Arte y singularidad en la historia del abanico en Aldaia

El Museo del Palmito de Aldaia (MUPA) expone una exótica colección de abanicos y varetatges de Europa, Asia y África atesorados por la familia Burriel

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Salvador Burriel Sayas
Salvador Burriel Sayas

El Museo del Palmito de Aldaia (MUPA) acoge la exposición 'Art i singularitat. Palmitos històrics de la col·lecció Burriel'. Una muestra de 50 abanicos y varillajes singulares procedentes de varios países de Europa, Asia y África con cronologías que abrazan el siglo XIX y la primera mitad del XX. La exposición, que permanecerá abierta del 6 de julio hasta el 28 de septiembre de 2023, está comisariada por Carmen Casaní Raíz, historiadora del arte y experta en la historia del abanico valenciano.

La exposición es fruto del interés iniciado por Salvador Burriel hacia el arte del abanico. Burriel aprendió el oficio siendo un niño en el taller del caladero Salvador Soriano. El año 1964, junto con su esposa Pilar Castellano, decidió montar su propio taller, Abanicos Burriel, SL, empresa establecida en Aldaia especializada en varillajes, que con el paso del tiempo se ha diversificado elaborando abanicos exclusivos de gran calidad artística. Actualmente sus hijos Javier y Daniel dirigen el negocio.

La sensibilidad de Salvador Burriel dio lugar a atesorar piezas históricas que continuaron siendo coleccionadas por su familia. Entre las más de ciento veinte piezas que forman la colección Burriel, la selección de abanicos y varillajes que se presenta en el MUPA está conformada por tres grandes líneas productivas de las cuales se han escogido las piezas más representativas del repertorio.

El siglo XIX, prolífico y ecléctico

Primeramente, encontramos una selección de abanicos de Europa de los siglos XIX y XX, que son un reflejo real de los utilizados por la sociedad media-alta europea y española con los elementos estéticos predominantes en el momento de su creación. Concretamente, las obras encuadradas en el siglo XIX —prolífico y ecléctico— demuestran la variedad de estilos que se movieron entre la atracción del pasado y la fascinación por el exótico. Por eso, encontramos abanicos de estilo Imperio, pinturas que evocan el Romanticismo, numerosos revivals rococó y obras que responden al gusto coetáneo de la Belle Époque. El eclecticismo estilístico del abanico ochocentista demuestra como este objeto estuvo supeditado a las corrientes predominantes de las artes decorativas y la moda coetánea.

En cuanto al siglo XX, el abanico juega con las formas y se adapta a las nuevas demandas de la sociedad iniciada en los años 20. La exposición hace patente que además de aliviar el calor o complementar el traje femenino, el abanico ha tenido otros valores que lo han configurado como atributo de nuestra cultura. El abanico, tradicionalmente objeto de lujo y coqueteo, experimentó un gran cambio. Su valor comunicativo o de transmisión de los valores castizos de antaño fueron rechazados por la mayoría de mujeres de la modernidad.

Varillajes exquisitos

En segundo lugar, la exposición recoge una ancha diversidad de varillajes exquisitos que muestran las principales técnicas decorativas utilizadas en cada época. Varillajes de una gran riqueza artesanal e iconográfica que demuestran el virtuosismo de los profesionales del abanico en diferentes épocas y que, como Abanicos Burriel, han trabajado para meter este objeto en la vanguardia del diseño y las tendencias de la toilette de la mujer.

Aleteos de África y Asia

Por último, la muestra se completa con piezas singulares de culturas de África y Asia, posiblemente los ejemplares más curiosos de la colección Burriel, la tipología y los materiales de los cuales son poco frecuentes en el mundo occidental. Estas ancestrales y exóticas culturas nos ayudan a conocer la evolución formal de los abanicos que apenas han variado a lo largo de los siglos. Son característicos del continente africano pantallas sujetadas por un mango rígido que oscilado genera aire. Estos palmitos fijos utilizan fibras vegetales tejidas como las hojas de palmera, el vimet o cualquier fibra autóctona.

El sudeste asiático está representado con abanicos de Indonesia de una fuerte identidad, trabajados artesanalmente con habilidad, delicadeza, creatividad y originalidad. Los materiales utilizados son fibras vegetales como por ejemplo la palma y el arroz o la piel de origen animal, especialmente de búfalos el asta de los cuales también es utilizada para los mangos o varillas. Entre las formas, destacan tanto palmitos fijos como plegables a base de palmetes.
De lo contrario, una sociedad ritual y ceremoniosa como la de India se ve reflejada en la exposición con un significativo abanico semirrígido, fruto de un exquisito trabajo con técnicas como la filigrana aplicadas al textil, y con un diseño geométrico compuesto de bordados hechos con oro y plata que demuestran el finísimo acabado de los artesanos hindúes.

Finalmente, de China destacan los conocidos abanicos de mil caras, compuestos de abigarradas escenas de colores vivos que narran historias cortesanas, bélicas o costumbres populares, y que hablan de literatura antigua y el exótico imaginario chino. Sus países de papel contrastan con sus varillajes minuciosamente trabajados. 

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