“Todo el interior está seco”, cuenta Carles Roselló, técnico forestal del Consorcio de Bomberos de València, a nuestro medio. Ello, ante la sequía que durante este año está azotando a la provincia y a toda la península ibérica. Los 714 incendios que ocurrieron solo en València durante el pasado mes de marzo le han llevado a coronarse como el peor de la década. Esas cifras, no solo duplican la media para un mes de marzo habitual, sino que se incrementan en un temeroso 736% respecto al mismo mes del año anterior, en el que hubo 97 incendios.
Estas cifras de récord también traspasan al conjunto del primer trimestre del año. Con un total de 1.227 incendios de enero a marzo, se han duplicado las cifras del mismo periodo de 2022, unos números que se asemejan al 2012, considerado un año negro en cuanto a incendios se refiere. Según Roselló, desde el Consorcio de Bomberos se están preparando para un verano complicado y de características similares al de 2012, el año de los últimos grandes incendios de Cortes de Pallás y Andilla, que acabaron con más de 50.000 hectáreas aquel año. “Todavía estamos a tiempo de que llueva, unas cuantas tormentas podrían relajarnos un poco, pero por el momento no es lo que se prevé”, explica con algo de esperanza el técnico forestal, ante un verano, cuanto menos, alarmante.
El impacto humano
Desde el organismo público, advierten además del gran impacto que tienen los ciudadanos en la creación de estos incendios forestales, pues se encuentran detrás del 80% de estos. Un mal uso del terreno agrícola y forestal con situaciones de quemas agrícolas descontroladas, fogatas dentro de parcelas y, en menor medida, los actos pirómanos son los mayores causantes de este tipo de incendios, por lo que recuerdan a la ciudadanía el cuidado especial que tienen que hacer con el uso del fuego. Un cuidado que en escenarios como el de este 2023, con falta de lluvias y olas de calor, se debe priorizar, pues el riesgo de incendios es todavía mayor.
También recuerdan a los propietarios de las parcelas rurales o agrícolas que es importante que las mantengan limpias y que eviten malos usos del fuego en las mismas. Actualmente, con el abandono del mundo rural, y según afirmaba Roselló, “el monte va ganando terreno”, lo cual se convierte en otro agravio para el descontrol de los incendios. “Si los dueños de las casas y terrenos pegados al monte tienen sus parcelas despejadas, nos crean un lugar para poder resistir al fuego”, afirma el técnico forestal. Desde el Consorcio de Bomberos también han reiterado la importancia de las tareas de prevención que se realizan a través de sus brigadas forestales y que ayudan al control de estos incendios.