La DANA que ha arrasado la provincia de Valencia sigue contabilizando víctimas y personas desaparecidas. Son muchas las personas afectadas por esta terrible catástrofe natural, pero también son miles las personas que se ha volcado en ayudar a reconstruir las vidas de los damnificados: desde equipos de emergencia hasta personas voluntarias. ¿Es normal sentirse frustrado? ¿Podemos sufrir estrés postraumático? ¿Cómo ayudamos a los afectados?
Resolvemos todas estas preguntas con la Dra. Patricia Jiménez García-Escribano, directora del Máster Universitario en Psicología de la Intervención Social y Comunitaria de VIU.
¿Cómo se puede ayudar psicológicamente a las víctimas que han sufrido pérdidas materiales y humanas en esta tragedia?
En este sentido, es importante que las víctimas sientan que tienen apoyo social. Este aspecto es fundamental, por un lado, conectar con otras personas que están experimentando la misma situación, ya que ayuda a sentirse comprendidos y apoyados, tejiendo una red de seguridad emocional para los momentos difíciles y, por otro lado, que los amigos y/o familiares hagan un acompañamiento emocional activo. En este sentido, es necesario realizar una escucha activa (vamos a dejar que hable lo que necesite, pero no vamos a realizar preguntas innecesarias o morbosas), en aquellos casos que no quieren hablar en ese momento, simplemente estar ahí para cuando sí quieran, pero no obligar a la persona (cada uno tenemos nuestro tiempo para elaborar y afrontar una situación extrema como esta). Asimismo, los amigos y/o familiares deben validar las emociones que expresen, ya que es tan normal que una persona grite, llore, muestre ira, rabia, ansiedad, confusión, como aquellas personas que no hablan y/o se muestran como “ajenas” a todo. Aquí cabe recordar que cada persona responde de una forma determinada a una situación extrema como esta, es decir, se está dando una respuesta emocional de supervivencia a una situación anormal. Otro aspecto importante es no apresurar a las víctimas, evitar el “tienes que estar bien”, cada persona necesita un tiempo para elaborar su duelo y llorar sus pérdidas, personales y/o materiales.
Me gustaría destacar también la importancia de acompañar a los menores víctimas. Es fundamental que dejemos un espacio para que puedan expresarse libremente y puedan hablar sobre lo sucedido, pudiendo hacerlo también a través de dibujos u otros juegos. Debemos validar sus emociones, explicarles que es normal que se sientan tristes, enfadados, confusos, etc. Y en la medida de lo posible, intentar establecer rutinas para darles mayor seguridad. Es normal que los menores víctimas puedan mostrar comportamientos regresivos y una mayor dependencia hacia sus cuidadores principales o sobre aquella persona que ahora esté ejerciendo como cuidador principal. Al igual que a los adultos, hay que darles tiempo, pero deben sentir siempre que existe una persona con la que puedan hablar cuando estén preparados.
Además, tanto para los adultos como para los menores, es importante solicitar ayuda profesional desde el primer momento para que puedan gestionar el impacto psicoemocional y el estrés que se genera en estas situaciones tan adversas.
La ayuda psicológica es esencial, no sólo para las personas afectadas de forma directa por la catástrofe, sino también para todas las personas que se encuentran trabajando y ayudando en las zonas afectadas. Con esto me refiero que es importante que se preste ayuda psicológica a todos los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, al personal sanitario, a las personas voluntarias, ya que estas personas están presenciando también escenas traumáticas.
¿Por qué fases pasa la persona afectada?
Las personas van a transitar por una serie de fases. La primera a la que se enfrentan es la fase de impacto y reacción, es cuando se reacciona en el momento que se produce la catástrofe protegiendo su vida y la de los demás. Posteriormente, en la fase de emergencia, una vez que termina el impacto inicial de la catástrofe, la prioridad es el rescate y la supervivencia. En esta fase son frecuentes reacciones como un estado de máxima alerta, miedo a que vuelva a suceder, activación (temblores, taquicardias, sobresaltos, flashbacks) y una profunda tristeza y desesperanza. También es normal demostraciones de ira, odio, llanto o gritos. La última fase es la fase post-catástrofe o de recuperación, comienza semanas después y en esta fase comienza a disminuir la ansiedad y las reacciones psicosomáticas.
