Gemma Pasqual i Escrivà: "La Sociedad Coral El Micalet tiene que ser la casa de la juventud"

Gemma Pasqual i Escrivà, primera presidenta de la Sociedad Coral El Micalet, defiende la cultura popular, apuesta por la juventud y lidera una etapa de renovación con raíces centenarias

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Gemma Pasqual 2024 - © Júlia Parta
Gemma Pasqual 2024 - © Júlia Parta

En un momento especialmente complicado para las entidades culturales, Gemma Pasqual ha asumido la presidencia del Micalet con determinación, impulso y mirada feminista. Ante la pérdida de ayudas públicas y la ofensiva contra la cultura propia, apuesta por hacer piña, reforzar el arraigo popular y abrir las puertas a las nuevas generaciones. Escritora y activista, también denuncia la memoria silenciada de las mujeres torturadas en su libro Torturades.

Entras como presidenta del Micalet en un momento especialmente complicado. Se han perdido ayudas públicas. ¿Qué te motivó a aceptar este cargo y qué balance haces hasta ahora?

Lo que más me movió a aceptarlo es que me pidieron que lo hiciera. Cuando ves que haces falta, no puedes decir que no. Ser presidenta del Micalet es un honor. Tenía el apoyo de los socios y de la Junta Directiva. Y además, yo ya había sido vicepresidenta de Escola Valenciana y de Acció Cultural. En momentos difíciles, tengo experiencia.
El balance es positivo dentro de la dificultad. Hemos perdido ayudas y eso hace mucho daño a una entidad como la nuestra, que vive de las cuotas de los socios y de lo que genera.

Hicimos un llamamiento, y la gente respondió de inmediato. Los socios y socias se movilizaron. Hicimos dos conciertos benéficos, y las entradas se agotaron nada más salir a la venta. Pero decidimos aplazarlos: no era justo aprovecharse de una situación general tan delicada. Al contrario, decidimos compartir lo recaudado con quien lo necesitara más.

¿Cómo habéis reaccionado como entidad ante esta situación tan dura?

Nos pusimos a revisar contratos, talleres, presupuestos… la parte menos bonita pero imprescindible. Es una cuestión de supervivencia. Pero al mismo tiempo, también son momentos en los que la gente hace piña. El Micalet ha resistido más de un siglo, y lo seguirá haciendo.

Además de entidad cultural, también sois un centro educativo. ¿Qué acogida tenéis en este ámbito?

Tenemos conservatorio, escuela de música, escuela de ballet, danza... y también clases para adultos. A pesar de todo, no hemos dejado de crecer. Tenemos 300 alumnos, 30 trabajadores y una estructura sin ánimo de lucro. Y cada vez hacemos más comunicación, para que la gente sepa que existimos y que estamos abiertos a todo el mundo. Nos gustaría tener más recursos y más matrícula, claro. Pero lo más importante es que somos un espacio vivo, comprometido y activo.

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36ª edición de los Miquelets d'Honor - Societat Coral El Micalet

¿Qué valores quieres preservar del Micalet?

Todos. No quiero renunciar a nada. Quiero restaurar las sillas centenarias, modernizar, pero sin romper con lo que somos. Quiero preservar la cultura popular, el arraigo, la lengua, la solidaridad. Y quiero que el Micalet sea la casa de la juventud.

Y en cuanto a la dirección, el Micalet también ha cambiado. Eres la primera mujer presidenta. ¿Qué papel tiene el feminismo en esta etapa?

Esta es la primera junta en clave feminista del Micalet. Somos cinco mujeres de nueve miembros. Nunca había pasado. Y hay que decirlo claro: el siglo XXI tiene que ser feminista, y el Micalet también.

 

Junta Societat Coral el Micalet
Junta Societat Coral el Micalet

Cambiemos de tema. Acabas de publicar Torturades, un libro valiente que denuncia las torturas ejercidas contra mujeres. ¿Cómo fue el proceso de escritura?

Yo estaba escribiendo otra novela, La puta i la santa, pero vi un testimonio en la televisión sobre torturas en Via Laietana. Empecé a investigar y descubrí una realidad silenciada: la tortura en clave de género, reconocida por la ONU. Inicié el relato en 1941 y he llegado hasta 2020. Torturades no es una novela, es una denuncia. Todo está documentado, con nombres y testimonios reales.
No quise centrarme solo en las políticas, sino en todas: disidentes, trabajadoras sexuales, activistas... Es un trabajo riguroso y honesto.

Toda tu obra tiene una fuerte vocación de memoria. ¿Qué papel tiene la cultura en este momento que vivimos?

La cultura también es memoria. Y ahora está siendo atacada. No solo por la censura de libros, sino también de personas. Hay que preservar la lengua, la cultura, la creación libre. Y hay que hacerlo desde los institutos, desde las bibliotecas, desde los centros educativos.

En este sentido, ¿cómo ves el papel de la lengua y la lectura entre los jóvenes?

El valenciano es la lengua propia y está protegida por ley. Lo que falta son recursos. Necesitamos bibliotecas de aula, planes de fomento lector, horas de lectura, personal formado. Los jóvenes no son los mismos que hace 20 años. Necesitamos políticas del siglo XXI para una sociedad que ya vive en el siglo XXI.

¿Y qué mensaje darías a la juventud?

Que no lo dejen todo en manos de la gente mayor. Que se acerquen. Que se asocien. La lengua es nuestro patrimonio más grande. Y la cultura es imprescindible, incluso —y sobre todo— en tiempos difíciles. El Micalet necesita a la juventud para seguir siendo lo que es: un faro cultural y popular de nuestro pueblo.

 

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