Opinión

El Escalante: un proyecto de futuro

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Cuando la Diputación de Valencia puso en marcha el Teatro Escalante, allá por la década de los 80, lo hizo con el nombre provisional de “Teatro de los Sueños”, con la idea de potenciar la formación de los futuros espectadores de teatro. Este proyecto especializado en producciones para público infantil y familiar fue una gran apuesta por parte de aquella corporación provincial, hasta el punto que ha durado hasta nuestros días.

A fecha de hoy, el gobierno de la nueva Diputación y yo misma, como diputada delegada de Teatros, continuamos creyendo en el futuro del Escalante tanto intensamente como aquellos que lo pusieron en marcha hace tres décadas. Es por eso que, aunque la situación del edificio de la Calle Landerer donde se ubicó aquel “Teatro de los Sueños” se ha convertido en una pesadilla, lo bien cierto es que desde el minuto uno me he comprometido a garantizar la supervivencia del Teatro Escalante, del proyecto Escalante, no solamente durante esta legislatura, sino por muchos años más.No negaré que a lo largo de su existencia, el edificio ha sido de gran importancia para el proyecto, y así lo reconocemos los agentes públicos, el sector profesional y el público.

Pero desde el gobierno provincial nos negamos a ligar el proyecto cultural, teatral y pedagógico que representa el Teatro Escalante con el espacio físico donde estuvo ubicado hasta el año pasado, porque esto podría suponer su final. Enrocarse en la recuperación del espacio de la calle Landerer, contrariamente al que muchos podrían pensar, podría ser contraproducente, puesto que la rehabilitación sería tan costosa en términos temporales -probablemente duraría más de cinco años- que peligraría el proyecto. Y esto sin entrar en discutir otros aspectos.

Lo que es evidente es que la itinerancia del Teatro Escalante no es la mejor garantía para su continuidad. Por supuesto, el proyecto tiene que contar con una sede estable que lo proteja de posibles vaivenes electorales. Desde Teatros tenemos la mirada larga, y desde nuestro firme convencimiento en la necesidad de la cultura para tener una mejor sociedad, crítica y no domesticada, lucharemos hasta el final.

Lo he dicho muchas vueltas, pero lo volveré a repetir las veces que hagan falta: “¡Larga vida a la Escalante!”.

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