El antiguo Cine Cervantes de Torrent, que actualmente se encuentra en ruinas y sin ninguna utilidad, volverá a ser un teatro y se utilizará para realizar cualquier acontecimiento artístico. Este proyecto todavía no se ha puesto en marcha, puesto que todavía se tiene que concretar, se tiene que conseguir la licitación y se tiene que conseguir la adjudicación, pero el objetivo es que “las obras de restauración se inician antes de finalizar la legislatura”, según ha anunciado el alcalde de Torrent, Jesús Ros. El coste total de la obra será de 600 000 euros.
La restauración del edificio se llevará a cabo intentando mantener el diseño y la estructura del antiguo cine, en unas obras que necesitarán tiempos e inversión para ser efectuadas, y la fachada se pintará de blanco para hacer desaparecer las pintadas y los carteles de propaganda que se encuentran en la actualidad. Además, la idea del Ayuntamiento es que los dos solares situados junto al antiguo cine, y que forman parte de la inversión, tengan dos funciones: por un lado, construir viviendas que puedan atraer a gente joven y, por otro lado, que sirvan para acoger en la planta baja las diferentes actividades artísticas previstas. Eso sí, siempre respetando el diseño de la futura restauración y sin romper con la estructura arquitectónica del edificio Cervantes, que tiene que ser la obra principal.
Además de la apuesta por la música que se realiza a Torrent, con dos bandas de música y el auditorio, Jesús Ros ha explicado que desde el Ayuntamiento persiguen la idea de “potenciar otras actividades artísticas como talleres de escultura, de pintura, de ballet o de teatro”, puesto que este espacio se tiene que convertir en “un centro cultural potente”.
El teatro Cervantes fue inaugurado en 1911 en Torrent con una capacidad para 600 personas. Durante más de cinco décadas, el teatro y cine se convirtió en uno de los locales de referencia de Torrent, y acogía centenares de personas en cada proyección. Con la llegada de la televisión en los años 60, su influencia disminuyó y se convirtió en una discoteca que cambiaría de nombre en varias ocasiones: Lime, Department y Rayas. Finalmente, en 1990 la discoteca fue cerrada y el edificio ha permanecido en desuso hasta la actualidad.