monica alvaro

Opinión

No se les puede dejar solos

Portaveu adjunta de Compromís

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Cuando le pregunté a Rus por el futuro congreso del Partido Popular valenciano, no sabía si iba a morder el anzuelo. Y finalmente no sólo se va tragar el anzuelo, sino que se lanzó a por toda la caña de pescar, carrete incluido. Después de que Rus dijera, apenas empezada la comisión de investigación sobre las residencias del grupo Savia, “no voy a hablar del tema del sumario, contestaré en sede judicial y después ustedes me llaman y los contestaré esto o más”, dio carta libre, al fin y al cabo las normas son las normas y el compareciente no está obligado a contestar, a asistir sí. Y Rus, como él dice, es “un hombre famoso” y que no sabe callar “ni por prescripción de mi abogado”. Porque señorías, efectivamente el hombre que sentó a la izquierda de Rus es su abogado. Curioso que, aquel que dice que todo lo hizo “impoluto”, aunque después rectificara y echara la culpa a los técnicos argüint que él, simplemente, era un director de orquesta pero la música la hacían otras, necesito de un abogado que le diga que callo.

El ego de quien lo fue todo para el Partido Popular en la provincia de Valencia, le pudo. Sentir como yo le relataba aquello que Angélica Such, David Serra, Alicia de Miguel y el propio Blasco habían dicho de él en la comisión, hacerle saber que no lo enaltecían sino que lo habían borrado de su memoria o, todavía peor, lo hacían el único responsable de la corrupción del Partido Pudrido, le dolió y en su cara se podía ver la aflicción de un narcisismo tocado de muerto. Y ligar esto con el ajetreo y sangria en la que ahora está inmerso el partido de Bonig, en busca de su sucesor, desencadenó ese “no se las puede dejar solos”. Pero evidentemente ahí no quedó la cosa. Al salir, aligerado del mal trance de la comisión, Rus respondió a las preguntas de la prensa que le pidieron una valoración de los candidatos del congreso valenciano; y obviamente Rus reivindicó aquello suyo. Que él fue quién creó a Betoret, que todo el que es se lo debe de a él, y que sin Rus no llegarán a puerto.

El vínculo de Betoret y Rus, más allá de la historia de favores del partido de la gaviota, tiene otro protagonista: el “yonki del dinero”, aquel que dijo que “Betoret estaba en la cocina de todo y al corriente del cobro de comisiones”, y así consta al sumario de Mesa sobre el cual Rus dice que todavía no quiere hablar. Pero ojo... Alfonso, a todas luces, el que está diciendo es “si yo caigo, no caeré solo”, y con ese “pero no me debe nada”, después de relatar como fue él quién hizo que Betoret llegara a ser diputado y presidente del Partido Popular provincial, es en realidad una amenaza velada que Betoret, y sus apoyos en Génova, ahora tendrán que analizar.

Por mi parte, haber echado la caña, parece que dará resultados. La portavoz del PP en la comisión que investiga como se adjudicaban las plazas en las residencias del modelo Cotino lo tiene algo más complicado. Puesto que Rus, ante la mínima, y él solet, a un poquito que lo pinchan, reivindica a Betoret, y justamente los dos sabían de las actividades comissionistes y de sobornos de Benavent con un empresario, Carlos Turró, de Cleop, quien a su tiempo ha reconocido que Marcos Benavent le pedía comisiones.

De acá que empezamos la comisión en las Cortes, he pensado que algo oscura había en el Modelo Cotino y cóm se adjudicaban las residencias de mayores a su sobrino, pero la codicia pudo a la razón y el “chollo” de llenar las residencias con “abuelitos pagados por Consejería” era un caramelo demasiado dulce para los que hicieron de Imelsa una cueva de Ali-Babà.

Blasco, creador del pliegue de adjudicación de residencias, desde prisión, voz floja la defensa que hacen los miembros del Partido Popular del procedimiento para adjudicar las residencias, y se desvincula y echa balones fuera, mandando una carta en la que se lamenta y dice “han prostituido mí modelo” ... Y el último que cierro la puerta, y Cotino, el de “habré podido meter la mando pero no la pata”, acorralado por las declaraciones del hijo de su hermano, en las cuales ha reconocido una financiación irregular al Partido Popular, es incapaz de explicar por qué la empresa de su sobrino y Enrique Ortiz, el grupo Savia, pasó de ingresar 11,2 millones de euros, cuando él llega a la Consejería, a 40,6 millones cuando él se va.

Señor Rus, tiene usted razón: no se los puede dejar sólo. Han sido sólo gobernando durante los últimos veinte años y nos han arruinado. Ya es hora, que empiezan a pagar.

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