La juventud de l’Horta Sud, en crisis emocional seis meses después de la DANA

Vulnerabilidad y miedo al futuro: uno de cada cinco adolescentes teme que un nuevo episodio como la riada vuelva a repetirse

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Menores en una zona afectada por la DANA
Menores en una zona afectada por la DANA

Seis meses después de la devastadora DANA que asoló duramenta la comarca valenciana de l’Horta Sud, las secuelas siguen muy presentes entre los adolescentes y jóvenes que vivieron el desastre climático. Así lo revela el informe “Adolescentes en crisis: impactos de la DANA”, elaborado por Plan International, en el que más de 270 jóvenes han compartido cómo esta emergencia ha afectado su vida cotidiana, su educación, su salud mental y sus derechos fundamentales.

Las cifras hablan por sí solas: un 48% de los encuestados ha necesitado apoyo psicológico, el 37% tiene más dificultades para concentrarse en clase y un 20% se siente muy vulnerable ante la posibilidad de que un episodio similar vuelva a repetirse. La riada no solo dejó calles anegadas y casas destrozadas, sino que también ha tenido un impacto invisible, pero profundo, en el bienestar emocional y académico de una generación que intenta reconstruirse a nivel interno mientras el entorno aún se recupera.

Educación: pérdida de rendimiento y problemas de concentración

El impacto educativo ha sido uno de los más importantes. Un 38% de los adolescentes y jóvenes afectados tuvo que recibir clases online durante varios meses, en muchas ocasiones sin recursos ni condiciones adecuadas. Más de la mitad (57%) reconoce que tuvo dificultades para seguir el aprendizaje a distancia.

Además, el 47% de los jóvenes participantes asegura que su rendimiento académico se vio afectado al menos durante los primeros momentos tras la emergencia, y hasta un 30% admite un impacto negativo a medio o largo plazo. Son las chicas jóvenes y el grupo de edad comprendido entre los 17 y 21 años quienes más dificultades han tenido para mantener la concentración.

 Alumnado de Catarroja afectado por la DANA en Mislata
Alumnado de Catarroja afectado por la DANA en Mislata

Salud mental: un desafío creciente

Los efectos emocionales son profundos y persistentes. Casi el 40% de los encuestados reconoce que su salud mental se ha visto bastante o muy afectada por la DANA. Aunque el 44% señala que el impacto fue temporal y ya se siente como antes, el malestar emocional sigue latente en una parte importante de esta población.

El informe revela que el 20% de los jóvenes actualmente teme que el episodio se repita. También llama la atención que casi la mitad de los jóvenes ha necesitado terapia emocional, sobre todo en los primeros momentos tras la catástrofe (33%). La sensación de vulnerabilidad no es solo individual: el 19% de los encuestados describe el ambiente en clase como tenso o triste, y muchos observan que sus compañeros están nerviosos o intranquilos.

Vida cotidiana: rutinas interrumpidas y ocio inexistente

La DANA trastocó radicalmente la vida de los jóvenes de l’Horta Sud. Solo el 7% afirma que sus rutinas no se vieron alteradas tras la catástrofe. En cambio, un 58% asegura que su día a día se ha visto bastante o completamente afectado incluso meses después, con cambios en horarios, transporte, actividades y vida social.

En cuanto al ocio, uno de los pilares fundamentales del desarrollo adolescente, el golpe también ha sido fuerte. Un 91% de los jóvenes ha visto interrumpidas sus actividades extraescolares, especialmente deportivas y musicales. Aunque un 39% ha podido retomarlas progresivamente, un 15% todavía no ha podido volver por falta de equipamientos o recursos.

Las relaciones sociales también han sufrido: aunque el 55% no nota cambios significativos, un 31% declara quedar menos o muy poco con sus amistades, principalmente por problemas de transporte o pérdida de espacios como parques o centros juveniles.

Recomendaciones

El informe no se limita al diagnóstico. Plan International lanza 14 recomendaciones clave dirigidas a administraciones públicas, centros educativos y entidades sociales, con el objetivo de reconstruir el entorno juvenil desde una perspectiva de derechos, resiliencia y equidad.

Entre las principales propuestas destacan:

  • Priorizar el retorno presencial al centro educativo de referencia, sobre todo para quienes siguen en ubicaciones provisionales.

  • Restaurar el material escolar e informático perdido, así como reforzar el personal docente afectado por la emergencia.

  • Adecuar el calendario y currículo escolar a las nuevas circunstancias, especialmente para quienes están en plena preparación de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU).

  • Ampliar el horario de los centros educativos para ofrecer espacios de ocio, actividades extraescolares y apoyo no formal.

  • Impulsar la educación climática para entender fenómenos como la DANA y dotar a la juventud de herramientas para afrontarlos.

  • Desarrollar planes de emergencia específicos para el ámbito educativo, con formación para el profesorado y protocolos adaptados.

  • Fomentar el apoyo psicosocial en los centros educativos, con espacios seguros de escucha y refuerzo de las figuras de Coordinación de Bienestar.

  • Reparar y recuperar los espacios de ocio juvenil, desde polideportivos hasta parques, y generar programas específicos de ocio nocturno y actividades por franjas de edad.

#PlanPorValencia: la respuesta social ante la emergencia

En colaboración con los ayuntamientos de la llamada zona cero” y diversas entidades locales, Plan International ha lanzado el programa #PlanPorValencia, una iniciativa que busca apoyar a la infancia y juventud valenciana en su proceso de recuperación integral.

Además, a través de la campaña “Extraescolar para otros”, se están recaudando fondos para financiar actividades educativas y de ocio para niños y niñas afectados por la DANA. La campaña está abierta a la colaboración ciudadana, con el objetivo de llegar a más jóvenes que aún enfrentan barreras para retomar una vida normal.

El informe “Adolescentes en crisis” pone el foco en uno de los colectivos más afectados: los jóvenes. Lejos de ser meros espectadores, han sido víctimas directas del desastre, y ahora son también protagonistas de una recuperación que debe contar con ellos desde el inicio.Las instituciones tienen la oportunidad y la responsabilidad de actuar, porque reconstruir no es solo levantar muros: es garantizar que ningún joven quede atrás.

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