Sociedad

Las fundaciones españolas, ejemplo de coordinación ante la DANA: así se gestó una respuesta histórica

Descubre cómo la unión de más de 130 fundaciones españolas marcó la diferencia tras la DANA. Un ejemplo de solidaridad y coordinación sin precedentes

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Voluntarios ayudando en Paiporta

Cuando la DANA golpeó con fuerza la provincia de Valencia el 29 de octubre de 2024 – provocando la muerte de 229 personas e innumerables pérdidas materiales – el sector fundacional español respondió demostrado su capacidad de reacción ante la catástrofe. En cuestión de horas, más de 130 fundaciones activaron recursos económicos, técnicos y humanos para atender la emergencia. Ahora, el informe ‘El papel de las fundaciones ante la DANA: solidaridad, reconstrucción y futuro’ de la Asociación Española de Fundaciones (AEF) analiza de forma cómo las entidades se coordinaron para canalizar ayuda en las zonas afectadas.

El documento pone en valor la respuesta “ágil, solidaria y diversa” de un sector que, pese a no estar especializado en gestión de emergencias, se volcó desde los primeros días con aportaciones económicas, voluntariado y asistencia técnica. En total, el 70% de las fundaciones participantes ofrecieron apoyo financiero y, dentro de ese grupo, tres de cada cuatro combinaron la ayuda monetaria con otras formas de colaboración, desde el envío de materiales de primera necesidad hasta la coordinación de equipos de voluntarios y especialistas en reconstrucción.

La AEF subraya que la reacción fue tan diversa como las propias fundaciones. Y es que participaron tanto pequeñas organizaciones locales, con presupuestos que no superaban los 50.000 euros, como grandes entidades con capacidad de movilizar millones. En conjunto, actuaron fundaciones dedicadas a los servicios sociales, la cultura, la educación, la cooperación internacional o la salud, que lograron canalizar recursos hacia los municipios más afectados.

Casi el 90% de las organizaciones utilizaron recursos propios para actuar y un 11% recurrió a financiación externa, a través de campañas de recaudación, donaciones empresariales o proyectos de crowdfunding. En muchos casos, la ayuda llegó en forma de materiales o de apoyo logístico.

La colaboración, clave del impacto

Uno de los aspectos más destacados del informe es la importancia del trabajo en común. El 35% de las fundaciones cooperó con otras entidades, administraciones o asociaciones de barrio para coordinar la ayuda y evitar duplicidades. Esa colaboración permitió que la distribución de suministros esenciales se organizara en tiempo récord, que se activaran redes de voluntariado en zonas rurales aisladas y que se canalizara asesoramiento técnico para reconstruir espacios públicos y viviendas dañadas. La coordinación no solo aumentó la eficacia de la respuesta, sino que fortaleció el tejido social de los territorios afectados.

Aunque buena parte de las acciones se centraron en la ayuda inmediata, muchas fundaciones apostaron por proyectos de reconstrucción social y emocional a medio plazo. Algunos ejemplos incluyen la creación de canales accesibles en lengua de signos para mejorar la comunicación durante la emergencia, la atención psicológica en centros educativos o la restauración de instrumentos musicales y materiales culturales dañados.

Las ayuda se dirigió principalmente a cuatro colectivos: familias afectadas, organizaciones sociales que actuaron como intermediarias, centros educativos y sanitarios que necesitaban reanudar su actividad, y pequeños negocios locales, cuya recuperación se consideró esencial para la economía de las zonas afectadas.

Retos y aprendizajes

Por último, la AEF también identifica los principales obstáculos a los que se enfrentó el sector durante las primeras semanas: la falta de infraestructuras básicas en algunos municipios, la dificultad de coordinar esfuerzos y las limitaciones legales que impidieron a ciertas fundaciones actuar fuera de su territorio. Aun así, la experiencia sirvió de punto de inflexión. Un 20% de las entidades ya ha incorporado planes de actuación ante emergencias, con protocolos compartidos, digitalización de procesos y alianzas permanentes con administraciones públicas.

El informe concluye que el sector fundacional español posee un potencial enorme para intervenir en catástrofes naturales, pero necesita reforzar su coordinación interna. La experiencia de la DANA, señala la AEF, ha dejado al descubierto tanto la fortaleza como los retos del sector: rapidez, solidaridad y creatividad frente a la emergencia, pero también la necesidad de estructuras estables que garanticen una acción conjunta más eficiente en el futuro.

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