Jordi Sarrión i Carbonell

Opinión

Por un patriotismo valenciano del siglo XXI

Periodista

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Las banderas y la alegría llenan las calles de València en el 9 de octubre. Año 1977 / Col•lectivo lo Cameraman (MUVIM)
Las banderas y la alegría llenan las calles de València en el 9 de octubre. Año 1977 / Col•lectivo lo Cameraman (MUVIM)

Los valencianistas nos sentimos en más de una ocasión acomplejados de hablar de nuestra Patria, casi me atrevería a decir que huérfanos de un sentimiento de amor común que nos interpele. Y es que a veces, da la sensación de que la Patria es algo asociado a los reaccionarios o a quienes viven en el pasado. Da la sensación de que la Patria excluye a otro y, por tanto, pensarnos en términos patrióticos es egoísta, esencialista y, lo que es peor: es facha.

Ahora que se acerca el 9 d’octubre, puede que sea un buen momento para replantearnos nuestro patriotismo desde un lugar diferente. Porque nuestra Patria, como escribió el poeta Vicent Andrés Estellés, es el país que nos hizo como somos. Ni mejor, ni peor que el resto: sencillamente, nuestro país. Y nada puede ayudarnos más a construir el valencianismo del presente y del futuro que sembrar las semillas de una Patria para todos los valencianos y valencianas, que sirva como motor de los cambios sociales y culturales que vivimos. Porque, al fin y al cabo, lo que no siente de verdad, tampoco se piensa de verdad ni tampoco se percibe de verdad.
 

La Patria es el otro

Muchos y muy diversos han sido los autores que se han cuestionado qué es la Patria. No obstante, muy pocos son los que han conseguido aportar luz sobre la cuestión. Para mí, la mejor reflexión a este respecto es la del argentino Jorge Luis Borges, quien escribiera aquello de que “la Patria es un acto perpetuo, como el perpetuo mundo”. En definitiva, rezaba Borges, “nadie es la Patria, pero todos lo somos”. En relación con esta frase, hay otra que escuché mucho cuando viajaba por América Latina. Una frase que, por cierto, me ha acompañado en más de una ocasión en mis reflexiones con la almohada: “la Patria es el Otro”.

Y... Sí. A pesar de que resulte paradójico, pienso que la Patria es el Otro. La Patria que los valencianistas del siglo XXI hemos de construir es aquella que no te pregunta de dónde vienes, sino hacia adónde vas. Porque hay pocos hechos más revolucionarios que entender que lo que nos es más propio tiene que ver con las necesidades del Otro, de abrirte con el Otro, de preocuparte por el Otro. En definitiva, con construir un futuro en común donde nunca más nos sintamos solos y aislados, sino acompañados; nos sintamos una pequeña parte de un nosotros abierto y amable, bendecido por el agua de nuestro Mediterráneo. Una Patria donde poder sentirnos Pueblo sin dejar a nadie atrás.
 

La Patria de los valencianos (I): de homenajes a la Senyera y bolsas de Louis Vuitton

Un día, razonábamos sobre patriotismo en Twitch con Manolo Mata y Lluís Bertomeu. Fue una conversación bastante especial, ya que ambos tienen mucho trellat y conocen bien el país de los valencianos, aunque lo entiendan de maneras diferentes. Mata hablaba sobre el expresident Joan Lerma y defendía su gestión. Argumentaba, datos en mano, que la economía de los valencianos funcionaba mejor entonces que en los sucesivos gobiernos del PP. Lejos de darle la razón, Bertomeu le respondía que, para mucha gente, no eran tan importantes los datos. Así, recordaba, el PP zaplanista —de la mano de algunos sectores de la extinta Unió Valenciana— quien fue capaz de apelar al Pueblo y al orgullo valenciano con su “regionalismo bien entendido”.

Las consecuencias de ciertas exhibiciones de valencianor todavía las estamos pagando. No es necesario que recordemos aquí los desfiles en Ferrari y los trajes de Paco Camps; aquel circuito fantasma de Fórmula 1; els milions de peles de Alfonso Rus y los innombrables casos de corrupción; los sobrecostes en la Ciudad de las Artes y las Ciencias y la irregularísima visita del Papa; la inefable Terra Mítica, el aeropuerto del abuelo y una gran resaca política, emocional y social de la que todavía nos estamos recuperando.

Esa que contaba era la cara B, pero, por ser justos y por salud democrática, no debemos olvidar la cara A. Detrás de aquel boom urbanístico y aquellos años de desfase y bunga-bunga también había un partido —el popular— que había entendido a la perfección que había que activar el orgullo de los valencianos: querían una tierra donde los sentimientos estuvieran a flor de piel. Sí, pese a que este fuese un gran decorado de cartón-piedra. Mientras, el PSPV contemplaba impotente el espectáculo desde los escaños de la oposición y el nacionalismo valenciano luchaba contra la barrera del 5%, experimentando alianzas con Izquierda Unida que, años más tarde, darían lugar al nacimiento de la coalición Compromís.
 

La Patria de los valencianos (II): tots a una veu por una nueva Pàtria (o Màtria)

En 2015 llegó un nuevo gobierno a la Generalitat y los “grandes eventos valensianos” pasaron a mejor vida. Ahora, las prioridades eran otras: educación, salud, servicios sociales y la mejora de una hipoteca reputacional valenciana que se definía con la frase “la corrupción es como la paella: como en València en ningún lado”. No obstante, ni Ximo Puig ni Mónica Oltra ni relevantes figuras de Podemos como la de Naiara Davó olvidaron que los valencianos, aparte de vivir mejor, necesitamos creer en nosotros como Pueblo; necesitamos sentirnos orgullosos de nuestra Patria humilde y trabajadora.

Entre todas, hemos conseguido superar mantras del pasado y hacer que mensajes como el tots a una veu de nuestro himno, el orgull valencià o el trellat (tan importante para hacer frente a la pandemia) formen parte del sentido común de la sociedad valenciana. Hemos entendido que las conquistas sociales y democráticas sólo son verdaderas conquistas cuando hacen partícipe a la población. Y esa es la parte más complicada, llegar a la gente. Recordemos: aquello que no se siente de verdad, no se piensa de verdad ni tampoco se percibe de verdad.

Después de legislatura y media de reconstrucción de nuestras instituciones y nuestros servicios públicos, los valencianos necesitamos dar un paso más allá y apostar firmemente por resignificar nuestra Patria (o Matria, si me permitís, que future is female). Ahora que la maquinaria de los servicios públicos está engrasada y las instituciones dignificadas, es el momento de poner en marcha la construcción nacional y popular del País Valenciano.

Y lo haremos desde nuestras raíces, nuestras tradiciones, nuestras fiestas populares, nuestra riqueza lingüística y nuestra forma abierta de entender el mundo. Desde un pasado que nos honra hacia un futuro donde nadie sobre. Sin miedo a cambiar aquello que no tiene cabida en pleno siglo XXI, pero con la ilusión de conseguir todo lo que nos propongamos unidas. “De ser todo y ser plenamente: tener Patria. Y una Patria humilde, luminosa y alta”, como la del maestro Vicent Andrés Estellés.

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