El arte urbano ha conseguido transformar el paisaje urbano de la ciudad de València, y ese éxito, ha llevado a sus artistas a saltar al plano nacional e internacional. Hablamos con Julieta XLF, que ha hecho de sus murales un espacio para la reflexión y una herramienta para tocar la vida de otras personas, llevando su universo colorido, con una mujer como protagonista, a países como Francia, Italia, Grecia, Serbia, Bélgica, Luxemburgo, Chile, México, Bolivia, Palestina o Estados Unidos.
¿Cómo fueron tus inicios? ¿tenías claro que querías ser artista urbana’
Cuando estaba estudiando Bellas Artes, mi carrera en aquel entonces iba más encaminada al trabajo con el cuerpo y el espacio, de hecho yo me especialicé en arte público, que se conecta un poco con el arte urbano. Además, en ese momento estaba estudiando danza para ser bailarina, pero decidí dejarla de lado y centrarme más en las bellas artes.
Esto lo comento porque al final mi trabajo iba más en toda esa línea en la que se trabaja con las tres dimensiones. La pintura para mí no tenía esa tercera dimensión que me podía dar la danza, la escultura o la instalación. Esa tercera dimensión la encontré en el contexto. Cuando empecé a salir a pintar en la calle con amigos vi esa tercera dimensión en la interacción que supone encontrarte con la gente, tener que adaptarte al medio, al lugar, la aventura que conllevaba el salir a pintar. Y sin darme cuenta, seguí saliendo a pintar y poco a poco fue ocupando cada vez más parte de mi vida, pero nunca me planteé ser artista urbana.
¿Cómo llegas a poder vivir de ello?
Al principio, mi colectivo (Colectivo XLF) nos dedicábamos más a pintar persianas de comercios y a veces a hacer pequeños encargos comisionados privados, por ejemplo restaurantes, habitaciones o salones para particulares o pequeñas empresas. Al principio era muy precario pero poco a poco fue creciendo, también nos hemos ido profesionalizando, porque hay que tener en cuenta que el arte urbano es una disciplina muy reciente. El muralismo tradicional no, pero nosotros trabajamos con otros materiales, es todo mucho más rápido, no se busca que perdure en el tiempo. Trabajamos dentro de lo efímero y eso también nos permite tener otros precios mucho más asequibles. Y bueno, porque creo que también que nuestra cultura es como nuestro modo de vida, donde todo pasa mucho más rápido. Además, ahora se apuesta más por el gran formato.

Me imagino que toda esa evolución que comentas ha ido también de la mano de la ruptura de estigmas. ¿Cómo lo has vivido tú concretamente? Has participado en campañas de concienciación…
Los estigmas venían principalmente por las intervenciones urbanas sin permiso. Yo creo que se mezcla con la idea de un grafiti con letras, pero cuando nosotros empezamos a ilustrar en los muros, es un lenguaje más fácil, lo puede entender cualquiera. Entonces el espectador, el transeúnte que camina por la ciudad, empieza a conectar con esas imágenes que entiende y ahí empieza a aceptar ese lenguaje.
En mi caso, en nuestro colectivo XLF teníamos el estudio en el barrio del Carmen y en la época en la que se tiraron tantos edificios abajo, había un montón de muros de solares pintados de gris... Nosotros queríamos cambiar eso y usábamos esos muros para pintar sobre ellos, narrar y contar nuestras historias y desarrollar nuestra creatividad. Y el barrio lo recibía bien porque pasaban de tener un muro gris a tener un muro con color. Conseguimos que en eso que se eternizaba, pudiésemos dejar nuestras obras o pintar sobre ellas.
¿Cómo dirías que ha evolucionado tu obra?
A nivel técnico he pasado de un formato pequeño y más inmediato al formato grande, porque en los últimos años me he dedicado más a pintar sobre todo medianas de fachadas, algo que me gusta un montón, porque es en ese formato donde todavía me sorprendo a mí misma. He sufrido mucho en esos formatos, porque igual a mitad del proceso pensaba, “madre mía, esto va a ser un desastre”, y luego siempre salía bien.
A nivel de temas, cuando empecé a pintar en la calle lo hacía desde una perspectiva mucho más naive, igual no me planteaba lo que me planteo ahora, pero sí que es verdad que igual he pasado a una parte más estética, por así decirlo, a jugar con el color, con el ritmo de las formas, con cosas que me resultaban exóticas de mi cultura y de culturas ajenas a la mía. También he viajado mucho, América Latina me inspiró mucho también a la hora de generar el imaginario de mi trabajo, y actualmente siento que mi evolución me está llevando a un lugar más allá donde me interesa más el arte con una perspectiva social y el impacto que puede tener a nivel social más que la pieza en sí misma. Por ejemplo, estuve en Palestina trabajando y pinté en unas escaleras por donde pasan los niños para ir al colegio todos los días y que ahora es un desastre. Yo pienso siempre que, directa o indirectamente, el arte en la calle mejora la vida de las personas.

