monica alvaro

Opinión

Don Carlos

Portaveu adjunta de Compromís

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Carlos Fabra, quien en otros tiempos era todopoderoso y omnipresente en el Partido Popular valenciano, y al cual incluso Rajoy -un “ciudadano ejemplar”, tal como lo definió- le debía de vasallaje, como el mismo Fabra no está de más subrayar, aparecía en las Cortes Valencianas para comparecer en la Comisión que investiga la malversación de Feria Valencia.

Como soy de las Comarcas norteñas, no era la primera vez que tenía a Don Carlos delante. De hecho, todavía no había cumplido los veinte años cuando asistí a mi primera rueda de prensa, como becaria, que él organizaba. Recuerdo perfectamente que se interesó por mis estudios que cursaba en Madrid, como su hija, tal como él me informó. Pero, por supuesto, Andrea y yo no tuvimos nunca las mismas facilidades, que la Diputación de Castelló, por si ustedes no lo saben, con los Fabras venía de una herencia que se remonta al siglo XIX. Y desde entonces hasta que, como él mismo dijo en la Comisión, “los asuntos personales me han retenido fuera de la política”, he podido asistir a muchas de sus manifestaciones públicas y seguir de cerca las mil y una salidas de tono de este, como poco, “original” político valenciano.

Cuando mi compañero Víctor Garcia le interrogaba sobre su forma de hacer política, el señor Fabra se atrevió a insinuar que ninguno de los presentes sabía con quienes estábamos hablando y que preguntaran “a sus diputados” sobre su forma de gobernar en Castelló, “a pesar de que no había ninguno de ellos en la sala”. Entonces, un tímido Casanova, el que fuera alcalde de Almassora y coetáneo además de compañero del ex presidente de la Diputación, levantó el dedo, en un acto que no sabría calificar si como tímido o como propio de quien sufre una tremenda vergüenza, “perdone, no le había visto”, aludiendo al mismo Fabra a su discapacidad visual... Lo cual se repetiría durante la comisión en más ocasiones. Vaya, Don Carlos nunca antes se había lamentado de su estado de salud cuando era el todopoderoso controlador de la política castellonense, cuando se jactaba de colocar gente en la Diputación, en el Hospital Provincial y, si me apuras, incluso a conseguir que los hijos de conocidos entraran en el Colegio de la Consolación de Borriana. Y ahora lo escuchaban quejarse de ser patituerno, de sufrir cistitis y del trasplante que le hicieron en Madrid, siendo su yerno el Consejero de Sanidad de dicha comunidad.

Pero, de las preguntas de Víctor hay una que hace referencia a regalos y entradas para la Fórmula 1 que Feria Valencia regalaba mientras que él era miembro. Cuando Fabra contestaba “no me parece mal regalar entradas”, cosa que después matizaría con “a mí no me tocaron, que estaba castigado”, yo asentía, recordando que él mismo hizo uso y abuso de la fórmula de regalar entradas en el llamado caso de la Corrida de la Beneficiencia, que fue destapado en Vila-real y del cual todavía no se han dirimido suficientes responsabilidades.

Desde Compromís Vila-real destapamos que, en años de Carlos Fabra como presidente del ente provincial, los pueblos eran obligados a comprar entradas para la conocida como Corrida de la Beneficiencia. Con esas entradas, los pueblos contribuían a una buena causa. El problema era que no se trataba de una contribución voluntaria y desinteresada, sino más bien de un impuesto revolucionario. De los ayuntamientos de las comarcas, en plena crisis, se sutraían hasta veinte mil euros para la adquisición de entradas (un centenar en el caso de Vila-real) que no fueron nunca repartidas entre los vecinos de los municipios, sino que Don Carlos adjudicaba como le venía en gana entre sus amigos y colegas. De aquí que el palco de la plaza de toros de Castelló siempre estuviera a tope con personas que el resto de mortales pensábamos que estaban contribuyendo generosamente con una ONG y que, al final, eran invitados y agasajados a expensas de los pueblos. Y, incluso, a expensas de detraer de las partidas de Servicios Sociales y de ayuda al voluntariado para los más necesitados, como por ejemplo en el municipio de la Vall d'Uixó, cuando era alcaldesa la señora Isabel Bonig.

Para más vergüenza, recuerdo concretamente que entre las ONG agraciadas estaba, COLOMBIA NOS UNE, una de las asociaciones utilizadas por el ex consejero Blasco en el caso Cooperación, por el cual continúa en la prisión de Picassent.

Sí, señor Fabra, usted mandaba en Castelló, tal como nos recordó en las Cortes Valencianas. Usted hacía y deshacía cómo quería en Castelló y la legalidad no imperaba entre sus acciones. De hecho, los presentes ni levantamos la ceja al escucharlo decir que “la Brigada de Blanqueo de capitales no me merece ninguna credibilidad”. Usted, señor Fabra, tampoco nos la merece.

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