“LLega de noche” de Trey Edward Shults: Recelos hacia los foráneos

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"LLega de noche", la segunda película de Trey Edward Shults después de "Krisha" (2015), consigue aportar personalidad y distinción a un registro como es el género de supervivencia y post-apocalíptico sentado sobre el motivo angustioso del virus mortal que se expande por todas partes. La película obra con el ajusticiamento y entierro de un miembro infectado de una familia, atrincherada en una casa de madera en la profundidad del bosque. En este grupo reducido, el liderazgo va a cargo de Paul (Joel Edgerton), que se desvive por proteger a su mujer, Sarah (Carmen Ejogo), y al hijo adolescente, Trabes (Kelvin Harrison Jr)

Un film que explota muy bien la vertiente claustrofóbica, prácticamente toda rodada en interiores, con una atmósfera incómoda en focalizar la atención en la llegada de unos visitantes, una nueva familia, que llegan empujados por la desesperación que comporta la urgencia de los alimentos. Esto confronta a la familia protagonista receptora del dilema de la acogida, permitir la entrada solidaria de los recién llegados, posibles portadores del virus letal que infecta las personas.

Estos recelos, dudas y desconfianza aportan unos buenos ingredientes de thriller psicológico, con la intriga sobre la identidad de los personajes que provienen del exterior, sobre su peligrosidad o inocencia, que perdura por la superficie del film en todo momento. En el film juega también un papel capital la actitud de Trabes, confinado a una vida solitaria, atrapado en este aislamiento, despertando la curiosidad por los extraños, y que se ve abrumado por visiones, una especie de sueños premonitorios.

Un film que se coloca lejos de los films de adolescentes, del efectismo primario, con una situación perturbadora subrayada también simbólicamente a través de la presencia de un cuadro colgado en la casa, "El triunfo de la muerte" de Peter Bruegel el Viejo, perfecta metáfora del clima extremo del film. Un genuino film de terror hecho con bajo presupuesto, en un formato de cine independiente, y con un planteamiento conceptual de mínimos elementos. Un film de austeridad formal espartana en qué todo gira sobre una idea, tan insistente como angustiosa, el miedo al contagio, asociado al riesgo del forastero en medio del difícil camino de la subsistencia en precariedad absoluta.

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