El Ayuntamiento de Valencia está decidido a frenar el crecimiento descontrolado de la población de palomas en la ciudad, y para ello estudia imponer multas de hasta 3.000 euros a quienes las alimenten en la vía pública. Esta medida, todavía en fase de evaluación, se enmarca en una estrategia integral contra la superpoblación de aves urbanas, impulsada por la Oficina de Bienestar Animal.
Según el consistorio, dar de comer a las palomas no solo alimenta la plaga, sino que además provoca problemas de salud pública, deteriora el patrimonio urbano y genera un desequilibrio ecológico al desplazar a otras especies autóctonas. "Es un error pensar que darles comida es un acto compasivo. Al contrario: estamos incentivando un problema creciente", advirtió el concejal de Bienestar Animal, Juan Carlos Caballero.
36.000 palomas en la ciudad: una cifra que no deja de crecer
El último estudio municipal, realizado por técnicos especializados de la empresa Lokímica, ha cifrado en 35.564 los ejemplares de paloma que habitan actualmente en Valencia, lo que representa un aumento de más del 60% respecto a los cerca de 22.000 contabilizados en 2021. Este crecimiento sostenido ha encendido las alarmas en el Ayuntamiento, que ha decidido actuar con todos los recursos disponibles.
La proliferación se atribuye, principalmente, a tres factores: el abandono de edificios, la alimentación constante por parte de particulares y la falta de una estrategia más ambiciosa en los últimos años, que se limitaba a colocar pienso esterilizante sin acompañarlo de otras medidas de apoyo.
Por ello, uno de los pilares de la nueva estrategia será la penalización económica a quienes alimenten a las palomas, algo que hasta ahora no estaba contemplado con claridad en las ordenanzas. Caballero subraya que las sanciones podrán alcanzar los 3.000 euros, y que se busca enviar un mensaje claro: esta conducta, lejos de ser inocente, es parte del problema.
Comederos, censos, tecnología y educación: un plan completo
Más allá del régimen sancionador, la estrategia municipal incluye acciones como la reubicación de comederos con pienso esterilizante, la implementación de ultrasonidos disuasorios y la captura controlada de ejemplares, siempre bajo criterios éticos y veterinarios. Las aves retiradas serán trasladadas a palomares ecológicos, y solo se contemplará su sacrificio en casos de enfermedad o deterioro grave.
También se coordinarán acciones con el área de Patrimonio para proteger fachadas, estatuas y otros elementos arquitectónicos afectados por los excrementos corrosivos de las aves. Según el Ayuntamiento, en 2024 ya se han tramitado más de 100 expedientes por problemas relacionados con palomas en viviendas, además de 93 quejas vecinales.
El consistorio ha detectado focos especialmente conflictivos en los barrios de Patraix y Poblats Marítims, donde la presencia de “alimentadores” y la acumulación de cereales en el entorno portuario favorecen la concentración masiva de palomas. La nueva normativa sancionadora podría aplicarse con especial intensidad en estas áreas.
La campaña de control irá acompañada de acciones didácticas en centros escolares y de mayores, para sensibilizar a la población sobre las consecuencias de alimentar a las palomas y fomentar una convivencia responsable con la fauna urbana. El programa cuenta con un presupuesto de 220.000 euros para dos años,.
“Queremos una ciudad más limpia, segura y respetuosa con el medio ambiente. Pero para conseguirlo necesitamos la implicación de toda la ciudadanía. Las multas son una medida necesaria, pero también lo es el cambio de conciencia colectiva”, ha concluido Caballero.