Sergio López Oña es el CEO de Cubierta Solar, empresa especializada en autoconsumo fotovoltaico para el sector industrial. En esta entrevista con Valencia Extra, explica los motivos del traslado de su sede corporativa a Valencia, destaca el potencial de ahorro energético con instalaciones personalizadas que combinan paneles solares y baterías, y analiza las oportunidades y retos para las empresas valencianas en la adopción de estas tecnologías sostenibles.
¿Por qué habéis elegido Valencia como nueva sede? ¿Qué oportunidades estratégicas representa?
Valencia es la tercera ciudad más importante de España y para nosotros, que venimos de Alicante, supone acercarnos más a nuestros clientes. Es un polo industrial, tecnológico y de ingeniería muy potente. Para una empresa como la nuestra, especializada en autoconsumo industrial, es fundamental estar donde está la industria.
Eso sí, las oficinas de Alicante no desaparecen. Cubierta Solar nació hace más de una década en Alicante y tenemos una cartera muy sólida de clientes en toda la provincia. Lo que vamos a hacer es duplicar nuestra presencia: mantendremos una oficina técnica y comercial en Alicante, y abriremos una nueva sede corporativa en Valencia, que también tendrá esas dos áreas. Esto implica que vamos a crear empleo, especialmente en Valencia.
¿Ya trabajáis con los sectores clave de Valencia y Castellón, como el cerámico, agroalimentario o logístico?
Sí, después de tantos años hemos trabajado con prácticamente todos los sectores. Tenemos ya clientes en Valencia y Castellón, pero como bien dices, son zonas con industrias muy potentes y queremos reforzar ese contacto.
Contáis con más de 320 instalaciones y 100 MWp de potencia instalada. ¿Qué sectores detectáis con más interés en el autoconsumo?
Ahora mismo, los sectores turístico y agroalimentario son los más activos, y tienen mucha presencia tanto en Alicante como en Valencia.
El turismo tiene un consumo energético muy estacional pero muy elevado, especialmente en verano, lo que hace muy recomendable el autoconsumo con baterías. En el caso del sector agroalimentario, el consumo es constante durante todo el día, por sistemas de bombeo, refrigeración, etc. Por eso, el autoconsumo con baterías también es ideal para ellos.
reducir la factura energética y avanzar hacia la sostenibilidad.
¿Cómo funcionan esas baterías dentro de un sistema de autoconsumo?
Las baterías tienen tres modos principales de funcionamiento. El primero es el más conocido: almacenar el excedente de energía que se produce a mediodía —cuando hay más sol— y usarla por la mañana o por la tarde, cuando el precio de la energía es más alto y la generación solar es baja.
El segundo es el modo "peak shaving", muy útil para empresas que tienen picos de consumo puntuales que superan la potencia contratada. En esos casos, la batería cubre ese exceso y evita penalizaciones por parte de la distribuidora, reduciendo bastante la factura eléctrica.
El tercer modo, que empieza ahora a cobrar fuerza, es usar las baterías para cargar en periodos de tarifa baja (incluso desde la red) y consumir o vender la energía cuando el precio sube. Una especie de "trading energético".
¿Qué ahorro puede conseguir una empresa que implanta una solución de autoconsumo con vosotros?
Depende mucho del perfil de consumo del cliente, pero con una instalación fotovoltaica bien dimensionada, incluyendo baterías, se puede alcanzar un ahorro de hasta el 60%, e incluso más en algunos casos.
¿Cómo diseñáis ese tipo de instalación personalizada?
Hacemos siempre un estudio previo. Analizamos lo que llamamos la curva de carga: cuánta energía consume el cliente en cada tramo horario. A partir de ahí, dimensionamos la instalación fotovoltaica, calculamos cuánta energía cubrirá, y si hay baterías, también analizamos cuánto excedente se puede almacenar y cuándo se puede descargar. No se trata de llenar el tejado de paneles ni de poner baterías de más: se trata de instalar lo que realmente necesita cada cliente.
¿Qué sectores muestran más reticencia a implantar estas soluciones?
La fotovoltaica ya está muy implantada, no hay mucha resistencia. Donde encontramos más barreras es en la adopción de baterías. Es una tecnología nueva, y hasta hace poco no era rentable. Ahora que lo es, cuesta que las empresas se den cuenta de lo mucho que pueden ganar.
Quizá el sector más conservador es el agrícola, que depende mucho de subvenciones y suele ser más tradicional a la hora de adoptar nuevas tecnologías.
En 2023 recibisteis la certificación B Corp. ¿Qué ha supuesto eso para vosotros?
Para nosotros la sostenibilidad es clave, y ya forma parte de nuestra actividad. Ser empresa B Corp nos sitúa entre las compañías que están a la vanguardia de las prácticas ambientales y sociales responsables. Es un orgullo y también una responsabilidad. Y a nivel comercial, por supuesto, es un punto a favor.
¿Qué dudas suelen tener las empresas antes de dar el paso? ¿Es un tema económico o más bien cultural?
Diría que es más cultural. Todavía hay ciertas resistencias a incorporar tecnologías nuevas si no están suficientemente probadas. Hace 10 años costaba convencer a las empresas de instalar fotovoltaica. Hoy, ya nadie lo discute. Ahora estamos en ese mismo punto con las baterías.
Curiosamente, el apagón eléctrico de hace unos meses ha despertado bastante interés por las baterías. Muchos empresarios se dieron cuenta de su vulnerabilidad y ahora entienden que tener una batería puede no solo ahorrar costes, sino también asegurar la continuidad del negocio. Además, las baterías permiten monitorizar la instalación y optimizar los ciclos de trabajo para ser más eficientes.
Y también hay un problema con las ayudas. Aunque en teoría son positivas, muchas veces generan un efecto contrario. Desde que se anuncia una posible ayuda hasta que sale el decreto y se puede presentar el proyecto, hay un parón. Las empresas se esperan y se retrasa la inversión. Quizá sería mejor pasar a un modelo como en otros países, donde la ayuda llega a posteriori, vía fiscalidad. Haces la inversión, cumples los requisitos, y luego aplicas la deducción. No estás pendiente del “dedo mágico” de la administración.
¿Qué tipo de baterías usáis y qué vida útil tienen?
Usamos principalmente baterías de ion-litio. La más común para un cliente industrial medio tiene una capacidad de unos 200 kWh y una potencia de 100 kW. Se pueden modular: puedes tener dos, tres, o hasta seis módulos según las necesidades. También hay versiones más pequeñas para pymes o uso doméstico.
En cuanto a la vida útil, hablamos de unos 6.000 ciclos de carga y descarga. Eso no significa que se agoten ahí, pero es un estándar bastante aceptado. Si se cuidan bien, pueden durar más.
Para terminar, ¿qué mensaje enviarías a las empresas valencianas que aún no han apostado por el autoconsumo?
Que ya son pocas las que no lo han hecho. El autoconsumo es una tecnología probada, eficiente, que funciona. Eso sí, deben tener cuidado al elegir proveedor, porque es un sector con bastante intrusismo. Hay empresas que vienen de otros sectores y creen que es instalar paneles y ya está. Pero esto tiene su ciencia, su ingeniería, y es clave hacerlo bien desde el principio.