El MuVIM inaugura una muestra que reflexiona sobre la belleza y el ideal de la eterna juventud en la sociedad contemporánea

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Hoy se ha presentado en rueda de prensa la exposición «Belleza y juventud. Esclavitud contemporánea» con presencia de Xavier Rius i Torres, diputado del área de Cultura de la Diputació de València, Amador Griñó, jefe de exposiciones y comisario de la muestra junto a Rosa Olivares, editora y fundadora de la revista EXIT, y Jorge Fuembuena, artista y fotógrafo.

La sala Parpalló acoge este proyecto que se construye a partir del diálogo entre dos muestras que conviven en el espacio, y que reflexionan y plantean nuevos interrogantes acerca de las diferentes formas de acercamiento y comprensión de la idea de belleza.

Amador Griñó, que ha agradecido a Rosa Olivares su participación como comisaria de la parte dedicada al trabajo de Jorge Fuembuena, ha destacado del proyecto su voluntad reflexiva e interrogativa. La exposición, lejos de ofrecer una visión única o una definición encorsetada de la idea de belleza contemporánea, y lejos de enjuiciar las prácticas de la cirugía estética actual, se abre como espacio para el cuestionamiento sobre los límites de ambas y la manera en que nos afectan a nuestra construcción identitaria individual y social.

Rosa Olivares, por su parte, ha querido referirse a la idoneidad del diálogo entre las dos partes de la muestra, que funcionan precisamente por lo opuesto de sus planteamientos: de recorrer una galería de rostros diferentes, no canónicos, pero deseables, atractivos todos, objetos del deseo y la admiración de la sociedad actual, pasamos a adentrarnos en la verdad y la degradación de una belleza banalizada forzada y artificial.El trabajo de Jorge Fuembuena, le sirven a la comisaria para lanzar un mensaje en positivo y proponer forma de entender la democratización de la belleza que no pasa por la estandarización quirúrgica: «la democratización actual de la belleza no reside en la fórmula de la cirugía, sino en la amplitud y el nuevo panorama infinito y personal de nuestra mirada y nuestros gustos». «Todos podemos ser bellos, hermosos y deseados»

Sobre la fotografía, Jorge Fuembuena destacaba lo paradójico de su funcionamiento «como soporte y acto especular: miramos al otro en busca de nosotros mismos, de lo que creemos ser y de cómo nos queremos construir». Como decía Víctor Erice ver es dejarse ver.

Desde el punto de vista formal Jorge compone «retratos clásicos, homogéneos, de fondo neutro». Pero cada una de estas fotografías aparentemente iguales, se detienen en la esencia del fotografiado, en aquello que le hace diferente, único, y que deja entrever ese algo que nos atrae y nos impele a mirarle como queriendo saber más. Para el artista, la fotografía es una herramienta para reflexionar sobre el ser individual y el ser social, y para enfrentarse a la complejidad y a lo misterioso y fascinante del mundo, y su belleza.

Democratización de la belleza

A finales del siglo XIX y principios del XX, la ciencia consiguió comprender cómo funcionaba la materia en sus niveles más elementales: el descubrimiento del átomo, de la célula o la mecánica cuántica son buena muestra de ello. Eso nos ha permitido no solo enternder cómo funciona el mundo, sino también manipularlo de una forma inaudita en toda la historia de la humanidad Durante la segunda mitad del siglo XX, gracias al avance de la medicina y de las técnicas quirúrgicas, el grado de intervención sobre la materia humana —el cuerpo— aumentó exponencialmente, lo que ha nos ha permitido curar enfermedades que parecían irremediablemente mortales, sí, pero también modificar nuestro aspecto físico prácticamente a voluntad.

