Por falta de salidas laborales, sueldos bajos y un sistema educativo que no valora su formación, un número creciente de profesionales de la educación infantil en la Comunitat Valenciana hace las maletas rumbo a Alemania. Allí les espera una realidad muy diferente: mejores condiciones, estabilidad y, sobre todo, reconocimiento.
La historia de María Fernanda Mula Ortega, de 30 años, o de Sandra Caballero de Jorge no es una excepción. Tras años trabajando en escuelas infantiles, tanto públicas como privadas en su ciudad, ambas decidieron sumarse al programa de inserción laboral gestionado por la empresa alemana Helmeca. Hoy, llevan más de un año trabajando en Alemania y, por el momento, ninguna se plantea volver, "al menos no con las condiciones actuales en España”.
“Nuestro trabajo no está bien pagado, no está valorado, y no me sentía reconocida. Amo mi trabajo, pero en España no te lo ponen fácil”, cuenta María Fernanda. Un punto de vista que también comparte Sandra: “me desmotivé con las oposiciones, había muy pocas plazas. Me planteé irme a Irlanda, pero me salió esta oportunidad en Alemania, gracias a Helmeca, y no la desaproveché. Necesitan gente y en España sobramos. No hay oportunidades”.
El caso de María Fernanda y de Sandra es similar al de otras 46 educadoras infantiles valencianas que ya trabajan en Alemania, distribuidas entre las ciudades de Múnich y Frankfurt. La mayoría son técnicas superiores en Educación Infantil o maestras especializadas en la etapa de 0 a 6 años. Todas han optado por el proyecto de Helmeca, empresa fundada en 2011 que ha gestionado ya la salida de más de 1.200 educadores españoles.
Una formación sin salida
Pese a contar con titulaciones universitarias o ciclos superiores, la situación laboral de estas profesionales en España es extremadamente precaria. Tras sus estudios, la única opción realista para encontrar un empleo estable pasa por opositar, un proceso largo, difícil y sin garantías.
“Muchas llevamos años opositando sin éxito. Hay muy pocas plazas y mucha competencia. Mientras tanto, solo encuentras trabajos mal pagados o fuera de lo que estudiaste”, explica María Fernanda.
Este desencanto se repite entre muchas educadoras, quienes descubren tarde que la vocación y la formación no bastan en el sistema español. Las pocas plazas, las bolsas de interinos saturadas y las condiciones laborales en escuelas privadas llevan a muchas a buscar alternativas en el extranjero.
“Cada vez, somos más las educadoras que nos estamos marchando si queremos trabajar de lo nuestro. Las oposiciones frustran mucho. Algo tiene que cambiar para evitar tanta fuga de talento”. Y es que, como explica Sandra, “no hace falta oposición para trabajar para el Estado en Alemania. Tan solo necesitas un nivel de alemán – que consigues por la formación que te ofrece Helmeca – y luego pasar una entrevista con casos prácticos. Al final, necesitan a gente y nosotras venimos con muchas ganas”.

Otra pedagogía, otra vida
En Alemania, el panorama es completamente distinto. Según datos de Helmeca, el país necesita cubrir más de 300.000 plazas en educación infantil en los próximos cinco años. Las ratios son mucho más bajas —en muchas escuelas alemanas hay tres educadoras por cada 12 niños— y se trabaja con metodologías modernas, centradas en el juego y la experimentación, frente a los “métodos anticuados y la sobrecarga de fichas que aún predominan en algunos centros educativos de España”.
“Aquí tengo un grupo de 12 niños y trabajamos tres personas. En España, estuve sola con 17. Es un cambio radical. Por primera vez siento que puedo hacer bien mi trabajo”, relata María Fernanda desde Múnich. Una experiencia que también comparte Sandra, que en junio hará dos años trabajando en Alemania: “aquí las clases son más participativas, hay más libertad. No hay unidades didácticas ni programación”.
Además, el salario puede ser hasta tres veces mayor que en España, con horarios que incluyen tiempo dentro de la jornada laboral para preparar clases y reuniones con familias. Incluso las horas extra se compensan o se pagan.
Del desánimo al reconocimiento
María Fernanda no esconde que el primer año fue duro por el idioma, pero destaca que la formación de alemán incluida en el programa de Helmeca —un curso intensivo de seis meses— le permitió superar la barrera inicial. También está cursando actualmente el Grado de Magisterio a distancia con la esperanza de que, si algún día vuelve, sea con más herramientas para optar a un puesto mejor en España.
“Echo mucho de menos a mi familia, pero aquí me siento valorada. Ojalá tener este trabajo en Alicante”, lamenta.
Helmeca destaca que los educadores españoles son muy apreciados en Alemania por su formación, su vocación y su ética de trabajo. Muchas escuelas infantiles incluso han aprovechado su presencia para introducir el idioma y la cultura española en las aulas.
Un fenómeno que crece
La falta de oportunidades en la Comunitat Valenciana no es un fenómeno aislado. En toda España, cientos de educadores infantiles están considerando el mismo camino ante la imposibilidad de ejercer su profesión dignamente en su propio país. La falta de planificación educativa, la escasa inversión en primera infancia y un modelo de oposición desfasado están provocando una “fuga silenciosa” de talento joven y formado.
Mientras tanto, Alemania sigue recibiendo con los brazos abiertos a estos profesionales que, como María Fernanda o Sandra siguen soñando con hacer lo que aman, aunque sea lejos de casa.