, se encontró la forma adecuada para regular todos los días del año y las estaciones. En total, este modelo se adecúa con los 365,2422 días que tiene el año solar, es decir, los días que tarda la Tierra en dar una vuelta al Sol.

Y aquí es donde entran los años bisiestos. Esas 2422 centésimas que tiene el año solar, si no se regulasen, harían que los cambios de estaciones se desajustaran y variaran de mes todos los años. Es decir, las fechas de vacaciones de verano se desplazarían, el invierno empezaría más tarde y cosas por el estilo.

Para evitar eso y tener una regularidad anual estacional, se optó por la solución de que cada cuatro años, el año pasará a tener un día más, 366, en concreto el 29 de febrero, y así la sucesión de estaciones se mantendría regular todo el ejercicio. La primera empieza el 21 de marzo siempre, el verano, el 21 de junio, el otoño, el 21 de septiembre, y el invierno el 21 de diciembre.

Si no se hubiese aplicado esta solución de los años bisiestos, cada 12 años los calendarios se desfasarían siempre tres días. O sea que si no se hubiese aplicado desde el s. XVI, probablemente, hoy no sabríamos cuando cambiaría cada estación y cuando acabaría.

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