Tras la reforma de la Llei de l’Horta – y por consiguiente la disolución del Consell de l’Horta – distintas organizaciones y entidades, como Per l’Horta, se han movilizado para denunciar que esta maniobra “desclasifica 3.800 hectáreas de huerta protegida” del territorio valenciano y “flexibiliza los usos para actividades deportivas y turísticas, priorizando intereses económicos sobre la soberanía alimentaria”. Un “ataque directo a la huerta de Valencia y a su futuro”, apuntan, que les ha llevado a lanzar una campaña de firmas para decir SÍ a la Llei de l’Horta y paralizar “la construcción en terrenos inundables”.
València Extra ha hablado con Daniel Jato, docente del grado en Ingeniería Civil en la Universidad Internacional de Valencia (VIU), sobre cómo afecta esta reforma y qué peligros podría conllevar.
Algunas organizaciones están denunciando que la reforma de la Llei de l’Horta descataloga 3.800 hectáreas de huerta protegida pudiéndose construir, con independencia de los informes técnicos. ¿Es esta una práctica fiable?
La descatalogación de terrenos protegidos sin considerar informes técnicos dificulta la toma de decisiones informada basada en criterios ambientales y de seguridad. La huerta no solo tiene un valor agrícola y cultural, sino que también actúa como un espacio natural que contribuye a la regulación hídrica, ayudando a mitigar inundaciones al facilitar la infiltración del agua en el terreno.
¿Qué garantías da construir en un terreno inundable teniendo en cuenta la riada que ha sufrido Valencia hace tres meses?
Algunos de estos terrenos pueden considerarse zonas inundables debido a su proximidad a cursos de agua y su papel en la absorción natural del agua. Construir en estos terrenos puede implicar ciertos riesgos al reducir su capacidad de drenar y retener el agua, lo que incrementa el riesgo de inundaciones. No hay garantías absolutas cuando se altera el ciclo natural del agua, y la impermeabilización del suelo agrava la vulnerabilidad frente a fenómenos climáticos extremos.
Las organizaciones denuncian, en este sentido, que eliminar zona de huerta que absorbe el agua en caso de inundación es un error, ¿cuál es su opinión al respecto?
La huerta desempeña una función importante en la absorción y gestión del agua, actuando como una esponja natural en situaciones de lluvias intensas. La reducción de estos espacios podría afectar a la capacidad natural del terreno para mitigar inundaciones, especialmente en un contexto de cambio climático que aumenta la frecuencia e intensidad de las lluvias torrenciales.
En un momento en el que el cambio climático es más que notable, ¿se aconseja esta práctica para suplir el problema de la vivienda?
Aunque la necesidad de vivienda es un problema importante, es necesario equilibrar las soluciones habitacionales con la protección de espacios naturales o seminaturales que ofrecen servicios ecosistémicos esenciales. El cambio climático exige estrategias urbanísticas resilientes que prioricen la adaptación al entorno, promoviendo construcciones en zonas menos vulnerables y fomentando modelos de crecimiento urbano sostenible que integren infraestructuras verdes.
¿De qué manera se podría encontrar un equilibrio entre la construcción de vivienda y la protección de la huerta?
El equilibrio podría lograrse mediante una planificación urbana que fomente la optimización de los espacios ya urbanizados, reduciendo en lo posible la expansión hacia terrenos agrícolas y naturales. Para conseguir una densificación equilibrada de áreas urbanas ya consolidadas, se puede recurrir a soluciones arquitectónicas como techos verdes o pavimentos permeables, así como a la creación de corredores ecológicos dentro de la ciudad.
En este sentido, Jato ha querido poner de manifiesta que “la huerta de Valencia representa no solo un patrimonio agrícola y cultural, sino también un recurso en la gestión del agua y la adaptación al cambio climático. Considerar su valor en el desarrollo urbano puede contribuir a crear ciudades más seguras y sostenibles”.
“Ninguna zona agrícola dejará de serlo tras la disolución del Consell de l’Horta”
Por su parte, el conseller de Agricultura, Agua, Ganadería y Pesca, Miguel Barrachina, y el conseller de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio, Vicente Martínez Mus, han defendido que “la disolución del Consell de l’Horta no supondrá la pérdida de suelo agrícola en la huerta valenciana ya que ninguna zona agrícola va a dejar de serlo tras la disolución del organismo”.
Así, han defendido la reforma porque “se ha demostrado ineficaz” y han criticado que el plazo de cinco años que estableció para recuperar enclaves de huerta degradados “ha sido un fracaso ya que ningún proyecto ha prosperado”.
En este sentido, el conseller de Agricultura ha asegurado que “la protección del suelo agrícola seguirá siendo una prioridad para el Consell de Carlos Mazón” y ha anunciado que “vamos a multiplicar las ayudas al mundo agrario en la huerta de Valencia, eliminando gasto superfluo para poner al agricultor en el centro de nuestras políticas”.
Barrachina ha anunciado que “los recursos destinados a la huerta se llevarán a cabo desde la propia Conselleria de Agricultura. Apoyamos al sector agrícola, con el objetivo de fortalecer la producción local y asegurar su viabilidad a largo plazo.” Barrachina ha explicado que “nuestro objetivo es la huerta, protegiendo al agricultor, no persiguiéndolo. Proteger la huerta es garantizar la libertad del agricultor. Nadie mejor que él conoce la tierra, la cuida y la ama”.
El conseller de Agricultura ha explicado que “ponemos fin a una pésima y costosa idea del anterior Consell que solo ha traído problemas a los agricultores y a los ayuntamientos”. “Este organismo ha gastado en los últimos años más en nóminas y gastos de funcionamiento que en ayudar al sector,” ha concluido Barrachina.