Asimismo, las personas también tienen que ir elaborando el duelo por las pérdidas que haya sufrido, no sólo por las pérdidas personales, sino también las materiales. Durante el duelo se pasan por diferentes etapas (etapa de negación, etapa de rabia, etapa de negociación, etapa de depresión y, finalmente, etapa de aceptación).
Se hace necesario advertir que las personas víctimas presentan mucho apoyo social en las primeras fases de la catástrofe (a través de acciones solidarias, voluntariados, etc.), pero este apoyo empieza a diluirse con el tiempo, pero es esencial que ese apoyo continúe vigente hasta que las personas víctimas transiten por todas las etapas y fases del impacto emocional sufrido e, incluso, pasado ese tiempo.
¿Su entorno puede contribuir a ayudas a las personas afectadas de alguna manera o es mejor el apoyo de profesionales?
Todo apoyo es necesario, cada uno aporta algo esencial en las personas, no deben ser excluyentes, sino todo lo contrario. Lo ideal es tener a tu entorno y también ayuda profesional. El entorno puede apoyar y ayudar de diversas formas: desde prestar ayuda material, preguntando a los afectados qué necesitan, a prestar apoyo y ser soporte emocional. Como he indicado anteriormente, el entorno es fundamental para que las personas afectadas puedan afrontar eficazmente el impacto emocional que están sufriendo. Pero es importante también, pedir ayuda profesional para poder gestionar el estrés generado y las heridas emocionales. Sobre todo, se hace imprescindible pedir ayuda profesional cuando pasado un tiempo aún continúan emociones, pensamientos o conductas que no nos permiten continuar con nuestra vida.
¿Se puede sufrir algún tipo de estrés postraumático tiempo después?
Efectivamente, cualquier persona puede sufrir trastorno de estrés postraumático (TEPT) tiempo después de experimentar una catástrofe. Pero no sólo las personas que han experimentado directamente la catástrofe, sino también pueden sufrir TEPT cualquier persona que están actualmente ayudando en las labores de rescate, desescombro, limpieza, etc. (por ejemplo, efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, sanitarios, voluntarios), incluso, pueden, ser afectadas personas que estén visionando la catástrofe a kilómetros de distancia debido a la exposición repetida o extrema del suceso. Este tipo de catástrofes tiene un alto impacto psicológico para toda la población en general en nuestro país. El TEPT puede aparecer un mes después del evento traumático o, incluso, años después, por tanto, no podemos adivinar cuándo podrá aparecer en cada persona o si lo desarrollará o no, ya que esto depende de numerosos factores personales y del propio suceso traumático.
¿Por qué es tan importante recuperar los cuerpos para aquellas personas que han sufrido la pérdida de un familiar? ¿De qué manera les ayuda a sanar?
La recuperación del cuerpo, así como el adecuado trato y manejo del mismo, supondrá un gran impacto en el posterior proceso de duelo de los familiares. Una vez que se ha identificado al ser querido, se realiza la primera confrontación con la realidad de la muerte. Es importante para las personas tener el cuerpo del ser querido para poder dar comienzo al proceso de duelo y tener la oportunidad de despedirse, incluso de llegar a celebrar su vida rodeados de una red de apoyo. En situaciones como las vividas en nuestro país, los familiares pueden expresar incluso sosiego o tranquilidad una vez que han identificado el cuerpo de su familiar.
Se está hablando también de un sentimiento de culpa por parte de las personas voluntarias al ver que su ayuda no es suficiente, ¿por qué existe ese sentimiento? ¿Es una reacción natural?
Estos sentimientos surgen por diversas cuestiones, una de ellas, es por cuestiones propias del propio voluntario, ya que pueden sentir que la ayuda prestada no alcanza sus propios estándares personales. Pero también se puede desarrollar este sentimiento cuando existe una mala organización de la gestión de ayuda y no se indica claramente qué se espera que hagan cada una de las personas voluntarias. En estas situaciones, es de vital importante que exista una buena organización, y un buen gestor organizativo, para que todas las personas voluntarias que desinteresadamente acuden a prestar toda la ayuda posible puedan realizar labores activas de ayuda y no sientan confusión, culpabilidad, frustración e impotencia. Sin embargo, cabe destacar la importante labor que están desarrollando los voluntarios en todos los municipios afectados de diversas formas, es necesario mostrar nuestro profundo reconocimiento y agradecimiento a todas estas personas voluntarias.