La llegada del verano no ha frenado el avance de la COVID-19 en España. Al contrario, el virus ha vuelto a ganar protagonismo en el panorama epidemiológico nacional con un repunte que ha encendido las alertas sanitarias. Según el último informe del Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda (SiVIRA), del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), la tasa de personas que acudieron a Atención Primaria por síntomas compatibles con COVID-19 entre el 30 de junio y el 6 de julio alcanzó los 12,3 casos por cada 100.000 habitantes, casi el triple que a comienzos de mayo, cuando apenas era de 4,3.
Aunque los valores aún se sitúan por debajo del umbral epidémico —establecido en 400 casos por cada 100.000 habitantes—, el informe del ISCIII y el Centro Nacional de Epidemiología advierte de que la tasa global de enfermedades respiratorias ha alcanzado los 252,7 casos, notablemente superior a la de otros veranos.
Nuevas variantes más contagiosas
Uno de los principales responsables de este repunte es la subvariante NB.1.8.1, descendiente de la familia Ómicron. Aunque no presenta síntomas nuevos ni más graves que otras variantes, se cree que su capacidad de transmisión podría ser superior. La mayoría de los pacientes presentan fiebre, tos, dolor de garganta, congestión nasal, fatiga y dolores musculares, aunque también se han registrado molestias gastrointestinales como náuseas o diarrea.
Algunos afectados han reportado una mayor duración de los síntomas, con casos de fatiga persistente y pérdida del apetito que se prolongan durante varios días, interfiriendo en la rutina diaria. A pesar de todo, no hay evidencia de que esta variante aumente la tasa de hospitalización o deba considerarse más peligrosa clínicamente.
Además de NB.1.8.1, otro linaje del SARS-CoV-2 comienza a cobrar protagonismo. Se trata de la variante XFG, conocida como Stratus o incluso como la "variante Frankenstein", debido a su origen híbrido. También descendiente de Ómicron, ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una “variante bajo vigilancia” por su rápida propagación.
Uno de los síntomas más distintivos de esta variante, junto a los ya mencionados con anterioridad, es la ronquera o pérdida de voz, que se presenta en muchos casos. Aunque, por ahora, no se asocia a una mayor gravedad, su alta transmisibilidad y capacidad para evadir parcialmente la inmunidad previa preocupan a los expertos.
Aumento de los ingresos hospitalarios
El repunte de casos también se está dejando sentir en el ámbito hospitalario. La tasa de ingresos por infección respiratoria aguda grave (IRAG) en la semana del 30 de junio al 6 de julio fue de 1,4 casos por cada 100.000 habitantes, frente al 0,9 de la semana anterior. Además, el 14,8% de las muestras hospitalarias dieron positivo por COVID-19, frente al 9,6% de la semana anterior.
Desde que comenzó la temporada 2024-2025, la letalidad hospitalaria del COVID-19 ha sido del 8%, con un 23,7% de los casos presentando neumonía y un 3,8% requiriendo ingreso en UCI. Estas cifras indican que, aunque el impacto es moderado en la mayoría de los casos, el virus sigue siendo una amenaza para las personas más vulnerables.

Con respecto a las vacunas, estas continúan ofreciendo una protección eficaz frente a las formas graves de la enfermedad. Aun así, las autoridades sanitarias ya están trabajando en nuevas formulaciones adaptadas a las variantes circulantes, que estarán disponibles a partir del otoño. El Ministerio de Sanidad insiste en la importancia de mantener al día la pauta de vacunación, sobre todo en mayores de 60 años, personas inmunodeprimidas o con enfermedades crónicas y personal sociosanitario.
Recomendaciones
Por el momento, no se contemplan nuevas medidas obligatorias como el uso generalizado de mascarillas o confinamientos. Sin embargo, las autoridades recomiendan retomar ciertas prácticas de prevención:
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Usar mascarilla en espacios cerrados o con alta afluencia de personas, especialmente si se tienen síntomas.
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Lavarse las manos frecuentemente.
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Cubrirse al toser o estornudar con el codo.
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Ventilar bien los espacios interiores.
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Evitar el contacto con personas vulnerables si se presentan signos de infección.