Vivimos en la era de la modificación del cuerpo a la carta, dada la superabundancia de formas y posibilidades de mejora y embellecimiento rápido de nuestros cuerpos. Cada época histórica ha tenido su particular canon de belleza, pero la ciencia dispone ahora del conocimiento y los recursos técnicos necesarios para facilitar nuestra adaptación física a dichos cánones de forma rápida y fácilmente accesible para todos. Para todos los que dispongan de los recursos económicos suficientes.Podría decirse, pues, que la belleza se ha democratizado: la ciencia pone a nuestro alcance la posibilidad de encarnar el prototipo imperante de lo bello, desechando lo feo, lo viejo y lo defectuoso. Narices, párpados, labios y pechos se cambian a nuestro antojo, la grasa sobrante desaparece o se reutiliza y la piel se estira y rellena a discreción.

Capitalismo de hiperconsumo estético

Sin embargo, esa capacidad de manipulación y modificación de nuestros propios cuerpos ha generado nuevos problemas y distorsiones que esta exposición pretende remarcar. La actual dictadura del culto al cuerpo (fitness) ha derivado en trastornos que se propagan pandémicamente, relacionados sobre todo con trastornos alimentarios y propioceptivos de sobra conocidos: anorexia, ortorexia, bulimia, etc. Todo ello, unido a la promesa de eterna juventud y belleza perenne de la medicina estética, ha generado un capitalismo de hiperconsumo estético en esta era de continua exposición pública y self-improvement o automejora perpetua en que vivimos. Debemos ser flexibles y estar en proceso de aprendizaje continuo para adaptarnos a las necesidades de un mercado laboral altamente variable. Y también ayuda poder ofrecer una imagen saludable y bella que exhale el perfume de la juventud. El problema es la serialización, la estandarización física de los cuerpos que propicia la medicina estética con su panacea quirúrgica y su repertorio de formas corporales estereotipadas que el cliente o la clienta elige a discreción.

Una belleza heterónoma

El canon estético de hoy lo encarnan actores, cantantes y afamada élite en general. Ellos representan el ideal de la belleza actual: son la imagen del éxito y la juventud imperecedera. Por eso, los treinta y siete retratos de hombres y mujeres de Jorge Fuembuena que abren la exposición —todos ellos personajes conocidos y mediáticos— nos ofrecen una definición de la belleza de nuestro tiempo. Para Fuembuena, «retratar es un acto de seducción». Y la seducción es un ingrediente fundamental de la belleza porque, como afirma la comisaria de la muestra, Rosa Olivares, «la belleza se construye exclusivamente a partir de la mirada que nos ve», lo que redunda en el hecho de que la actual es una idea de belleza heterónoma, impuesta al individuo desde fuera y socialmente condicionada.

Los residuos de la perfección

En cambio, las fotografías técnicas tomadas por el cirujano Ricardo Marujo durante sus intervenciones quirúrgicas nos ofrecen el envés de la trama, el lado oscuro de toda esa belleza a la carta. Porque nos enseñan precisamente todo aquello que pretendemos eliminar de nuestro cuerpo y apartar de nuestra vista. Los residuos de tanta aparente perfección. Nuestra época se ha caracterizado por sustraer a la mirada cualquier inmundicia, basura o desecho que interfiera en la idea de pulcritud y limpieza que se ha convertido en sinónimo de modernidad: no en vano, el bidé data del siglo XVIII y el moderno sistema de alcantarillado público del XIX. Se trata de sacarse la porquería y la fealdad no sólo de las manos sino también de la vista.

Esta exposición quiere atentar contra esa idea de la modernidad al mostrar precisamente todas la suciedad e inmundicia que, a pesar de haber sido generada por nuestro cuerpo, nos negamos a reconocer como una parte de nosotros porque es también la historia de nuestra decrepitud.

La muestra se completa con una selección de publicaciones provenientes de los fondos de la Biblioteca del MuVIM entre los que destaca un ejemplar de la Encyclópedie, ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers de 1762, o Histoire de l'anatomie plastique: les maitres, les livres et les ecorches. -- Paris : Société Française d'Editions d'Art de 1898, así como un facsímil El atlas anatómico de Crisóstomo Martínez, grabador y microscopista del siglo XVII.

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