Concursante del programa televisivo "Maestros de la Costura" y propietario del taller "Angelita Suay", en honor a su abuela, Jaime Guillem siente pasión por el bordado. Y es que viene de familia. Cinco generaciones de bordadores que han vivido los años dorados del bordado, pero también la época más gris. Aun así, Jaime nunca ha abandonado su ilusión por este oficio, casi olvidado. Decidió abandonar sus estudios de Ingeniería de Caminos para dedicarse por completo a la aguja. Desde entonces, sigue abriéndose camino en el mundo de la moda, trabajando con las últimas tendencias, pero también innovando para llevar el nombre de su taller, "Angelita Suau", a lo más alto.
"Pocos meses después de comenzar la carrera, mi madre faltó. En mi casa había trabajo, y comencé a hacerme cargo compaginándolo todo hasta que la aguja me llenó tanto que sabía que solo me querría dedicar a eso. Me moví por el corazón y por el sentimiento. Para dedicarte a esto es necesario tener unos conocimientos, pero lo que de verdad te mueve son las pasiones, las entrañas". Y es que este trabajo requiere horas y horas de dedicación para que el resultado sea inmejorable. "Mi meta sería unir los dos oficios que me apasionan: la moda y el bordado. Por eso, ya estamos trabajando en el lanzamiento de una línea de moda bordada".
Jaime tiene la vista puesta en el futuro, pero sin olvidar sus raíces. De todos sus trabajos, siente orgullo del mantel bordado que le hizo a la Mare de Déu para el besamanos, y todavía se emociona cuando habla de su primer trabajo bordado en oro, encargo de un pueblo de Huelva. "Mejor o peor siempre hemos vivido de esto. El artesano bordador es un oficio que desgasta mucho la vista, y que se está perdiendo. De mi generación, soy de los pocos que quedan", pero Jaime no cambia por nada el sacrificio de todos estos años y, desde luego, piensa seguir creciendo.