La Malva-rosa sale a la calle para denunciar un problema que persiste durante 30 años

La asociación vecinal del barrio salió ayer a las calles para denunciar la venta y consumo de drogas en sus calles

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Manifestantes en las calles de la Malva-rosa. Fotografía de @josara_l
Manifestantes en las calles de la Malva-rosa. Fotografía de @josara_l

Los vecinos y las vecinas del barrio de la Malva-rosa salieron a manifestarse ayer por la situación que actualmente viven en sus calles. Pero este problema no es nuevo. Un 7 de octubre, pero de 1991, el vecindario salía a las calles para poner fin al consumo y venta de droga en muchas partes del barrio. Así, la Asociación de Vecinos y Vecinas de la Malva-rosa Amics de la Malva convocaron ayer una movilización con motivo de los 30 años de la histórica manifestación que hicieron en el mismo barrio por unas razones que, todavía a día de hoy, continúan estando presentes.

Hace 30 años el barrio de la Malva-rosa vivía un momento histórico. Centenares de vecinos se ponían en pie para exigir el fin de el mercado de la droga en sus calles, así como la inseguridad y el miedo que esto suponía para ellos. Se quejaban en su momento de que las autoridades no transladaban en hechos lo que finalmente se quedaba en palabras vacías. Y la situación, tres décadas después, no parece ser muy diferente a la de entonces.

Bajo el lema "Por una Malvarrosa digna, habitable y sin drogas", la Asociación de Vecinos y Vecinas de la Malva-rosa denuncia que continúan conviviendo con la inseguridad y el miedo derivado del tráfico y consumo de estupefacientes.

En declaraciones a À Punt, Pau Díaz, vocal de comunicación la asociación, explicaba que el mercado de la droga está volviendo a degradar el barrio y que lo está llevando a una situación intolerable, ante la cual el vecindario ha decidido plantarse y decir basta. Además, quieren aprovechar la efeméride para recuperar la memoria de un barrio combativo y pedir, además del fin del mercado de la droga, mejore sanidad y educación pública, más plazas y menos descampados y una biblioteca, puesto que son uno de los pocos barrios de la ciudad que no tienen.

Otros vecinos y vecinas que se han manifestado apuntaban a que el problema principal radica en que el barrio necesita una actuación integral, ya que “el barrio está deteriorado y en mal estado”. Además, también denunciaban que los barrios periféricos de la ciudad de València sufren un abandono histórico y que por eso a día de hoy “continúan sin resolverse problemas que ya existían hace tres décadas”, como el de la venta y consumo de drogas en varios puntos del barrio.

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