Acceder a un piso cuesta casi 4 años de sueldo: el desafío de emanciparse en Valencia

Radiografía de la emancipación imposible: ¿Por qué los jóvenes valencianos no pueden independizarse?

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Un joven de mudanza - Foto: GettyImages
Un joven de mudanza - Foto: GettyImages

Acceder a una vivienda propia se ha convertido en un reto casi inalcanzable para la juventud de la Comunitat Valenciana. Según los últimos datos del Observatorio de Emancipación del Consell Valencià de la Joventut (CVJ) – pertenecientes al segundo semestre de 2024 –, un trabajador joven tendría que ahorrar la totalidad de su salario durante casi cuatro años para reunir la entrada necesaria para comprar un piso. Para quienes tienen entre 30 y 34 años, la situación no es mucho más sencilla: necesitarían destinar 3,1 años de sueldo completo.

El alquiler representa un obstáculo aún mayor para quienes buscan independencia. Según el Observatorio, el precio medio del alquiler en la Comunitat Valenciana subió un 12,9% en apenas un año, hasta situarse en 912 euros mensuales. Esta cifra supone un 87,4% del salario medio de los jóvenes, que apenas alcanza los 1.043 euros netos al mes. Y a esto se suman los suministros y servicios del hogar (como luz, agua y gas) cuyo coste aumentó un 12,1% interanual, representando ya un 6,4% de los ingresos netos de los hogares jóvenes.

El acceso a la vivienda en propiedad tampoco ofrece un respiro. Aunque la subida de precios de las viviendas fue menor que la del alquiler – con un incremento interanual del 8,8% -, los jóvenes siguen enfrentándose a barreras casi imposibles de superar. Incluso en el caso de poder reunir la entrada, las mensualidades de la hipoteca absorberían de media el 59% del salario neto juvenil. Para los menores de 24 años, esta cifra alcanza un preocupante 90%, mientras que quienes tienen entre 25 y 29 años pagarían un 60,8% de su sueldo. Esta realidad deja claro que la compra de un piso sigue siendo un lujo inalcanzable para la mayoría de la juventud.

Frente a este panorama, la emancipación se mantiene en niveles muy bajos. Solo el 15,1% de los jóvenes valencianos vive en una vivienda diferente a la de sus padres, mientras el 85% permanece en el hogar familiar. Esta cifra refleja un descenso de 1,4 puntos porcentuales respecto al año anterior y supone que 5.197 personas jóvenes menos han podido emanciparse en comparación con el periodo anterior.

Foto de archivo de viviendas - Europa Press
Foto de archivo de viviendas - Europa Press

Precariedad laboral y desigualdad de género

La situación laboral de los jóvenes añade otra capa de dificultad. El paro juvenil en la Comunitat Valenciana se situó a finales de 2024 en el 22,8%, lo que coloca a la región como la cuarta comunidad autónoma con más desempleo juvenil del país. Aunque la tasa de ocupación alcanzó el 42,3%, con un ligero aumento respecto al año anterior, el crecimiento no ha sido equitativo: los hombres jóvenes registraron un mayor incremento en la ocupación que las mujeres, evidenciando una persistente brecha de género. Además, la precariedad laboral afecta especialmente a las mujeres jóvenes, que firman menos contratos indefinidos y tienen menor acceso a empleos a jornada completa, a pesar de contar con niveles de estudios superiores.

Otro fenómeno que ha ido ganando protagonismo es el de los jóvenes “sisís”, aquellos que combinan trabajo y estudios. Este grupo representa ya el 41,1% de la población joven ocupada en la Comunitat Valenciana, lo que muestra un cambio frente a la generación de los “ninis”, jóvenes que ni estudian ni trabajan. Sin embargo, el hecho de tener un empleo no garantiza salir de la precariedad, ya que el 18,2% de los jóvenes con trabajo se encuentran en riesgo de pobreza, y el salario medio joven valenciano es uno de los más bajos del país.

El Observatorio del CVJ señala que estos factores - precios de vivienda, paro juvenil, salarios bajos y empleo precario - forman un círculo vicioso que dificulta la emancipación y prolonga la dependencia de los jóvenes del hogar familiar. Tres de cada cuatro trabajadores jóvenes continúan viviendo con sus padres, una cifra que refleja la magnitud del problema.

Este escenario evidencia la creciente brecha entre los ingresos de la juventud y los precios de la vivienda. La escalada del coste, tanto para la compra como para el alquiler, se ha cebado especialmente con los de menor edad, quienes suelen percibir salarios más bajos y enfrentarse a contratos temporales o a tiempo parcial. Este cóctel de precariedad económica hace que la emancipación siga siendo una meta lejana.

En definitiva, los datos del Observatorio de Emancipación evidencian que la juventud valenciana se enfrenta a un reto estructural: construir su independencia económica y residencial en un contexto que sigue siendo hostil, donde los ingresos no acompañan a los costes y las oportunidades laborales no aseguran estabilidad ni seguridad. La emancipación, más que un paso natural en la vida adulta, se ha convertido en un desafío que solo unos pocos logran superar, mientras la mayoría continúa dependiendo del hogar familiar.

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