Opinión

Igualdad 40 años después

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Esta semana, hemos aprobado en les Corts una propuesta de ley para garantizar la paridad en los órganos de las instituciones de la Generalitat. En octubre de 2017. Casi cuarenta años después de aprobar una Constitución que establece la igualdad como valor superior del ordenamiento jurídico. Una igualdad formal que ha resultado insuficiente para la mitad de la población. Es evidente que las mujeres no hemos accedido al poder conforme sería razonable de acuerdo con nuestro nivel formativo y de trabajo.

Somos las mujeres quienes acabamos en mayor proporción estudios universitarios en este país y quienes poseemos en términos generales los mejores expedientes académicos. Por ello, no es sólo una cuestión de justicia social que se reconozca esta realidad, sino también una cuestión práctica y de economía. Renunciar a la mitad del talento presente en nuestra sociedad es sencillamente absurdo.

Pese a estas razones, todavía hay gente, y por qué no decirlo, un partido, el PP, que se opone con virulencia a reconocer los derechos de ciudadanía plena a las mujeres.

El proceso de construcción de la democracia está incompleto si se excluye ilegítimamente a la mitad de la población por razón de su sexo.Recurrir al mérito y la capacidad cuando somos las mujeres las que debemos acceder a los ámbitos de toma de decisiones es un argumento torticero y falaz. Dudo que nadie se atreva a decir abiertamente que las mujeres somos menos válidas que los hombres, sin embargo, no hay problema en deslizarlo veladamente cuando se acude a la meritocracia para justificar la sobrerrepresentación que disfrutan los hombres.

La igualdad, como la democracia, no surge de manera espontánea, necesita de garantías legislativas, de voluntad política.

El patriarcado se resiste con fuerza. Y tiene tal alcance que no sólo afecta a los hombres que evidentemente deben renunciar a los privilegios que les otorga por nacimiento, sino que incluso impregna a aquellas mujeres que dentro de ese sistema asfixiante han conseguido un puesto relevante de poder y que actúan con complejo de abeja reina negando las dificultades que han encontrado en su camino hacia la cima y el apoyo a todas las demás.

Es triste tener que reivindicar continuamente nuestros derechos, tener que alzar la voz para que se escuche en el Parlamento Valenciano que la mitad del poder es nuestro, de las mujeres, que es una exigencia democrática y que no estamos dispuestas a renunciar a él.

Ciertamente, muchos hombres nos han acompañado en la lucha por una sociedad igualitaria, pero han sido las mujeres las que por el camino, en demasiadas ocasiones,han perdido su carrera política e infinitas posibilidades por abrir el camino a las siguientes generaciones. Desde aquí mi reconocimiento a todas las mujeres que han dedicado su vida académica, política y en definitiva, su trabajo, a luchar porque hoy una mujer como yo y tantas otras, podamos ocupar un escaño y desde él, votar y aprobar reformas que reconozcan el derecho de accesopara todas en condiciones de igualdad. Eso es la política.

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