Y para ello, una niña te ayuda a plasmar todas esas ideas…
Sí. Yo siempre digo que es una figura femenina protagonista de sus propias aventuras y reflexiones. Y esto viene un poco a colación de crear referentes para las niñas. Históricamente en todos los sectores se ha silenciado mucho el papel de la mujer, y quiero dar voz. Intenté evitar trabajar con personajes humanos, que en realidad son mis figuras femeninas -porque casi nunca trabajo con personajes masculinos-, pero me di cuenta de que conecto mucho más con la gente si están estos personajes.
¿Hay pocas artistas urbanas o siguen sin tener visibilidad?
Yo creo que no están suficientemente visibilizadas, porque hay muchísimas. Las mujeres tenemos muchos más factores que afectan a nuestra carrera profesional, como puede ser la maternidad, y hay muchas artistas que en algún momento, si deciden ser madres, pues casi tienen que parar. En este sector además estás trabajando muchas veces con productos tóxicos, te subes a una máquina… Con los años y yendo a festivales y conociendo artistas, ves que hay muchas y con un trabajo de mucha calidad.
Has desarrollado gran parte de tu carrera en otros países. ¿Ves mucha diferencia con España?
Más bien veo diferencia post pandemia, creo que cada país trabaja más con artistas locales, y en pre-pandemia había mucho más movimiento, o por lo menos es mi experiencia. Ahora estoy trabajando muchísimo más en la Comunitat Valenciana, siento que todo ese trabajo que he hecho fuera ha dado sus frutos y que ahora mi trabajo se reconoce en mi propia ciudad, en mi comunidad, y que me buscan y que es algo que antes no me sucedía.

Has participado en muchos certámenes y programas públicos. ¿Crees que se apoya lo suficiente al arte urbano desde las administraciones públicas?
Pienso que se ha avanzado mucho para bien y que hay muchos certámenes y festivales de arte urbano que nacen de la institución, y que están subvencionados por instituciones que antes no existían. Pero sí que pienso que hay que ser más realistas y es necesario hacer todavía más.
A nivel social, parece que también ha habido una respuesta, incluso con movimientos que han pedido salvar murales en las calles. ¿Si echas la vista atrás, te sorprende esta reacción?
Aquí hay una doble lectura porque a mí, por ejemplo, me gusta mucho el arte efímero, es una manera de entender también lo que es la vida, un tránsito, algo que no se va a conservar eternamente. Hay otras disciplinas que no son efímeras y que se conservan, pero justo el arte urbano me ha parecido siempre muy interesante que tenga esa connotación de ser efímero para que podamos también valorar, que nos haga conectar con otro tipo de lecturas y que es una pieza que está ahí en ese momento y que se va a ir deteriorando con el paso del tiempo, porque no está pensada para que perdure y entonces tienes que disfrutarla en ese momento. Entonces, para mí, la conservación del arte urbano no tiene mucho sentido, pero entiendo que en casos concretos sí se quiera conservar, porque pasa a ser parte de la historia de un colectivo o de un lugar.
Formas parte de ‘Principios’, una exposición que pone el foco en artistas urbanos valencianos en el Centre del Carme Cultura Contemporània. ¿Qué quieres que el público descubra de ti?
A mí me parece que lo más interesante de la exposición son las cronologías. Cada artista, entrevistados por Vinz Feel Free, el comisario, le hemos ido contando un poco toda nuestra trayectoria, y de ahí han salido diez momentos que han podido ser claves en nuestra carrera. También me parece muy interesante poder ver la evolución a través de las tres piezas que hay de diferentes momentos de nuestra carrera. Quienes vayan, tienen que leer (ríe).
Se habían hecho ya exposiciones sobre arte urbano, aunque no tanto con el foco puesto en artistas, y València es una cantera de talento…
Sí, es verdad que ha habido exposiciones, pero suelen ser desde el momento presente y me parece muy interesante esta propuesta. Son como pequeñas pinceladas, pero hay muchísimo más que contar y creo que abre la puerta a que se empiece a registrar también toda esa memoria de lo que ha sido Valencia y cómo ha sido una cantera de artistas.
