Temor en la Finca Roja: Un año asediada por los okupas ilegales

Los residentes conviven entre amenazas de muerte: "Tenemos miedo de que no los puedan echar porque tienen niños"

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Ocupas en la Finca Roja
Ocupas en la Finca Roja

Miedo. Hartazgo. Los vecinos de la finca roja llevan cerca de un año conviviendo con residentes ilegales. “Hace un mes fue el juicio, estamos esperando a que se ejecute la orden de desahucio”, comenta una vecina. No quiere dar su identidad por temor a que los ocupas tomen represalias contra ellos. Han vivido varios episodios violentos. “Hace poco nos empezaron a insultar y a amenazarnos con rajarnos el cuello por denunciarlos”, rememora la afectada. 

A pesar de que el procedimiento judicial haya avanzado, los vecinos no las tienen todas consigo. “Tenemos miedo de que no los puedan echar porque tienen niños”, asegura la residente. Según comenta, los ocupas entraron en el piso por la fuerza y han estado alquilando habitaciones de manera ilegal. “Siempre entra y sale gente nueva”, comenta. 

Su presencia en la finca ha comenzado a causar daños materiales. Por una rotura en la bajante, los habitantes de la planta baja han visto cómo sus viviendas se llenaban de humedades, sumado a un intenso olor de aguas fecales. Incluso el techo del rellano del edificio está carcomido. “Es una pena en el estado en el que se ha quedado un edificio tan emblemático como este”, opina la afectada. 

La Finca Roja está reconocida como Bien de Interés Cultural (BIC) y tiene a la escuela de Ámsterdam como referente arquitectónico ya que recuerda a muchos edificios de estilo holandés con el ladrillo rojo como elemento diferencial y que, sin ser un edificio de estilo modernista al uso, sí que tiene tintes de arquitectura modernistas. Un edificio histórico de la ciudad que ahora se ha visto afectado por la presencia de ocupas ilegales. 

El pasado mes de octubre, los residentes salieron a la puerta de la finca para encabezar una cacerolada para pedir que desalojaran a los ocupas. “Nos sentimos muy abandonados. El barrio no nos apoyó. Estábamos solos”, comenta la afectada. Han tirado la toalla de reivindicarse en las calles. “Nadie nos escucha”, asegura. 

La mujer está en tratamiento psiquiátrico desde que los residentes ilegales se instalaron en su vivienda. “Tengo fuertes crisis de ansiedad. No puedo dormir por las noches. Estoy todo el rato con miedo de que vengan a hacerme algo”, asegura. Su voz es temblorosa. Tiene que tomar ansiolíticos para poder relajarse. 

Son incontables las veces que han llamado a la Policía. Según relatan, los ocupas ilegales tienen un perro potencialmente peligroso que campa a sus anchas por el patio interior. “Lo llevan sin correa y sin bozal, cualquier día se nos echa encima”, teme la mujer. Los ruidos por las noches son incesantes. Los residentes ilegales gritan y arrastran muebles por la estancia haciendo que los vecinos no puedan descansar. “No se puede vivir de esta manera”, asegura la vecina. 

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