El Aula Blava expone una colección de restos arqueológicos a partir del 3 de julio

Guardar

Las aguas que bañan nuestras costas constituyeron en otra vida un importante enclave para el transporte y comercio de mercancías. Muestra de ello es la infinidad de restos arqueológicos que, 4.000 años después, todavía yacen en este fondo marino. Algunas, recuperadas y restauradas por especialistas... Como las que el buceador local Ximo Huerta ha cedido a Puçol y que se podrán contemplar en el Aula Blava de la playa desde su apertura, el 3 de julio.

Las piezas cedidas por el buceador local son bastante comunes en este antiguo enclave comercial del Mediterráneo. En total, cinco fragmentos de ánfora romana que en otra vida sirvieron para transportar mercancías: grano, vino, perfume...

Aunque a pesar de su gran antigüedad, no tienen el suficiente valor como para colocarse en un museo, «en casa de cualquiera pierden su valor», apunta Ximo Huerta, el buceador local que las rescató hace 17 años y que ahora ha firmado un convenio con el Ayuntamiento para cederlas a Puçol y que formen parte de su patrimonio histórico.

Un rescate imprevisto

Los cuellos de ánfora que el 19 de junio se cedieron a la localidad se recogieron en el año 2003 con el derrumbe de las casitas de la costa para crear el actual paseo marítimo. Se había fundado recientemente el club Unisub Puçol, de pesca submarina y antecesor del actual Club Trotafons. «Y con la intención de promover el buceo con botella y escafandra, dimos una charla de arqueología marina», comenta Huerta.

A raíz de aquella actividad, llegó a los oídos del responsable la presencia de cuellos de ánfora en la zona donde las máquinas excavadoras se encontraban trabajando el terreno. Y allí se plantó. Lo que encontró todavía le sorprende: «La mayoría de geranios, murcianas y otras plantas nacían de cuellos de ánfora, que estaban allí dejados caer».

El actual presidente del Club Trotafons rescató las piezas que pudo y, durante varios años, las sometió a un proceso de limpieza y restauración. Y las presentó ante la Conselleria de Cultura. Allí obtuvo la autorización pertinente para custodiarlas, pero Ximo Huerta seguía decidido a convertirlas en patrimonio local. Y no se dio por vencido.El siguiente paso fue llevarlas al Centro de Arqueología de la Comunidad Valenciana. Aunque los especialistas no les dieron demasiada importancia al tratarse de fragmentos, y no de ánforas completas, sí realizaron un estudio exhaustivo y elaboraron un informe con los datos de cada pieza: una pequeña explicación de cada una, funciones, material, siglo...

Información que, por fin, se podrá contemplar junto con cada fragmento de ánfora en el Aula Blava de Puçol, tras un exhaustivo trabajo de rescate, restauración y burocracia; proceso que ha finalizado con una firma de convenio con el Ayuntamiento de Puçol, cediendo las piezas a la localidad.

«Lo propuse yo porque es un lugar ideal para que la gente pueda contemplarlas y sepa que Puçol, en tiempos romanos, era una vía muy importante para el comercio... Y que tenemos muchísima arqueología en nuestro mar», comenta el responsable: «Sería muy interesante que, además, se acompañe cada pieza con explicación, porque una pieza sin información no tiene mucho atractivo».

Estas pequeñas joyas arqueológicas se expondrán de forma permanente en el Aula Blava, en el Espai Voramar de Puçol (local donde también está situada la Oficina de Turismo y el Centro de Salud de la playa), a partir del 3 de julio, cuando está prevista la apertura del espacio para los meses de verano. De martes a viernes, de 17 a 20 horas, y los sábados y domingos, de 10 a 14 horas.

«Es importante que todos los vecinos tengan la ocasión de conocer y contemplar este patrimonio histórico», apunta Elena Camarero, concejal de Turismo, que recalca el objetivo del aula: realizar este tipo de exposiciones, charlas... Pero no solo de temas relacionados con la playa, sino que está abierta a otro tipo de actividades: «Desestacionalizar el aula para utilizarla todo el año».

De hecho, cada vez más personas viven en la playa de Puçol durante todo el año, según apunta Paz Carceller, alcaldesa, «y este es un edificio más del Ayuntamiento para que los vecinos puedan disfrutarlo como espacio multiusos más allá del verano».

Para ello, aparte de esta exposición permanente de las piezas cedidas por Ximo Huerta, acompañadas de una colección de almejas locales, habrá también otras exposiciones temporales. La primera de ellas, de fotografía submarina a cargo del Club Trotafons, que se pondrá en marcha en julio.Además, «a mediados de verano la cambiaremos por un concurso de fotografía sobre temas medioambientales relacionados con la playa de Puçol», comenta Daniel Sebastià, técnico de Turismo: «Iremos renovando la exposición temporal cada cierto tiempo».

En definitiva, el Aula Blava se concibe con un centro de interpretación medioambiental, aunque válido para todo tipo de actividades locales. Comenzando por esta exposición permanente de fragmentos de historia.

«La idea es que, de alguna forma, la exposición abra los ojos a nuestro pueblo de que la playa no solo es un paseo marítimo con restaurantes, sino que dentro del mar hay mucha vida y todo un mundo por descubrir... Y mostrar que Puçol es importante tanto como pueblo, como por su historia y la historia de su mar», comenta Ximo Huerta: «Y es un orgullo como club sacar a la luz algo que estaba totalmente olvidado y que ahora forma parte de la cultura de Puçol».

Destacados