Las pipas de Alcácer de las que nadie habló

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22 de octubre de este año, hace casi un mes. El Valencia recibe al Barcelona en un partido polémico que concluye con un 3-2, obra de Messi. De pronto, el abrazo de celebración de la MSN y cía se ve interrumpido por una botella de agua lanzada desde la grada. Un golpe leve pero repleto de consecuencias.

La onda expansiva sigue hasta hoy. La Comisión Antiviolencia decidió multar al chico culpable con 3001 euros y seis meses sin entrar a Mestalla ni a ningún otro estadio ni recinto deportivo. Sanción ejemplar, dirían. La idea es que nadie se atreva a cometer el mismo error.

Sin embargo, ese día hubo otra incidencia en el que pocos informativos se han detenido y que han marginado por no ser tan llamativa, aunque lo es. Los protagonistas fueron un hombre ubicado detrás del banquillo culé y... Paco Alcácer, ahora azulgrana.

Cuando el de Torrent se acercaba a sentarse en el banquillo y el duelo no había empezado, recibió un paquete de pipas directamente en la cara. Alcácer siguió su camino acongojado y se sentó al lado de Mathieu, quien devolvió el paquete a un hincha sonriente, orgulloso de su idiotez.

¿Hasta qué punto nos enteramos de las sanciones por violencias de esta naturaleza? Al unísono la Comisión multó con 10000 euros al Dépor por una pancarta “provocativa” de los Riazor Blues, con 3001 a un hincha del Celta por lanzar una botella a unos del Ajax y con 3500 al Athletic por permitir la entrada de dos cervezas al San Mamés.

Pero nada se dijo sobre esas pipas, o al menos no nos enteramos. Más allá del contexto de la salida de Alcácer, del odio fanático y febril de unos pocos valencianistas, lo de golpear así, impunemente y por motivos "futbolísticos", no hace más que ensuciar este hermoso deporte.

Si se quiere impartir disciplina, que se haga bien y con la complicidad responsable de los medios de comunicación para el público de la Liga o la Champions. Sin exageraciones, sin focos exclusivos. Todo el mundo del fútbol lo agradecerá.

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