La magia del lago de Anna

Des del Mesolític duem gaudint de l’Albufera d’Anna, un lloc ple de vida

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La Comunidad Valenciana tiene rincones llenos de magia. Magia que no se puede comprar ni producir, sino que viene dada por las montañas, los árboles, el agua, la fauna; en definitiva, la naturaleza. Magia que estaba mucho antes que nosotros y, no obstante, de nosotros depende buena parte de su continuidad.

València Extra te presenta hoy uno de estos lugares mágicos. Se trata de la Albufera de Anna, en la comarca del Canal de Navarrés, en València. Este lago necesitó buena ayuda respecto a limpieza para sacar a relucir todo su esplendor y es que, hasta principios del siglo XX, era un pantano enfangado difícil de visitar. Es difícil imaginar su pasado, dado que hoy en día es una visita obligatoria para más de 70.000 personas cada año.

Las aguas del lago de Anna dan vida a las tierras próximas a ellas ya desde época musulmana, gracias a un embalse que construyó el pueblo Almohade; y si este remanso de paz pudiera hablar, nos confesaría que llevamos disfrutando de él desde tiempos mesolíticos, tal y como revelan los yacimientos encontrados en este. Como ves, es un sitio que a nadie ha pasado desapercibido, ni siquiera a través del tiempo.

anna-lagoPatos, ocas y garzas, así como carpas y barbos, también disfrutan de esta albufera. Sus aguas, de donde brotan grandes y múltiples manantiales, contribuyen a esta biodiversidad. Uno de estos manantiales se manifiesta en la impresionante cascada de agua de nacimiento. El lago está rodeado por una rica vegetación, con árboles como el pino o el sauce, que proporcionan una acogedora sombra en el paseo. Pero si quieres admirar la vida de esta albufera bien de cerca, la opción más recomendable es el paseo en barca, disponible desde Pascua y hasta mediados de octubre.

Recordamos, una vez más, la importancia de respetar tanto este como cualquier otro entorno. Nosotros solo somos una pequeña parte de toda la naturaleza que nos rodea, pero lamentablemente podemos causar muchos más daños al entorno que otro ser vivo. Por tanto, si queremos seguir gozando de toda la magia que solo la naturaleza puede ofrecer, no la hagamos desaparecer.

Disfrutemos de ella, y del lago de Anna, con responsabilidad.

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