Manel Alonso: mensajes de esperanza a través de sus «Versos Confitados»

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Para Manel Alonso, escribir es un estilo de vida. Este poeta y novelista de Puçol cree que, al igual que la música y otras vertientes artísticas, el lenguaje posee la fuerza necesaria para transmitir luz y esperanza en tiempos difíciles. Y para cumplir con su compromiso como escritor se ha unido a Versos Confitats, la última iniciativa del Ayuntamiento que pretende amenizar el confinamiento de los vecinos. En esta ocasión, con poesía.

«Como escritor, siento que tengo la obligación de dar ese punto de optimismo y esperanza a una situación que ahora parece que empieza a ver la luz», asegura Manel Alonso, que considera imprescindible transmitir «energía positiva para que la gente salga de un tema tan serio como este».

Por supuesto, se refiere a la crisis de la pandemia de Covid-19, y no ha dudado en aportar su granito de arena para amenizar el día a día de los vecinos que viven confinados en sus hogares desde hace ya cuatro semanas. «Versos Confitats me parece una idea muy chula», asegura el escritor, que considera «interesante y necesario todo lo que sea incentivar la lectura, dar a conocer autores y poetas...».

Alonso será uno de los protagonistas en este poemario audiovisual construido por vecinos de Puçol, con un par de aportaciones semanales que sumergirá a los lectores —o, en este caso, espectadores— en algunos de sus versos más auténticos y esperanzadores. La mayoría, extraídos de Quadern per a Joan: 34 poemas escritos entre 2010 y 2012 mientras pasaba por una larga crisis creativa y personal.

Durante aquellos años, el escritor mantuvo largas conversaciones a través de su blog con su amigo Joan-Baptista Campos, un médico del Grao de Castellón y amante de la poesía. Aquella especie de diálogos sencillos y llenos de optimismo amenizaron la lucha de Baptista contra su enfermedad, un cáncer de pulmón que no logró superar.Manel los juntó y les dio forma hasta que, seis años después, decidió publicarlos en memoria de su amigo. «Creo que caen muy bien en estos momentos», explica el poeta, porque son sencillos versos escritos desde el dolor y la esperanza que «intentan transmitir la idea de que todo irá mejor».

Además de este cuaderno, el autor ha publicado diversos trabajos, como el libro de poesía Correspondència de guerra, premio Paco Mollà, o el dietario Les petjades de l'home invisible, premio de la Crítica de los Escritores Valencianos. Y también ha sido reconocido en el género de narrativa infantil, con trabajos como Caram, quina aventura! o Conta'm un conte, con los que obtuvo el Premio Samaruc al Mejor Libro Infantil, otorgado por la Asociación de Bibliotecarios Valencianos.

Y es que, acostumbrado a saltar de unos géneros literarios a otros, Manel asegura escribir para todo el mundo, gente que conoce y desconoce y, también, personas de hoy y de mañana. «Una vez publicados, están escritos para todos y, si puede ser, también para futuras generaciones». Aunque, como lamenta el autor, los jóvenes de hoy en día no son muy asiduos a disfrutar de la poesía. «Quizá porque tienen otros canales y formatos, como el rap, el hip hop... Que no es más que poesía, pero de otra manera y por otros canales».

De hecho, tal y como explica, «no todos tenemos los mismos gustos». Él mismo asegura que sus intereses dependen del momento determinado. «Me gusta ir saltando de un sitio a otro... Hoy te haces poeta y mañana articulista, y después novelista». Y la cuarentena le está sirviendo para retomar aquellos trabajos empezados que guarda en un cajón o, mejor dicho, en carpetas del ordenador.

Encontrar la belleza

Resulta que el confinamiento puede ser útil para disfrutar de aquello para lo que nunca hay tiempo: «Releer libros, terminar trabajos...». El autor asegura estar acostumbrado a pasar muchas horas en casa, solo, escribiendo. «Pero basta que te digan que no puedes hacer algo para querer hacerlo», bromea, pues echa de menos cosas tan sencillas como dar un paseo o disfrutar del tradicional esmorzaret en el bar.

O como el Picayo. Situar una escalera de aluminio en la azotea de su casa le permite contemplar la montaña y sentirse algo más libre. En definitiva, cualquier resquicio de belleza puede ser una buena fórmula para inspirar al resto. «Escribir es una manera de vivir, de ir en busca de la belleza a través del lenguaje», asegura Manel Alonso, que se dedica a esta profesión por pura vocación: «Quien escribe para ganar dinero está perdido».Su propósito ahora mismo no es otro sino aportar su granito de arena a través de varios vídeos grabados en diferentes rincones de su casa. «Es una buena idea porque así nos vemos las caras: intentamos que la gente se sienta acompañada». Y qué mejor manera de hacerlo que recitando una serie de versos confitados, una forma dulce de decir al mundo que, de esta, Eixirem.

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