Sociedad

Victòria Rosselló (À Punt): “Hay que educar a la ciudadanía en lo que significa una alerta roja”

La meteoróloga advierte de que los patrones de lluvia han cambiado por el clima y que el gran reto no está en la previsión, sino en la gestión de las emergencias

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Victòria Roselló en els platos d'À Punt ®Miguel Lorenzo

El 29 de octubre aún pesa. No solo en la memoria de quienes lo vivieron, también en la piel de un territorio que vio cómo el agua arrasaba sin piedad. Fue el episodio de lluvias más devastador de las últimas décadas en la Comunitat Valenciana. Y dejó algo más que cifras negras: dejó preguntas. ¿Podría haberse evitado? ¿Estamos preparados para cuando vuelva a pasar?

De esas dudas nace esta conversación con Victòria Roselló, meteoróloga de À Punt y una de las voces que, desde la televisión pública, trató de explicar lo inexplicable. Con ella repasamos qué está cambiando en los patrones de lluvia, cómo se afronta la temporada de otoño, qué falló en la gestión de la emergencia y, sobre todo, qué papel juega la educación ciudadana para que una alerta roja signifique lo que realmente es: un aviso de vida o muerte.

El pasado octubre vivimos uno de los episodios más trágicos de lluvias torrenciales en la Comunitat Valenciana, con centenares de víctimas y una sociedad todavía conmocionada. Ahora que se acerca de nuevo la temporada de lluvias, ¿qué previsiones se manejan desde la meteorología para este otoño?

A ver, estrictamente no podemos saber cómo de virulenta será la temporada de tormentas o de episodios de lluvia. El otoño es una época propicia para que se produzcan estos fenómenos, pero eso forma parte de la meteorología mediterránea. Siempre hemos tenido tormentas y lluvias torrenciales, y algunas han sido catastróficas, aunque lo que acabamos de vivir ha sido, sin ninguna duda, lo más trágico de la época reciente. También observamos que, aunque el otoño es tradicionalmente la estación más lluviosa en nuestras tierras, esto está cambiando un poco en el contexto del cambio climático. De hecho, se aprecia una variación en el patrón de lluvias: estos episodios se pueden registrar en cualquier época del año y ser más virulentos, porque cada vez se concentran en menos tiempo. La lluvia es más intensa. Ya no hablamos de temporales que duran dos o tres días, sino de episodios de pocas horas, y eso hace que las cantidades acumuladas tengan un poder destructivo mucho mayor.

Después de aquel temporal tan devastador, mucha gente se pregunta si se ha aprendido algo y si se han cambiado las rutinas de trabajo o los protocolos de prevención. ¿Ha cambiado algo en la manera de afrontar estos episodios desde la meteorología?

Desde la meteorología, no. Las previsiones actuales permiten, con muchos días de antelación, afinar bastante cuándo se puede producir un episodio de lluvias torrenciales y en qué zonas puede afectar. Además de la previsión, está el seguimiento, con herramientas que no existían hace décadas y que ahora nos permiten saber en tiempo real dónde está lloviendo y con qué intensidad. Lo comprobamos el 29 de octubre. De hecho, la previsión se cumplió punto por punto y se sabía con días de antelación que las lluvias afectarían al interior y no a la costa, lo que hacía la situación todavía más peligrosa. El seguimiento también es clave: una vez se da el aviso, hay que monitorizar el episodio en el mismo momento en que se produce. Y ahora tenemos herramientas muy potentes, como el radar meteorológico, las imágenes de satélite y, sobre todo, la red de Avamet, única en Europa y diría que en el mundo, con más de 700 observatorios.

Visto así, la parte técnica parece estar muy bien cubierta. Pero una vez están los avisos sobre la mesa, todo depende de la reacción institucional y de la concienciación social. ¿Hasta qué punto recae la responsabilidad en las administraciones públicas?

Y también de la gestión de la emergencia, que ya no corresponde a los meteorólogos. Nuestro papel es avisar, alertar, explicar qué está pasando, con qué intensidad y qué consecuencias puede tener, porque no es lo mismo que llueva en la costa que río arriba. Pero la gestión de la emergencia es otro capítulo que corresponde a las autoridades.

Una de las cuestiones que más se ha señalado tras lo ocurrido es la falta de educación ciudadana frente a fenómenos meteorológicos extremos. ¿Crees que la población entiende realmente qué implica estar en alerta roja y cómo debería actuar?

Sin ninguna duda, la educación es una asignatura pendiente. Hay que concienciar más a la población sobre lo que significa un episodio de lluvias torrenciales. Por ejemplo, los avisos meteorológicos. Se ha demostrado que la ciudadanía no es suficientemente consciente de lo que implica una alerta roja. Aquel 29 de octubre la alerta roja estaba activada desde la madrugada en la provincia de València, pero el mensaje no caló lo suficiente. Evidentemente, tampoco se puede cargar toda la responsabilidad en la ciudadanía, porque también son las autoridades las que deben transmitir que existe un peligro grave. En cualquier caso, la población debería saber qué implica una alerta roja y qué pautas debe seguir: si conviene quedarse en casa, no ir al colegio o al trabajo… Hay muchas cosas que revisar. Una alerta roja significa peligro para la vida de las personas, no solo para los bienes materiales, y este mensaje no ha calado en la población.”

 Una alerta roja significa peligro para la vida de las personas, no solo para los bienes materiales, y este mensaje no ha calado en la población.

 Desde el punto de vista comunicativo, los meteorólogos sois una de las primeras líneas de defensa frente a este tipo de fenómenos. ¿Cómo vivisteis esa responsabilidad en À Punt? ¿Ha cambiado vuestra manera de comunicar desde entonces?

Sí, claro. Para todos hay un antes y un después del 29 de octubre. Desde el equipo de L’Oratge de À Punt nos volcamos desde días antes, explicando lo que podía pasar, hasta los días posteriores, analizando lo que había sucedido. Nos dedicamos en cuerpo y alma, igual que toda la programación de À Punt, que se implicó en la explicación y en el seguimiento del episodio. Recuerdo la impotencia y la frustración de ver que, mientras ya había gente ahogándose al mediodía, los datos no llegaban a toda la población. Los datos eran claros: la intensidad de la lluvia era extraordinaria. La catástrofe natural habría ocurrido igualmente, pero es muy frustrante comprobar que la información, que estaba al alcance de cualquiera, no se transmitía con eficacia. Éramos muy conscientes de nuestra responsabilidad e intentamos estar a la altura desde el primer momento.

Lo que ha fallado estrepitosamente en esta ocasión ha sido la gestión de las emergencias.

Y ya para terminar, mirando hacia el futuro, ¿qué esperas que cambie en la reacción tanto de las instituciones como de la ciudadanía cuando llegue el próximo episodio de lluvias intensas?

Espero que haya más sensibilidad, más preparación y una gestión de emergencias mucho mejor. Y, sobre todo, más capacidad para avisar a la población. Nosotros somos una televisión autonómica y, en un día normal, no toda la ciudadanía está pendiente de nosotros, porque la mayoría trabaja, está en la escuela o a sus cosas... aun así, intentamos llegar al máximo número de personas posible. Pero hoy en día también sabemos que hay otras herramientas que pueden llegar a toda la población, sin excepción. Por eso hay que reflexionar a muchos niveles. Lo que ha fallado estrepitosamente en esta ocasión ha sido la gestión de las emergencias.