"Hay niños con autismo que aprenden a mostrar amor hacia el perro y empiezan a expresar sus sentimientos a familiares"

Sònia Saez, veterinaria de Purina, expone algunos de los beneficios y características que debe tener un can para ser perro de asistencia o de terapia con niños con TEA

Guardar

Una niña sostiene a un perro en brazos
Una niña sostiene a un perro en brazos

Hace 17 años que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fijó el 2 de abril como el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Una fecha que pretende dar visibilidad, mejorar la calidad de vida de las personas que tienen Transtorno del Espectro Autista (TEA) y, a su vez, fomentar la participación de este colectivo en todos los ámbitos de la sociedad. Una mejora de la calidad de vida de aquellas personas diagnosticadas con TEA en quienes la terapia infantil con perros juega un papel fundamental. Así lo explica a València Extra Sònia Saez, veterinaria y responsable de Comunicaciones en Purina España, una compañía que ha puesto en marcha un proyecto de voluntariado interno para socializar cachorros con el objetivo de que sean futuros perros de terapia.

Son muchos los beneficios de tener un perro de asistencia o realizar terapias con niños con TEA en las que participan perros, ya que estos les ayudan a saber cómo controlar sus emociones e impulsos y, sin duda, “uno de los puntos clave es la generación de bienestar y calma” que les provoca a quienes tienen autismo el contacto con este tipo de canes adiestrados, añade la veterinaria. “Vemos que hay muchos niños que aprenden a mostrar ese amor hacia el perro y empiezan también a expresar sus sentimientos a seres queridos o familiares”, detalla Saez.

Cabe diferenciar entre perros de asistencia, perros de terapia y mascotas, ya que mientras los primeros “viven con la familia y han aprendido a dar soporte y facilitar la vida diaria de las personas con autismo”; los segundos “únicamente forman parte del proceso terapéutico del niño y estos viven con su técnico de referencia”, explica la veterinaria de Purina.

En el caso de los perros de asistencia, el adiestramiento específico recibido trabajará en maximizar las capacidades y habilidades del niño con el objetivo de que pueda ser lo más independiente posible y goce de mayor seguridad en sí mismo. Aún así, este proceso resulta complicado porque se debe conseguir que “el carácter del niño se adecue con el del perro y hay muchos factores que tener en cuenta”, relata Saez. “Aunque completes toda la preparación del perro para que sea de asistencia hay niños con autismo que son más sensibles a los olores o no les gusta el contacto y puede ser que el niño y el perro no encajen”, detalla. 

Por otro lado, Saez recalca la necesidad de distinguir estos dos tipos de canes de terapia y asistencia —que han sido entrenados y adiestrados para una función concreta como perros de trabajo— con que un niño con autismo tenga un perro como mascota. “Hay que diferenciar la parte terapéutica y de ayuda que realizan profesionales con la parte de los animales de compañía, porque aunque el niño se verá beneficiado de tener un perro como compañía no podemos esperar que este haga las funciones de un perro de terapia o de asistencia porque son cosas totalmente diferentes”, señala. 

Características de los perros de terapia y asistencia

En líneas generales, los perros de asistencia deben ser de un tamaño mediano o grande y tener fuerza porque “en algunos casos los niños con TEA tienen tendencia al escapismo si se asustan por algún estímulo y el perro debe anclarse al niño” para así evitar que este corra peligro, ejemplifica la veterinaria. “En general, los perros que se acreditan para hacer de perros asistencia son de tamaño grande y de razas como Labrador, Golden Retriever o Terranova”, prosigue Saez. 

Por el lado contrario, los perros de terapia no requieren ser de una raza en específico y “un perro cruzado puede realizar sin problema las funciones de terapia”, señala. Aún así, estos deben tener una serie de características comunes como ser tranquilos, juguetones y muy obedientes. En referencia al tamaño, la existencia de una gran diversidad de terapias hace que cualquier perro pueda participar en estas prácticas. Por ejemplo, el ejercicio del perro manta requiere un animal de tamaño grande porque este se tumba sobre el niño para que ambos sincronicen su respiración y su latido del corazón; mientras que en otros ejercicios son los niños quienes cogen al perro, por lo que esta actividad requeriría de un can de tamaño pequeño y poco peso. 

Las terapias, así como la convivencia entre perros y niños con TEA, son dos prácticas cada vez más extendidas y a pesar de los múltiples beneficios que puede reportar a los niños con autismo estar en contacto con estos animales, Saez recuerda que no se puede “recomendar directamente adoptar un perro pensando que estos beneficios se van a notar directamente en el niño”. “Estamos de acuerdo en la participación de mascotas en la vida de niños con TEA, pero no podemos recetar un perro porque integrar un animal en su vida debe ser una decisión de este y de la familia”, concluye. 
 

Destacados