La espera ha merecido la pena. Tras semanas de incubación controlada y bajo la atenta mirada de científicos y voluntarios, la playa de La Punta se convirtió este fin de semana en escenario de un pequeño milagro: 43 tortugas marinas rompieron el cascarón y fueron liberadas en el Mediterráneo. Lo que comenzó como un nido en El Puig, depositado por la tortuga conocida como Dálmata, ha terminado en València con una imagen cargada de esperanza para el futuro de la especie.
El operativo de protección, coordinado por la asociación Xaloc, la Universitat de València y la Conselleria de Medio Ambiente, refleja el esfuerzo de muchos meses. "Todavía queda un nido más por proteger y algunos huevos que pueden eclosionar aquí en València, pero esta primera emergencia de 43 tortugitas nos ha dado la energía que necesitábamos para continuar con esta frenética temporada de nidificación", contaba emocionada Carla Eymar, vicepresidenta de Xaloc.
La Comunitat Valenciana, capital de la esperanza marina
Lo ocurrido en La Punta no es un hecho aislado, sino la punta de lanza de un verano de récord. Jesús Tomás, investigador del Instituto Cavanilles y profesor de la Facultad de Biología de la Universitat de València, lo resume con claridad: “Este año estamos de récord: llevamos 11 nidos en la Comunitat, la cifra más alta hasta ahora”. A nivel estatal, se rozan ya los 27 nidos, apenas dos por debajo del récord histórico de España. A nivel de nacimientos absolutos, la situación también está destacando. En Dénia, por ejemplo, en una sola noche emergieron más de 60 tortugas.
La liberación en El Saler se realizó siguiendo todos los protocolos, con la esperanza de que algún día estas crías regresen a la misma arena donde hoy fueron despedidas para dejar, a su vez, nuevos huevos. Un ciclo de vida que convierte cada nacimiento en un pequeño triunfo colectivo.
Las entidades implicadas aprovechan el momento para recordar algo clave: respetar las playas, evitar molestar a la fauna y participar en los programas de conservación. Porque detrás de cada tortuga que alcanza el mar hay un trabajo enorme y una ilusión compartida. Y València, con cada nido, se convierte un poco más en refugio y símbolo de esperanza en el Mediterráneo.