Una mujer de Xirivella se enfrenta a cuatro años de cárcel por homicidio imprudente

La viuda administraba a su marido demasiadas dosis de antidepresivos

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Imagen de archivo de unas pastillas
Imagen de archivo de unas pastillas

El Juzgado de Instrucción número uno de Mislata ha llevado finalmente a juicio a la mujer del hombre fallecido en Xirivella el 11 de marzo de 2018. La desde entonces viuda está acusada de un delito de homicidio imprudente por presuntamente haber acabado con la vida de su esposo, sin que conste que esa fuera su intención. El caso es que la mujer le suministraba de manera reiterada y sin prescripción médica un medicamento llamado Deprax, un antidepresivo.

El hombre, que fue hallado muerto en su vivienda de Xirivella, no presentaba signos de violencia. Aunque sus problemas de alcoholemia y antecedentes médicos de hipertensión y diabetes indicaban que podía tratarse de una muerte natural. Sin embargo, la autopsia encontró unos niveles de trazodona –principio activo de medicamentos antidepresivos– muy elevados, por encima del triple de la dosis máxima terapéutica, destapándose así que se trataba de una posible muerte violenta de origen tóxico. 

En declaraciones del Ministerio Fiscal, recogidas por el diario Levante-EMV, se solicitan cuatro años de prisión a la mujer por suministrarle al hombre el medicamento Deprax "con clara falta de diligencia y sin tener en cuenta el deterioro físico que le estaba generando".

La forense detalló durante el juicio que la concentración de trazodona en la sangre del fallecido era de 3,72 mg/l, el triple de la dosis que se puede tomar sin riesgo de toxicidad. Esto equivaldría a unos doce comprimidos. Sin embargo, la acusada mantuvo ayer que solo le daba media pastilla diaria antes de dormir para que su marido "pudiera descansar".

La defensa de la mujer pide su absolución por considerar que la muerte del marido no está relacionada directamente con la ingesta de estos antidepresivos, pues la dosis "era tóxica pero no letal", tal y como indicó el perito químico aportado por la defensa.

Así, en el juicio se trató la posibilidad de que el fallecido pudiera haber accedido a la medicación,  puesto que aunque no podía moverse demasiado, los antidepresivos se encontraban muy cerca de la cama. La viuda declaró que no tenía constancia de que su marido se quisiera suicidar, aunque reconoce que sus problemas con el alcohol se agravaron cuando lo echaron del trabajo en el 2016.

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