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Alcàsser, la ola intergeneracional

El trinquet del municipio de l'Horta Sud hierve de actividad gracias a los niños y niñas, además de sus padres y sus madres, los cuales se han lanzado a practicar la pilota

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Club y escuela de pilota de Alcàsser - Volea

Como las olas en el mar, a veces la de la pilota en los pueblos es una historia de ida y de vuelta. Años de mucha presencia, mucha alegría, mucha afición, seguidos de tiempos más difíciles con la calle, el frontón o el trinquet vacío. Pero siempre hay una nueva generación dispuesta a hacer que la pilota regrese. A crear una nueva ola con la cual llegar a la playa. En Alcàsser, a 10 kilómetros del Mediterráneo, la nueva ola ya es imparable.

No es la primera. A principios de la década de los 2000 un grupo de gente joven del pueblo, de entre 20 y 25 años, empezó a jugar a pilota de manera espontánea. Era una buena manera de estar con los amigos y practicar deporte. En Alcàsser, un municipio con mucha tradición de jugar en la calle y con mucha historia en campeonatos cómo El Corte Inglés, lo más lógico hubiera sido probar a galotxa, pero no: empezaron por el raspall. "Se había perdido la pilota en la calle y el trinquet no se gastaba. Nosotros empezamos jugando a raspall y poco a poco el grupo de gente se consolidó", explica Daniel Martos, uno de los miembros de esos jugadores "recién llegados". A ellos se añadió otro grupo de aficionados que había en Alcàsser, producto de la escuela que durante algún tiempo en la década de los 90 llevó Manolo Catxo. De esta manera, los que pasaron por aquella escuela y habían abandonado el juego y los nuevos aficionados al trinquet se acabaron juntando. Era allá por el 2003 y la ola estaba creciendo.

"Con la experiencia que fuimos cogiendo, en el 2004 empezamos a jugar a galotxa y en 2005 dimos el paso de constituir el club, el club de pilota valenciana de Alcàsser. El club funcionó bastante bien durante unos años, con gente adulta", cuenta Martos. En los primeros pasos del club, se formaron hasta tres equipos de galotxa en los campeonatos de la Federación, con dos equipos de juveniles con gente del instituto del pueblo. El mismo Martos se convirtió en el entrenador y, rápidamente, detectó la necesidad de poner en marcha una escuela. Desde el club iniciaron un proceso de búsqueda de niños interesados en los centros de primaria y con ellos se abrió una escuela de pilota. La ola estaba acercándose a la costa.

Y cuando el agua y la espuma tocan tierra, después se hacen atrás, como si nada, y se van sin dejar rastro. Esto pasó a finales de la década del 2010, cuando la actividad de pilota volvió a decaer en Alcàsser. Pero, cuando una ola se despide, otra empieza a formarse en las profundidades del océano. Esta, en concreto, fue allá por 2018. "El ayuntamiento facilitó que la matrícula para la pilota fuera gratuita y esto ayudó mucho. Ahora tenemos cerca de 30 'nanos' de todas las categorías, con Loli Pastor de entrenadora. Y además hay muchas niñas jugando a pilota en Alcàsserr", señala Martos.

Ahora bien, esta ola es diferente. Esta tiene la fuerza suficiente como para arrastrar a otras muchas. Es una ola intergeneracional. "Las madres y los padres de los niños y las niñas de la escuela se han animado a jugar. Incluso algunos se han federado y compiten en campeonatos de la Federación. El resto lo hace de manera recreativa. El caso es que ahora el trinquet d'Alcàsser está cada día, excepto el martes, con gente jugando a pilota todas las tardes, desde las cinco con los niños hasta las ocho y media con los mayores", remata Martos, con un cierto tono de satisfacción en la voz. La ola de Alcàsser, como la pilota, siempre vuelve.