Crean un sistema que predice atascos con 30 minutos de antelación en València: así es el estudio pionero

Un estudio pionero demuestra que la inteligencia artificial puede anticipar la congestión del tráfico en la ciudad con gran precisión

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Atasco de coches en la entrada a València
Atasco de coches en la entrada a València

¿Quién no ha acabado atrapado en un atasco en València, maldiciendo por no haber tomado otra ruta? Pues bien, un grupo de investigadoras ha creado un sistema que promete avisarnos con antelación de esos embudos que convierten la ciudad en un embotellamiento continuo. Y no hablamos de unos minutos: ofrece hasta media hora de margen para reaccionar. Todo un lujo.

El estudio, impulsado por el CSIC, la Universitat de València y por la Universitat Politècnica de València , se ha probado ya con datos reales de la ciudad. El mecanismo es ‘sencillo’, al menos de entender: miles de sensores repartidos por las calles de la ciudad registran el paso de los coches y, con la ayuda de un modelo de inteligencia artificial, anticipan qué puntos estarán a punto de colapsar.

En otras palabras, no se trata solo de ahorrarnos unos minutos frente al semáforo de siempre. Se trata de que la ciudad disponga de una especie de “alarma temprana” para reaccionar antes de que los problemas del tráfico –y de contaminación– se descontrolen.

Predicción del tráfico en València: qué dice el estudio de la UPV, el CSIC y la UV

El estudio ha trabajado con una red de 1.472 sensores que cada diez minutos registran el número de coches que circulan por distintos puntos de València. Esa información, que hasta ahora servía para recopilar estadísticas, se ha convertido en la materia prima de un sistema que aprende y que anticipa.

Tras probar varias arquitecturas de inteligencia artificial, los investigadores se decantaron por un modelo llamado LSTM, especialmente eficaz en detectar patrones en series temporales. ¿El resultado? Un sistema que acierta en 9 de cada 10 ocasiones cuando la circulación es fluida y en 7 de cada 10 cuando se avecina un colapso. Y lo mejor, cuando falla, suele exagerar el riesgo de atasco, en lugar de quedarse corto.

La predicción se muestra de forma clara y sencilla: cada calle se clasifica en tres niveles. Azul si la circulación será fluida, gris si se pondrá densa y rojo si habrá atasco. Todo en tiempo real, con 30 minutos de antelación. Suficiente para que un conductor pueda buscar una ruta alternativa… o para que el Ayuntamiento active medidas antes de que el embudo sea inevitable.

La Policía Local de Valencia vigila el tráfico
La Policía Local de Valencia vigila el tráfico

Cómo funciona el sistema de alarmas

Lo más curioso del modelo es que no solo cuenta coches. También tiene en cuenta factores como la lluvia, el viento o la presión atmosférica, que condicionan tanto la movilidad como la dispersión de contaminantes. Los investigadores detectaron, por ejemplo, que episodios puntuales como la quema de la paja del arroz en la Albufera o los movimientos del puerto pueden disparar los niveles de partículas en el aire, aunque apenas haya tráfico.

Esto conecta con una de las grandes conclusiones del estudio: existe una correlación directa entre el flujo de vehículos y la contaminación por óxidos de nitrógeno (NOx), uno de los gases más dañinos para la salud. Dicho de otro modo: predecir un atasco no es solo cuestión de movilidad, sino también de aire limpio.

Ahí es donde está la verdadera utilidad del sistema. Permite anticipar episodios de contaminación y aplicar restricciones muy localizadas, en calles o barrios concretos, sin necesidad de cerrar media ciudad. Eso significa menos molestias y más efectividad, sobre todo en zonas sensibles como colegios, hospitales o residencias.

Implicaciones para la movilidad y la salud

El siguiente paso ya está en marcha: los investigadores trabajan en un gemelo digital de València, una réplica virtual donde se podrán simular escenarios antes de aplicarlos en la vida real. Qué pasa si se corta una calle en hora punta, si se desvían coches hacia otra avenida o si se ajustan semáforos de forma distinta. Todo con un objetivo claro: reducir atascos y mejorar la calidad del aire.

De implantarse, València estaría un paso por delante en movilidad inteligente. Ya no se trataría de reaccionar a los atascos cuando ocurren, sino de adelantarse y prevenirlos. Y, de paso, proteger la salud de quienes viven en la ciudad.

En definitiva, este estudio demuestra algo tan sencillo como potente: el tráfico y la contaminación van de la mano. Y si somos capaces de anticipar uno, podemos actuar sobre el otro. València se coloca así en la vanguardia de la innovación urbana, con la posibilidad real de convertirse en una ciudad más limpia, más ágil y, sobre todo, más habitable.

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