Opinió

Los efectos especiales en el cine

Cuenta la leyenda que los efectos especiales comenzaron en el mismo instante que se inventó el cine, cuando los hermanos Lumiere estaban grabando una calle de París, el cinematógrafo se paró a mitad de grabación, consiguieron hacerla funcionar de nuevo, y cuando revelaron la película vieron como de unos transeúntes que iban andando por la calle, de pronto apareció un carruaje de caballos. Ya desde los comienzos cineastas como Georges Méliès con Viaje a la luna, o Buster Keaton con sus incontables películas, asombraron al público con efectos visuales que en aquella época se basaban en ingeniosos trucos de encuadres de cámara, o con maquetas y dibujos en un cristal frente al objetivo. Mucho ha llovido hasta llegar a los actuales efectos generados por ordenador (CGI) con la creación de exóticos escenarios y personajes en 3D.

Lo primero que viene a la mente cuando se piensa en efectos especiales son naves espaciales que pretenden destruir alguna Estrella de la Muerte... Pero los efectos especiales abarcan muchas más opciones, donde en ocasiones incluso pasan desapercibidos, como arreglar fallos en la grabación de las secuencias, recrear épocas pasadas con ciudades que ya no existen, complementar partes de construcciones, eliminar elementos de una imagen que no deberían aparecer en la escena por ser anacrónicos o fuera de lugar, realizar secuencias que podrían ser peligrosas para los actores o dobles, crear planos que si fuesen grabados tendrían mayor coste de producción o directamente serían imposibles por no contar con los medios o logística necesarios.

Con los programas de edición de vídeo o de generación de elementos en 3D se mezclan diferentes elementos grabados o creados por separado, para crear tanto escenas espectaculares, como escenas que en una grabación normal no podrían realizarse. Aún así sigue siendo esencial en ciertas ocasiones, que en el momento que se grabe un plano se utilicen técnicas más tradicionales de efectos, como luces, humo, fuego o pequeñas explosiones, que además sirven de guía para que los actores puedan realizar mejor su interpretación, de esta manera la posterior integración de elementos generados por ordenador estará más acorde con la secuencia que se pretende mostrar, por lo que en muchos casos no son técnicas que compitan entre sí para que el ordenador sustituya todo, son métodos complementarios y la combinación de ambos puede permitir realizar un mejor acabado. Al fin y al cabo, lo realmente importante es hacer que el espectador se fascine y quede deslumbrado por lo que está viendo, que sea transportado a otros mundos y no pueda despegar la mirada de la pantalla, conseguir emociones mediante unos programas con menús imposibles y que parece que solo ofrecen un aspecto frío y técnico, pero ver que se han conseguido esas emociones hace que al final las incontables horas dedicadas hayan merecido la pena.