Jordi Sarrión i Carbonell

Opinión

Ñ-anon: las teorías de la conspiración de la derecha española

Periodista

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Se cumple un año del asalto al Capitolio de los Estados Unidos. Si hace cinco años nos llegan a decir que un grupo de personas con trajes estrafalarios asaltaría el mismo Capitolio —símbolo de las democracias liberales en el mundo— nos hubiéramos reído mucho. Pero sí, un grupo numeroso, capitaneado por seguidores de la conspiración Q-anon, atacó la sede de la soberanía nacional de los Estados Unidos.

Lo más sorprendente: esta conspiración cree que detrás del gobierno del mundo hay una élite mundial que controla los medios de comunicación, la política y comete todo tipo de crímenes atroces, como el tráfico de niños para hacer rituales satánicos. Y claro, Trump es uno de los elegidos para acabar con esta supuesta élite. Pero lo más sorprendente es que un 7% de los estadounidenses, según afirma la BBC, creen en esta teoría.

No obstante, estas teorías de la conspiración no son nuevas. Lo que es nuevo son los medios y las tecnologías mediante las cuales sus simpatizantes se pueden organizar para coordinarse y llegar, en cuestión de segundos, a miles de personas. Esta explosión de teorías de la conspiración ha acabado por provocar  incendios políticos en todo el mundo después de que políticos como Donald Trump les hayan dado su apoyo.

Es cuando los políticos con peso en las instituciones dan credibilidad a estas teorías cuando empieza el peligro. Como explica el consultor Xavier Peytibi, la teoría del triángulo de fuego explica que, en todo incendio, se necesita de calor, de un combustible y de un comburente que reaccione con el combustible y provoque su combustión. Nuestras democracias viven amenazadas por derechas pirómanas que dan aliento a estas teorías llenando de combustible las redes sociales.

ETA y el 11-M. La primera gran conspiración de la derecha española y el surgimiento de Ñ-anon

Como han documentado muy bien periodistas como Víctor Sampedro, los atentados del 11-M fueron el primer caso flagrante en que la derecha española se subió al carro del negacionismo y las conspiraciones. Y es que, a pesar de que Al Qaeda había reivindicado hasta cuatro veces los atentados de Atocha, en que 193 personas perdieron la vida, el Partido Popular (entonces al frente del gobierno español) insistió reiteradamente en que era ETA quien estaba detrás. Había nacido Ñ-anon: la gran teoría de la conspiración de la extrema derecha española.

Exactamente igual que en el caso de Donald Trump, las elecciones estaban muy cerca y los populares tenían miedo a perderlas. Por eso, no dudaron en mentir deliberadamente y en utilizar a ETA como chivo expiatorio. Incluso, llegaron a ocultar en RTVE las protestas masivas que había en las calles de las grandes ciudades españolas. Mientras una parte importante de la población estaba frente las sedes del PP exigiendo conocer la verdad detrás de los atentados, la televisión pública emitía una película sobre un asesinato de ETA. Al  día siguiente, Zapatero se convertiría en presidente del Gobierno.

De aquellas teorías conspirativas nacieron nuevos medios de comunicación como EsRadio de Federico Jiménez Losantos, que marcaron el camino a la derecha radical española y dieron espacio a políticos y pensadores de la derecha más radical que no habían tenido lugar en los medios del Régimen del 78. Además, esta situación envalentonó a sectores del poder judicial y de los cuerpos policiales, que empezaron a radicalizarse y a mostrar abiertamente sus posicionamientos de derecha radical durante los años de gobierno de Zapatero.

Poco a poco, con los espacios televisivos que les dejó la TDT y con el surgimiento de Internet, aparecieron medios como OK Diario, encargados de vender conspiraciones y aprovechar la duda legítima de muchas personas para contarles, literalmente, mentiras. El surgimiento de los canales derechistas de YouTube y el potenciamiento de las plataformas digitales de los contenidos más radicalizados ha favorecido la difusión de numerosas teorías conspirativas, en muchos casos disfrazadas de contestatarias y rebeldes. La pandemia ha sido el revulsivo final que necesitaban todos estos canales para hacer su revolución a golpe de bulo y sembrar el terreno a la extrema derecha.

Ñ-anon coge forma: el cóctel explosivo de la derecha radical española

La pandemia ha sido el momentum perfecto para la derecha radical española. Después de consolidar a V0X como instrumento electoral quieren ampliar su base de votantes. Es por eso que están construyendo todo un explosivo cóctel que V0X riega generosamente con su gasolina. Y, lo peor de todo es que el PP y muchos medios de comunicación les compran sus marcos. Y es que Ñ-anon (como le dice mi amigo Pere Àlvaro), aprovecha la pandemia para disfrazar el egoísmo neoliberal de libertad. Y funciona igual que las teorías conspirativas de los Estados Unidos; como si de diferentes corrientes religiosas de una misma religión se tratara, cada cual cree en una o varias conspiraciones, pero todos van confluyendo poco a poco y construyendo un “nosotros”.

Sin embargo, todo “nosotros” necesita de un “ellos”. Y... ¿Quién forma parte del enemigo? Una coalición muy heterogénea. En primer lugar, todos los nacionalistas catalanes, gallegos, vascos, navarros o valencianos, que, como dijo la propia Ayuso, son considerados “lo peor de España”. Estos tratan, supuestamente, de imponer sus lenguas para acabar con el español (porque claro, como piensan ellos, pobrecitos míos, “esto es España y aquí se habla en español”). Y encima el castellano está perseguido, qué qué.

A todo este panorama hay que sumar los inmigrantes, que “corrompen la españolidad” y sus valores, y, además, mos furten el treball. Y, cómo no olvidarnos de todos los historiadores y periodistas de izquierdas que hacen de la pseudohistoria, como cuenta siempre Vicent Baydal, su bien más preciado al servicio de su nacionalismo excluyente. Y, por último, el enemigo externo: unas supuestas élites globalistas (porque ahora no pueden decir abiertamente “judías”) que conspiran para imponer un nuevo orden mundial que acabe con los Estados-Nación y, por lo tanto, con España. Es el momento de poner en marcha nuestros propios medios y de utilizar todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance. ¡Nos jugamos mucho!

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