La Comunidad Valenciana y su capital, València, están cada vez más cerca de convertir en realidad aquel sueño de llegar a ser como los “Países Bajos del Mediterráneo” en lo que respecta a infraestructuras y condiciones para la movilidad ciclista.
Me consta que el esfuerzo tanto del ayuntamiento de València como de la Generalitat Valenciana está siendo notable desde el inicio del cambio político en aquella primavera de 2015. Son numerosos e ilusionantes los proyectos realizados hasta la fecha pero, todavía y según parece, el asunto no ha hecho más que empezar. Hoy sin ir más lejos, desde la Conselleria de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio se ha presentado a distintas entidades la XINM (Xarxa d’Itineraris No Motoritzats) Un extensa red que de norte a sur y de este a oeste, dará las siguientes puntadas en la confección de una gran malla a lo largo y ancho del territorio valenciano con más de 2.300 kilómetros de itinerarios ciclo-peatonales. Impresionante y ciertamente ilusionante.
Por otra parte, el ayuntamiento de Valencia ha conseguido poner en el mapa a la ciudad de una forma sorprendente y con muchísimo menos presupuesto que el que manejaban aquellos que sólo nos dejaron deudas, corrupción, escándalos y un modelo de ciudad altamente inflamable socialmente hablando.
Efectivamente Valencia ya se conoce en numerosos países de Europa como una ciudad perfecta para ser visitada en bicicleta. Prueba de ello es que prácticamente todos los hoteles y alojamientos de la ciudad, ofrecen este modo de transporte a sus huéspedes. Las nuevas infraestructuras y la calidad de las mismas —no discurren por las aceras— está sirviendo de acicate a la hora de hacer efectiva la transición hacia un modelo de ciudad más verde y acogedora.
Además de todo esto, “la ciudad en bicicleta” destaca por los numerosos y también nuevos parques y jardines en los que es fácil encontrar un banco para sentarse a la sombra de un árbol y refrescarse en sus fuentes. Todo ello sin olvidarse de los grandes y renovados espacios de atracción: La Marina, La Devesa del Saler, la huerta valenciana o lugares tan atractivos por su contenido y su continente como el Centre del Carme de Cultura Contemporània u otros espacios culturales y monumentos de la ciudad.
La infraestructura ciclista de Valencia y el calmado de nuestros barrios y plazas todavía sigue en expansión, dejando atrás el drama apocalíptico que algunos se empeñaron en hacernos creer cuando presentaron a la bicicleta como la mayor de las tragedias posibles. Como nos gusta decir en el mundo del bici activismo “la bici es parte de la solución no del problema”. Una solución que por cierto también se ha convertido en una oportunidad de emprendimiento y que sostiene la economía de cada vez más familias en la ciudad.
Ahora sólo falta desear que el resto de instituciones y entidades sigan trabajando coordinadamente para que todos los municipios, especialmente Alacant y Castelló, se sumen a esta “ola verde valenciana” de ciudades amables, atractivas, accesibles e inclusivas. La movilidad sostenible todavía tiene muchas cosas importantes que aportar.