Ilustración valenciana en el MuVIM con la globalidad local de Aitana Carrasco y Mik Baro

El museo de la Diputació confirma su apuesta por la creatividad y el diseño con dos muestras en la Sala Alta y la fachada del edificio

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Exposición de Aitana Carrasco
Exposición de Aitana Carrasco

El MuVIM exalta la importancia de la ilustración como género artístico con dos nuevas exposiciones con las que mostrar los trabajos de algunos de los mejores ilustradores valencianos de la escena actual, ‘Kalila y Dimna’ de Aitana Carrasco y ‘La protección del agua’ de Mik Baro. Unas propuestas que, desde la globalidad de lo local, nos invitan a la reflexión en las salas del museo dependiente del área de Cultura de la Diputació de València.

Ambas muestras podrán visitarse hasta el mes de septiembre. En el caso de Mik Baro, su trabajo ocupa la fachada del museo, mientras que la obra de Aitana Carrasco se ubica en la Sala Alta, donde puede accederse en el horario habitual del MuVIM, de martes a sábado de 10 a 14 y de 16 a 20 horas y los domingos de 10 a 20 horas de forma ininterrumpida.

“Dos exposiciones que confirman la apuesta por la creatividad gráfica y el diseño que está haciendo el MuVIM y que se suma a las dedicadas a la tipografía, ilustración o el diseño publicitario que se muestran actualmente”, indica Gloria Tello, diputada del MuVIM.

Kalila y Dimna

Se dice que una imagen vale más que mil palabras y es que ilustrar gráficamente aumenta la efectividad del mensaje. “Al pensamiento se le da una forma gráfica”, señala Amador Griñó, jefe de exposiciones del museo. Al igual que la imagen, las fábulas nos trasmiten un mensaje y prestar atención al ‘Kalila y Dimna’ significa una mirada a influencias decisivas. 

Como hace siglos, y desde una globalidad local, Aitana Carrasco realiza una interpretación magistral de esta magna literatura creando 20 ilustraciones “a partir de la técnica del collage y partiendo de grabados del siglo XIX, recibiendo influencias de las marionetas de la India o de las sombras chinas”, ha afirmado la artista en rueda de prensa. Carrasco ha destacado también que se trata de “una exposición libro, un libro en una pared. Podemos ir leyendo el cuento caminando por la exposición”.

En la exposición que este jueves inaugura el MuVIM encontraremos representadas nueve de las fábulas recogidas en ‘Kalila y Dimna’, a través de unas ilustraciones que dejan al espectador decidir sobre qué le transmite la obra, no es concluyente a ojos del visitante, otorgándole el poder de decidir. En este sentido, Amador Griñó destaca que “una imagen se convierte en un emblema y los emblemas en enseñanzas prácticas, como se observa en las muestras que hoy presentamos”.

Un pequeño manual gráfico del cambio climático

El gesto gráfico, el dibujo, es el lenguaje más antiguo de la humanidad. La escritura tiene “apenas” 5.000 años, mientras que las pinturas rupestres casi 50.000. Solemos olvidar que los seres humanos hemos pasado el 95% de nuestra historia en la Prehistoria, como bien dicen Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga en La vida contada por un sapiens a un neandertal; lo cual quiere decir que el ser humano está atávicamente preparado para entender, decodificar e interpretar imágenes antes que palabras. 

Y eso es algo que Mik Baro ha sabido aprovechar en la gigantografía que ha concebido para exhibirse en la piel exterior del MuVIM, en su fachada. Porque ha sabido utilizar los recursos del dibujo —del cómic, más en concreto— para elaborar píldoras icónicas o concentrados simbólicos altamente significativos. Los dibujos de Mik no tienen en esta ocasión, como sucede con el tebeo clásico, una función narrativa, es decir que no sirven para ilustrar una historia lineal clásica, con planteamiento, nudo y desenlace. 

En este caso, Mik Baro construye dibujos-concepto que le sirven para ilustrar una idea concreta, aislada pero relacionada con el conjunto: el negacionismo climático, la desertificación, los paradójicos efectos del cambio climático (desde las sequías a las inundaciones), la subida del nivel del mar, la pérdida de la biodiversidad, la desaparición del permafrost y un largo etcétera. 

Cada dibujo de Baro en este mural se convierte así en un significante autónomo, cuyo significado es rápida e intuitivamente captado por el espectador, precisamente porque estamos más preparados para entender las ideas cuando se expresan en imágenes que cuando lo hacen en palabras. Simplemente porque llevamos miles de años haciéndolo. Si una imagen vale más que mil palabras, como suele decirse, las 45 imágenes de este mural de Mik Baro equivaldrían por tanto a más de 45.000. Lo que significa que el mural de Baro —El agua— es en realidad un breve tratado, un compendio, un pequeño manual gráfico del cambio climático.

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