Los intereses económicos, por encima del valor ambiental y productor del campo cítrico valenciano

Durant l’estiu s’han detectat 11 partides provinents de Sud-àfrica amb plagues, la qual cosa podria afectar greument -més- a la producció local

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Naranjas sudafricanas en una superficie comercial valenciana
Naranjas sudafricanas en una superficie comercial valenciana

El invierno pasado fue noticia nacional la naranja en los árboles. Los agricultores denunciaban que los precios de venta eran tan "ridículamente" bajos que no llegaba, siquiera, para compensar su recogida; toda una temporada perdida. Ya entonces se apuntó a una de las principales razones: un acuerdo con Sudáfrica para la importación de cítricos. Una nueva entrada de fruta sin los mismas exigencias ambientales y con unas condiciones de explotación más precarias. En definitiva, fruta más barata que los supermercados y empresarios pueden vender o, como señalan desde la Unió de Llauradors, para "presionar para bajar los precios". Ahora, además, aparecen problemas ambientales.

Carles Peris, el Secretario General de la Unió de Llauradors, señala que aunque "una mala situación de los precios nunca se debe a un único motivo", el acuerdo de Sudáfrica es un claro factor. Un acuerdo que entró en vigor hace ya dos años y que aunque contó con los votos favorables en Europa de PP, PSOE y UPyD, ahora esos partidos -excepto UPyD-, se posicionan de forma local en "apoyo" a los agricultores valencianos.

Según señalan desde la Unió, que desde otro hemisferio se importe fruta que alarga su presencia en los supermercados "hasta diciembre" supone una mayor oferta que los intermediarios, como antes se ha apuntado, puede usar para presionar "a la baja". El problema principal, sin embargo, viene dado por la competencia nada nivelada entre ambos mercados. Aquí las exigencias medioambientales, de control de plagas y de condiciones laborables imponen, necesariamente, un precio más elevado que las importadas. Juegan con desventaja.

Plagas

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"Este tipo de acuerdos solo benefician a los grandes exportadores y oligopolios alimentarios, que tienen capacidad para deslocalizar la inversión y producir en países que tienen bajos salarios y normativa fitosanitaria más laxa", señala Peris. Es un acuerdo que, en definitiva, choca con la producción local y el comercio de proximidad, contra un tejido agroalimentario valenciano "de muchos agricultores pequeños".

A los problemas económicos hay que sumar, como denunció la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), otros ambientales. Según los mismos datos de la Comisión Europea, las importaciones sudafricanas que desde aquí señalaron como un 'problema menor' para el cítrico valenciano, suman ya 11 partidas con plagas durante el verano. La mayoría, por 'mancha negra de los cítricos' y 'falsa polilla'.

Nuevo frente

"Es un riesgo gravísimo para la citricultura europea", señalan, porque existe la posibilidad de adaptación al clima mediterráneo. Peris señala que la detección de estas plagas y el "deficiente control de los protocolos de las importaciones" son un problema, pues es "un aumento del coste de producción". Según relata, en la agricultura valenciana hay una "biodiversidad" que equilibra las plagas autóctonas. Con la entrada de nuevas, este se rompe y haría necesaria la presencia de químicos, que "rompería con el equilibrio que tanto ha costado obtener".

De momento, sin que Europa aplique la "salvaguarda" para los cítricos valencianos, se abre otro frente. Se negocia ahora un posible trato con Mercosur, entre lo que está la producción agrícola de Sudamérica. "Afectaría a más sectores. Al Arroz, a cítricos, a vacuno.... Y sobre todo a la industria del zumo". Brasil domina, asegura, el 85% de este mercado; con una nueva facilidad exportadora "puede desestabilizar nuestra industria".

Desde la Unió proponen medidas que no significarían cerrar las exportaciones, pero sí mejorar la producción local. Proponen una "tasa ambiental a los países que producen de forma menos sostenible", o por la huella ecológica del transporte en vehículos de combustión -como grandes buques-. Con ello, aseguran, se "contribuiría a que se consuma el producto local, de temporada y de proximidad": "Dentro de lo que cabe en un mundo globalizado, en solapamientos de campaña -como la naranja-, no tiene sentido traer algo que ya tenemos".

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